Política

Sebastián Sichel: “Hacer de las fundaciones instrumentos políticos es el gran pecado mortal que hizo el Frente Amplio”

El alcalde de Ñuñoa recuerda cuando conoció a Alberto Larraín, fundador de ProCultura, en sus últimos años como militante DC. "Era un gallo súper inteligente, un poco soberbio..., muy cercano a Claudio Orrego", dice. Y asegura que este caso muestra una parte del ADN del Frente Amplio, el que -afirma- no ha hecho un mea culpa.

PABLO VÁSQUEZ R

Sebastián Sichel conoció personalmente a Alberto Larraín hace unos 15 años, cuando ambos pertenecían a la Democracia Cristiana. Dice que convivieron ahí -en el entorno del ahora gobernador Claudio Orrego- unos dos o tres años, antes de que Sichel quebrara con este en 2012 y dejara definitivamente la tienda.

“Alberto participaba activamente en la DC. Él era parte de ese mundo vinculado particularmente a Claudio Orrego”, relata. Asegura que lo que hizo al siquiatra llegar a la falange fue que estaba casado con Josefina Huneeus, hija de Carlos Huneeus, “que para todos nosotros era un intelectual importante de la DC”. Sichel no alcanzó a pertenecer al movimiento “Cardumen” -una de las facciones de las juventudes decé donde participaban Larraín, el alcalde Claudio Castro y la jefa de campaña de Carolina Tohá, Pía Mundaca, entre otros-, pues nació justo cuando ya se iba de ese partido. “Pero sé que ese era el grupo que apoyaba fuertemente la campaña de primaria de Claudio o que estaba naciendo a partir de la candidatura presidencial de Claudio”, sostiene. Tiempo después, Larraín se fue al Frente Amplio.

¿Larraín era amigo de Claudio Orrego?

Nunca califico la amistad, pero se conocían y compartían con Claudio, y cuando yo me fui de la DC, distanciado con Claudio, sé que se transformó en uno de los principales actores de apoyo a él, porque así me lo contó Alberto y parte de los cabros que quedaron en la DC y que yo seguí conociendo.

Hoy Orrego dice que no son amigos.

No tengo idea. Nunca voy a calificar si es que eres amigo o no, pero que políticamente era muy cercano, lo era.

¿Cómo se relacionaba Larraín en términos políticos?

Alcancé a tener poca interacción con él, pero diría dos o tres cosas. Uno, era un gallo súper inteligente, que apareció de repente, tengo que decirlo honestamente, porque casi todos los demás nos conocíamos del mundo de la universidad. Él no venía de ahí, pero rápidamente apareció con un rol súper importante y protagonista en ese mundo de la DC joven. Y él era un gallo inteligente, un poco soberbio, y bien autoconvencido de su moralidad superior. No era un mal tipo, pero estaba lleno de certezas. Y parte de los conflictos que tuvimos en su minuto fue por la forma de mirar la DC o de participar en política.

Tras el estallido del caso ProCultura, distintos testimonios dan cuenta de que a Larraín le era fácil vincularse con el poder.

Sí. Cuando yo estaba en la Corfo me contactó y me contó del proyecto que tenía en Lota, de la recuperación de la loza y todo. Y después lo veía en todos los seminarios en que me tocaba participar. Era un gallo que siempre estaba muy vinculado a algo asociado al poder. Lo que pasa es que de ahí en adelante yo lo asocié al Frente Amplio, como varios DC que se fueron a ese mundo también. Tenía esa virtud de aparecer en todo.

En abril de 2018 -seis años después de que saliera de la DC-, el ahora alcalde de Ñuñoa asumió como vicepresidente de la Corfo, cargo que en junio de 2019 dejó para tomar el Ministerio de Desarrollo Social en el segundo gobierno de Sebastián Piñera. Desde ahí, trabajó con múltiples fundaciones.

-No me tocó ver proyectos de ProCultura, pero sí me tocó cruzarme con él cuando yo estaba en Corfo, porque estaba metido en un proyecto en Lota, con un tema de recuperación patrimonial. Corfo tenía participación en Lota, pero él no trabajaba con nosotros y nos contactó para contarnos. Esa fue la última vez que supe de él. Y por eso me sorprendió mucho cuando vi que se había adjudicado un proyecto en salud mental en Santiago, porque no me cuadraba con la misma historia que él me contó de lo que estaba haciendo, que era la recuperación patrimonial.

Usted fue vicepresidente de Corfo y ministro de Desarrollo Social, donde se vinculan con múltiples fundaciones, ¿qué es lo que le llama la atención en el caso ProCultura?

