¿Por qué no se habla de Bruno?

La canción más popular en la historia de Disney abre la puerta a una banda sonora de otro nivel, una que ha levantado temas pocas veces tocados en películas infantiles. Secretos familiares, pautas transgeneracionales y estereotipos que nos quitan libertad son parte de las varias lecturas que se pueden hacer de Encanto.




En un exuberante valle en medio de las montañas de Colombia, vive la familia Madrigal. Y de ellos solo hay una integrante que está dispuesta a desafiar la orden tajante de no hablar sobre Bruno: Mirabel, la nieta mujer más joven de la matriarca del clan -la abuela Alma-, y la única que no tiene un don mágico.

Su hermana Luisa tiene una fuerza descomunal; su hermana Isabella es bella, perfecta y hace crecer flores en donde sea; su prima Dolores tiene una audición sobrehumana y se entera de todo; su primo Camilo se convierte en cualquier otro personaje; su primo Antonio habla con animales. Su tía Pepa controla el clima, su mamá Julieta hace arepas que curan. Y su tío Bruno -del cual no se habla, claro está- tiene el don de las visiones proféticas, lo que le valió ser desplazado del grupo familiar.

Pero Mirabel no tiene nada. En apariencia, por supuesto. Porque gracias a su arrojo y sensibilidad podrá salvar a la familia cuando advierta que esta pierde su magia. Incluso si eso implica hablar sobre Bruno.

Esa es parte de la trama de Encanto, una película con sorprendentes capas de análisis y, además, con una banda sonora extraordinaria, creada por el compositor y productor norteamericano Lin-Manuel Miranda. Para los Premios Oscar, de hecho, la cinta no solo está nominada a Mejor película animada, también participa en las categorías de Mejor canción original y Mejor banda sonora. Su canción No se habla de Bruno se ha convertido en la más popular en la historia de Disney, al ocupar por un par de semanas, en febrero pasado, el número 1 del ránking Billboard. La última vez que una canción de Disney había llegado ahí fue en 1993, con A Whole New World (Un mundo ideal), de Aladino, que estuvo solo una semana en el primer puesto.

Encanto toca la gran mayoría de los temas que podemos mirar cuando analizamos una familia, y mucho de ello aparece en sus canciones: pautas transgeneracionales, distintas formas de llevar un duelo, situaciones adversas o traumáticas que impactan un sistema familiar, los secretos que existen en las narrativas familiares y también la multiplicidad de roles que se dan en sus integrantes”, dice la psicóloga y terapeuta familiar Marcela Tolosa Leiva, quien añade que la música de la película permite ir entendiendo, a través de la intensidad, de su ritmo, de sus pausas y de sus letras, cómo este clan se ha ido construyendo y cuál es el relato que han hecho de sí mismos. “Es una familia que danza al ritmo de su propia historia. La música nos viene a mostrar eso y también nos permite, como espectadores, sentirnos reflejados”, reflexiona.

Algo de eso le pasó a la pediatra Paula Rojas, quien ha visto la película muchas veces junto a sus hijos. “Cuando escuché detenidamente En lo profundo, la canción de Luisa, me resonó mucho. Luisa es un personaje que no para nunca, que tiene el deber de poder con todo y tiene la presión de ser fuerte siempre. Fue una experiencia casi terapéutica, porque se me cayeron las lágrimas, ya que muchas veces me ha tocado llevar bastante peso. Soy pediatra de urgencias y me toca estar siempre pendiente de mis pacientes y de las mamás; de mis propios hijos. El entorno se vuelve exigente a menudo, y yo tiendo a pretender poder con todo. He aprendido a poner límites, también. Entonces ese personaje, en particular, me cautivó. Está muy bien hecho”, dice Paula.

