Cuencos tibetanos: meditar con sonidos expansivos

Los cuencos tibetanos son utilizados tanto para uso terapéutico como para meditaciones. Sus sonidos y vibraciones son el complemento perfecto para alcanzar la paz y armonía.




Los cuencos tibetanos son recipientes circulares de metal, que al ser tocados o frotados generan una frecuencia que propicia la relajación. Según cuenta Nina Linares en su libro Manual de aplicación de los cuencos tibetanos en los Monasterios del Tíbet, su uso era habitual para la consecución de estados meditativos, equilibrio de los hemisferios cerebrales y de la propia polaridad. Los monjes tibetanos conservaban de esta manera un equilibrio total entre el cuerpo físico y los cuerpos sutiles. Practicaban el sonido gutural que se presume que llega hasta el nivel celular, haciendo que todas las células reciban el sonido único y personal realizado con el instrumento interno que son las cuerdas vocales y que cada una reconoce como vibración de bienestar.

“La meditación es un ejercicio y un trabajo para centrarse en uno mismo”, explica la terapeuta holística Geraldine Marchant, y agrega que esto se debe a que permite que nuestra mente y cuerpo sean capaces de relajarse y llevarnos a los momentos íntimos que necesitamos: “Pero si le agregamos el sonido y la vibración que nos otorgan los cuencos, estamos haciendo una terapia más completa que nos conduce a la sanación”.

Desde un punto de vista energético, la terapeuta explica que las vibraciones producidas por los cuencos tibetanos lograrían trabajar directamente los centros vitales energéticos de nuestro cuerpo, es decir, los chakras o pequeños vórtices de energía situados en diferentes zonas.

“La vibración misma trabaja con los fluidos del cuerpo, el cual está compuesto por casi un 75% de líquido. Si se hace el trabajo de poner agua en un cuenco y hacerlo vibrar, se puede observar el movimiento del agua. Ese mismo movimiento ocurre en nuestros fluidos, el cual permite que comience a alinearse y a trabajar con las vibraciones de los chakras”, explica Geraldine.

Las ondas generadas por los cuencos podrían mejorar la circulación, estimular o calmar el sistema nervioso, provocar emociones positivas y alcanzar momentos de paz. El investigador Fabien Maman, considerado uno de los expertos más destacados en el área de la sanación, observó que las células de la sangre alteraban su color y forma cuando eran sometidas a determinadas frecuencias sonoras. De acuerdo a sus experimentos, las vibraciones del sonido desempeñan un papel importante en la transformación de la estructura celular.

De acuerdo a Geraldine, cualquier persona puede hacer sonar los cuencos tibetanos, ya que no requiere ningún tipo de conocimientos ni técnicas especiales, solamente la disposición y la atracción hacia el sonido relajante. Dentro de sus recomendaciones para realizar las meditaciones, considera importante elegir un lugar de paz y comodidad, partir con respiraciones profundas y luego coger el cuenco. Además, aconseja hacer meditaciones que sobrepasen los 20 minutos, ya que así se puede alcanzar un buen trabajo y armonizar el cuerpo.

Existen cuencos de distintos materiales, siendo los más conocidos aquellos hechos a partir de metales. Originalmente estaban hechos de forma artesanal y su composición incluía la combinación de siete metales: oro, plata, níquel, cobre, zinc, antimonio y hierro. Sin embargo, en la actualidad se pueden encontrar algunos más sencillos que cumplen con la misma función. También se puede utilizar el cuarzo, cristal u otros materiales, con distintas vibraciones y notas.

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