Uno, esta hiperinflación de proyectos que se adjudican cuando llega el gobierno de su signo. Eso todo el mundo lo vio públicamente. Yo fui ministro de Desarrollo Social, y uno sabe que son las grandes fundaciones en Chile -el Hogar de Cristo, la Teletón- las que reciben altos fondos. Alberto Larraín estuvo ligado a la campaña de Boric y es raro que una fundación que era marginal, en el sentido de financiamiento del Estado y que está dedicada en una región a hacer algo, pase a ser de las cinco que más reciben recursos del Estado. Eso es absolutamente anómalo.

Segundo, me parece hipercuriosa esta idea de una fundación con características de Leonardo da Vinci, que servía para todo: para pintar fachadas, prevenir la salud mental, etc. Cuando uno se dedica a la política social, uno sabe que hay fundaciones especialistas para algo, pero no para todo.

Y la tercera cosa, que es la razón política, es que el crecimiento en general de estos fondos estuviera asociado a alguien que evidentemente estaba vinculado a la campaña de Boric. O sea, la falta de pudor en esta asignación creo que evidencia un mecanismo que tiene que ver con la creación o articulación de fundaciones que buscaban hacer política y no ayudar a los problemas de la pobreza en Chile. Si no, no se justifican estos crecimientos justo cuando llega un gobierno de este signo. Es raro que haya fundaciones tan identificadas con un sector político. Tú ves los directorios, las composiciones de esta fundación, de Democracia Viva y más bien son brazos armados de actividad política que fundaciones propiamente tales.

Ahora, ProCultura existía desde mucho antes de que llegara Boric al poder. Existía desde el 2009.

Obvio, pero insisto, si ProCultura se hubiera dedicado a lo que era su giro, que era la recuperación patrimonial, tenía todo el sentido del mundo. Si lo raro es que justo cuando llega el gobierno de su signo político es cuando se pega este crecimiento. No quiero satanizar las fundaciones, son vitales para el desarrollo de las políticas sociales. El problema es que es anómalo cuando una fundación crece 10 veces en un año. Esto no tiene que ver con la actividad de la fundación o sus capacidades, sino que con la lógica detrás, que es hacer de las fundaciones instrumentos políticos, que es el gran pecado mortal que hizo el Frente Amplio. Yo fui director de fundaciones, y lo que se cuidaba era exactamente esa imparcialidad política, la transversalidad, el cuidado de gastar los recursos en pobreza, y aquí era al revés.

El gobierno retruca que esto es responsabilidad de los gobiernos regionales, no del gobierno central.

Sí, pero hay una trampa ideológica. Porque, primero, hay un mecanismo. No se había visto en Chile esta idea masiva de que las fundaciones se transformaran en instrumentos políticos. Y en eso, Democracia Viva y ProCultura ratifican esa tesis, como instituciones que no eran neutras políticamente. Y se vio con la asignación de fondos. Y evidencia dos, lo dijo Carlos Peña, es que esta promiscuidad entre la terapia psicológica o psiquiátrica, la afiliación política y la fundación provocó una presión en el sistema de que tenían que ser financiadas.

Pero Alberto Larraín no era el psiquiatra de cabecera del Presidente.

No, pero lo había conocido por ese espacio, por la Josefina (Huneeus). Entonces, cuando tú juntas este triple entente -relación médica, política y financiera-, hay una sospecha de que muchos deben haber apoyado a esta fundación más bien por la sensación de que estaban apoyando un proyecto político y no haciendo un proyecto social. Esto debe haber pasado en muchos gobiernos regionales.

Los fiscales aún no prueban que haya habido un mecanismo.

Bueno, es parte de la investigación. Pero un caso puede ser una excepción. Dos casos, pero cuando son transversales en más de 10 gobiernos regionales, se transforman en una regla, que es que básicamente a las fundaciones se les asignaban proyectos sociales con fines políticos. En el fondo, la razón por la cual a estas fundaciones se les adjudicaban esos fondos no era por una finalidad de política pública, que era ayudar a los más pobres, sino que por la filiación política, y eso es espantoso. Y el Frente Amplio lo ratifica, es bien loco.

¿Cómo así?

Porque le echa la culpa a la DC. Entonces sí creen que las fundaciones tienen filiación política, porque la discusión podría ser: ´No, hizo mal el proyecto, no lo cumplió’..., pero le endosan políticamente la fundación a otro. Eso demuestra la ideología, el mecanismo que está detrás: que creen que las fundaciones tienen bandera política, tanto así que asignan la responsabilidad a otro, no a ellos, que en este caso es una patudez. Uno lo que pide es experiencia y calidad de la institución y aquí se pidió filiación ideológica y cercanía humana de la persona a la que se le adjudicaban los recursos. Justo lo que no tiene que hacer el Estado.