Mirabel, la gran maestra

Las canciones de Encanto incluyen ritmos como vallenato, cumbia y salsa, y son interpretadas con maestría por sus personajes, que las cantan y también las bailan en coreografías impecables, con pasos modernos y tradicionales. Las partes musicales de la película, además de hilar el relato, tienen también la misión de develar lo que no se dice:

“Ella sostendrá todos los cimientos / Ve también si carga nuestros sufrimientos / Verla doblarse y torcerse sin chispar / Sin fallar”, canta Luisa frente a Mirabel, diciendo lo que no se atreve a asumir: que ella se cansa de ser siempre la fuerte. Mientras que su hermana Isabella, la perfecta, también en compañía de Mirabel se aventura a cantar en su canción llamada Inspiración: “¿Qué lograría si creciera el sentimiento del momento? / Lo que yo haría sin tener que ser la hermana perfecta / Lo que en mí va a surgir, nadie va impedir”.

Es Mirabel quien logra arrancar las confesiones de sus hermanas porque, como no tiene un don, probablemente es la más libre. “Yo no muevo montes, no hago palmas florecer / Ni tendré otra noche esperando tener, un regalo mágico”, canta ella en Un regalo mágico, en un ejercicio de suma honestidad, antes de darse cuenta que la casita mágica en la que vive la familia, estaba perdiendo su poder. Es en ese momento cuando la protagonista se decide a abrir el tabú de Bruno, quien había presagiado años antes que la magia se perdería.

“Siempre hay alguien en la familia que es distinto, que está fuera de lo establecido, que se atreve a romper los cánones. Mirabel tiene esa fuerza y ese empeño en poner sobre el tapete lo que ha sido silenciado”, dice Mónica Albornoz, quien vio la película junto a sus nietas. “Es una película que reúne a grandes y a chicos, y eso es notable, porque se abren conversaciones en común de cosas que no siempre se hablan”, comenta. En ello concuerda también el psicólogo Edmundo Campusano, director de la Escuela de Psicología de la Universidad Mayor, quien comenta que en cada familia suele haber alguien visto como el problemático, o la oveja negra. “Pero esa persona cumple un rol súper importante, que es reunir a la familia. Porque los problemas también unen un sistema”.

“Mirabel nos muestra que siempre podemos ser quienes queremos ser. Es la que guía el camino hacia la construcción de una familia real, y no aquella que se construye solo en base a un hito”, analiza la psicóloga Marcela Tolosa, refiriéndose al origen de la magia en la familia Madrigal: aquella que se le concede al clan luego del brutal asesinato del marido de la abuela Alma. “Ella vivió una gran pérdida y se pudo armar desde ahí. Pero se fue rigidizando por el miedo al cambio, a no tener el control. Y es Mirabel quien le muestra eso”, añade la terapeuta. También es Mirabel quien logra comprender a su abuela y ver lo que había sucedido en un pasado, en medio de una de las escenas más emotivas de la cinta, cuando de fondo suena Dos oruguitas, que está nominada al Oscar en la categoría Mejor canción original.

La reconstrucción

Luego de que Mirabel logre encontrar a Bruno, quien estaba mucho más cerca de lo esperado, y pese a todos sus intentos, el final de Encanto podría parecer trágico, pero en realidad es una de las escenas más potentes y esperanzadoras de la cinta, que se sostiene en la canción Solo tú. “Mira este hogar, aguarda esperanza / Cimientos nuevos podremos vislumbrar”, canta Mirabel, mientras que cada miembro de la familia asume sus miedos y los enfrenta. “Fue uno de mis momentos favoritos, pues se evidencia la lógica del territorio: cómo un espacio de tierra, una casa o quizás una habitación, pueden ser tan esenciales para el desarrollo de la identidad”, dice la periodista Natalia Ramos, seguidora de las películas de Disney. “La casita es un personaje más, que tiene un vínculo especial con Mirabel. La ayuda, la acompaña, la escucha, sabe atender sus dificultades. Es muy significativa la escena final, que nos habla de que la identidad se construye en base a cimientos fuertes y profundos”, dice Natalia.

Para la psicóloga Marcela Tolosa, Encanto nos habla de procesos terapéuticos, y de cómo las crisis pueden transformar las relaciones. “Es una historia que nos hace pensar que podemos romper con los estereotipos para ser más libres y para poder construir relaciones más genuinas. Y además nos permite poder nombrar los secretos y las sombras: porque, paradójicamente, el mandato de no hablar de Bruno, nos ha hecho hablar de él”.

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