El impacto del teletrabajo en las carreras profesionales de mujeres




Según la medición del INE de abril-junio de este año, un 10,2% de los hombres se encuentra hasta esa fecha en modalidad de teletrabajo, mientras que en el caso de las mujeres, esta cifra asciende a un 20,6%. Esto se explica porque el teletrabajo aparece forzosamente en pandemia y deja en evidencia una organización familiar que tiene un sesgo de género; son las mujeres las que mayoritariamente están a cargo de las tareas domésticas y de cuidado. Así lo señaló también el INE en otro estudio sobre el uso del tiempo, realizado en 2019, que mostró que las mujeres dedican 5,89 horas diarias en trabajos no remunerados, es decir, tres horas más que los hombres, que dedican 2,47 horas. ¿Cómo nos afectan estas cifras?

De acuerdo con Marcela San Vicente, socia de la consultora laboral Dinámicas Humanas, si bien el teletrabajo instauró una flexibilidad que ha traído beneficios para las y los trabajadores, hay que tener cuidado con que eso no sea en desmedro de las carreras de las mujeres, porque son ellas las que se han quedado en un mayor porcentaje en la casa. “Esto podría impactar negativamente en el ascenso de mujeres en sus carreras profesionales, por ejemplo con cuestiones tan cotidianas como la falta de encuentros de oficina, en donde se suelen tomar decisiones”, dice. Agrega que, en ese sentido, es importante que las áreas de personas de las empresas desarrollen acciones para mitigar esta situación y dar igualdad de oportunidades a quienes se quedan en casa.

¿Cómo se puede lograr esa igualdad?

Se pueden hacer varias cosas, como trabajar en voz alta. Esto es, utilizar todos los medios que tenemos disponibles -WhatsApp, llamadas telefónicas o correos internos- que nos permitan hacer fluir la información entre quienes están presenciales y los que no. Suena poco relevante, pero hay empresas que lo han implementado y da resultados. Otra acción posible es involucrar a las personas que sí están trabajando presencialmente para que ellos sean responsables de traer la voz de quien esté a distancia en esas conversaciones de pasillo y que se dan dentro de la organización. Estas y otras acciones darán cuenta de que todos estamos generando una nueva cultura.

¿En qué otras cosas afecta el teletrabajo a las mujeres?

La salud mental es otro problema. Según señaló la tercera ronda de Estudios Longitudinales de mayo de este año, elaborado por la ACHS y el centro UC, las mujeres presentan más temor a perder el empleo, cuadros de insomnio, endeudamiento y soledad. Estas realidades se vinculan fuertemente con el teletrabajo. Un problema que está sobre la mesa de muchas empresas es que las trabajadoras están mucho más agobiadas porque “tienen” que cumplir con todos estos roles.

Con el trabajo presencial había movilidad, las mujeres tenían un espacio para sí mismas en la oficina. Ahora todo ocurre dentro de la casa, el mismo lugar donde está la familia. De hecho, en otro estudio que hicimos en Dinámicas Humanas al inicio de la pandemia -con 318 personas de distintas empresas- advertimos que las mujeres teníamos mucho más a mano las emociones restrictivas, como la angustia y el miedo.

Con estos antecedentes y considerando que la pandemia se encuentra relativamente controlada, ¿es la presenciada la mejor opción para las mujeres?

La tendencia es tener una modalidad híbrida, que incluye trabajo presencial y a distancia. Necesitamos un cambio de mindset, ya que esta es y será la nueva forma de trabajar desde ahora y pos pandemia. Mientras estemos en pandemia, dependemos mucho de lo que pase con las niñas y niños, con las personas mayores, con las escuelas. Por eso, es una necesidad aprender a vivir en constante cambio. Dado esto, me gustaría plantear cuáles son las preguntas que nos podemos hacer como sociedad, como trabajadores y como empresas para afrontar juntos este desafío y que el peso de la pandemia no recaiga especialmente en mujeres. Es importante inaugurar esas preguntas para construyendo juntas y juntos las respuestas. Una de ellas es cómo hacer parte de las decisiones a una mujer que está teletrabajando y podría perderse algunas conversaciones importantes que quizá también condicionarían su futuro en la organización, incluso un posible ascenso. Necesitamos preguntarnos cuáles son las acciones, así poner luz sobre el fenómeno y poder mitigar su efecto adverso.

Pero sobre todo tenemos que hacer preguntas que nos ayuden a cuestionar ciertas creencias más profundas, que nos limitan en los cambios profundos que estamos impulsando y que siguen perpetuando roles de género que ponen a las mujeres solas a cargo de tareas en donde debería haber corresponsabilidad. A mi juicio es momento de inaugurar conversaciones en todos los ámbitos visibilizando el impacto sistémico de estas cifras. Hoy necesitamos una transformación profunda en nuestras formas de ver y pensar para alcanzar una nueva forma de hacer empresa, que impacte positivamente no sólo a quienes trabajan en ella, si no que impulse una sociedad inclusiva y equitativa para todos.

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