Esto es como la radiografía del Frente Amplio: lo conocemos, es amigui, es parte del entorno, está en las luchas con nosotros o fue parte de los que reclamaron en el estallido social, bienvenido.

El Frente Amplio acusó espionaje político...

Creo que eso ratifica algo bien obvio, que no hacen mea culpa, no persiguen responsabilidades, siempre se victimizan y se paran desde el punto de vista como que el resto está equivocado. A estas alturas lo que uno espera de un partido maduro en política, que está en el gobierno, es un mínimo de mea culpa, perseguir responsabilidades. El caiga quien caiga tiene que ser para adentro, si ellos tienen el problema, y no andar echándole la culpa a la DC, a la Fiscalía. Es una reacción de dirigentes universitarios. A estas alturas es evidente que se defraudó al Fisco con miles de millones de pesos. Hay gente formalizada, gente detenida, diputados desaforados, mil millones que no han aparecido.

Todavía no hay formalizados por este caso.

No, estoy hablando de Democracia Viva. Pero aún así hay mil millones de pesos que no han sido restituidos.

“Kaiser es el alter ego de Boric”

Usted le arrebató las opciones presidenciales a Lavín en la presidencial pasada. Él era el candidato instalado, venía de una carrera larga, etc. ¿No teme que le ocurra lo mismo a Matthei?

Para nada. Yo no se la arrebaté, fue una primaria competitiva, donde el electorado de centroderecha decidió que yo era mejor candidato, y después decidió que era José Antonio Kast. Pero Evelyn Matthei tiene dos cosas que ni Lavín ni yo tuvimos. Primero, el apoyo de todos los partidos. Joaquín tenía el apoyo de la UDI nomás y yo el de ninguno. Lo que tiene Evelyn es que transversalmente fue elegida como el liderazgo de Chile Vamos y de gente independiente como yo. Eso yo no lo logré, ni siquiera ganando la primaria. Al otro día tenía gente de los partidos yéndose con otros candidatos. Y hoy es al revés. Es una tremenda candidata consolidada en el sector como el liderazgo más eficaz para sacar al país de la crisis en que está. Y lo segundo, es que enfrenta a una izquierda absolutamente desfondada.

¿Matthei puede sobrevivir a esta carrera larga?

No solo creo que va a sobrevivir, sino que va a ganar. Ella tiene algo que me faltó a mí, y lo reconozco humildemente: la experiencia de haber enfrentado otras elecciones presidenciales y saber lo duro que es. Ella tiene un aguante que a mí me costó mucho.

Lejos de estar por la izquierda, la competencia mayor que tiene ella está por su derecha, sobre todo por Kast. ¿Matthei se ha diferenciado de Kast y de Kaiser?

La obsesión nunca tiene que ser diferenciarse con el otro. Algunos caen en el pecado en la derecha de creer que su pelea es con Kast o con Kaiser y no entender que su pelea es por la gran mayoría de los chilenos que no se definen ni de izquierda ni de derecha, y eso ella lo ha hecho muy bien. Ha puesto sobre la mesa una agenda en seguridad, en crecimiento, que es distinta a la de los otros, y más que estar mirando para el lado está mirando para adelante. Por lo mismo, la coalición no tiene que cometer el pecado que cometió en mi campaña, que estaban más preocupados por el del lado, sin entender que había una gran mayoría de chilenos a los que convocar y que la pelea no es por quién es el líder de la derecha, sino por quién es el líder de Chile.

¿Quién le parece más amenazante? ¿Kaiser o Kast?

Con todas las diferencias que he mostrado, públicas y privadas, con Kast, creo que él tiene un proyecto serio, un partido serio y está tratando de avanzar en su idea de tener un partido que se consolide en la derecha. No sé si es amenazante, porque tiene un techo bajo, pero ha hecho un trabajo serio y respetable para consolidar su votante de derecha más conservadora, y hay que saber mirarlo electoralmente.

¿Y Kaiser?

Aquí lo que tenemos es un juego como de los espejos, porque mientras más extremista se pone la izquierda, más personas aparecen en la extrema derecha, y eso tiene que ver con la irresponsabilidad que instaló el Frente Amplio en la política chilena. Yo creo que más que irresponsabilidad o no, Johannes Kaiser es el espejo y el alter ego de Gabriel Boric en la política chilena.

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