Triste en Navidad: cómo enfrentar la melancolía en Nochebuena

El contraste entre la felicidad del ambiente y una pena en el interior puede hacer que esa angustia haga eco y se amplifique. ¿Cómo podemos gestionar nuestras emociones estas fiestas y empatizar con quienes están tristes? Dos expertas nos entregan sus consejos.




Primero, está el frenesí gatillado por la publicidad y su presión para comprar regalos, esa enquistada sensación de que gracias a cómodas cuotas podrás expresar cariño al contado. Se trata de una desgastante lógica de autoflagelación, donde se supone que a mayor endeudamiento más profundo es tu amor.

Ese relato, en alguna medida, se ha flexibilizado. Hasta el retail apunta su narrativa, al menos desde el marketing para afuera, a que lo importante en esta fecha es la expresión de afectos genuinos.

Pero de lo que no se habla mucho es de que la Navidad es un momento de alta intensidad emocional. Y así como para muchas personas es una noche que se espera con alegre ansiedad, para otras lo que crece en las semanas previas es una gran burbuja de lágrimas en el estómago. Una angustia como un globo sumergido tratando de llegar a la superficie.

¿Por qué esta fecha supuestamente tan alegre genera en alguna gente tanta pena? ¿Cómo podemos empatizar con nuestros seres queridos que se sienten más sensibles o vulnerables durante el fin de año?

Navidad Azul

No existe una patología o síndrome asociado a este estado, pero sí se ha escrito al respecto y en la academia se le llama “blues de Navidad”.

Susana Romero, magíster en Psicología Clínica y parte del staff del Centro Médico Cetep, dice que esta es una fecha que nos manda de un tirón de vuelta a la niñez, por lo que se produce un arraigo afectivo importante. “Se recuerda a personas que estuvieron y ya no están, navidades específicas donde recibiste o no lo que esperabas, o donde pudiste o no regalar lo que querías”.

“Es una época de resonancia afectiva, donde el umbral para activar la afectividad disminuye”, dice Romero. Es decir, con estímulos muy pequeños uno es capaz de sentir más cosas y con mayor intensidad durante estas fechas.

“Los ritos nos hacen encontrarnos con todo tipo de emociones: alegría, gratitud, amor, tristeza, melancolía, angustia o miedo”, explica María José Lacámara, psicóloga y autora de los libros Más conectados y Soy suficiente. “Tendemos a pensar que estas fechas son felices de por sí, pero al igual que la vida, tienen tanto de dulce como de amargo”.

Aunque es completamente subjetivo, existe cierto consenso en que,como sugiere Romero, las personas pertenecientes a minorías o comunidades LGBTIQ+, por ejemplo, y que tienen relaciones familiares tensas o fracturadas, pueden verse más afectadas y estresadas durante las fiestas.

“Hay personas que han vivido en familias hostiles o tienen relaciones quebradas con hermanos, padres, tíos o primos, entonces el reencuentro implica emociones contradictorias”, dice Lacámara.

Por otro lado, agrega, esta Navidad puede ser especialmente difícil para las personas que han sufrido pérdidas durante la pandemia y que pasan por un duelo, sobre todo si se trata de la primera Navidad sin su ser querido.

“También es duro para quienes están experimentando dificultades económicas o emocionales, que no han tenido un buen año y que por mucho que quisieran estar contentas no pueden”, explica.

Un tremendo regalo

“La exigencia de estar alegre puede convertirse en una carga gigante para quienes están pasando por momentos de dificultad”, explica Lacámara. A veces, la mejor intención puede provocar el efecto contrario y en ese sentido sugiere dar —y de ser necesario, darse a uno mismo— el espacio para estar en silencio, tranquila, triste o incómoda, incluso.

“Lo primero es darse cuenta de lo que se está sintiendo, hacerse la pregunta y tomar consciencia. Así le podemos poner nombre a lo que se tiene: pena, rabia, melancolía, etc. Las personas experimentamos un abanico de emociones y a veces no las reconocemos. Cuando eso pasa, cobran más fuerza y se confunden con otras”, explica Romero.

“La invitación es a ser compasivos. Aprender a tolerar, contener, abrazar y respetar las emociones del otro. Ese es definitivamente el mejor regalo de Navidad: permitir al otro vivir su proceso”, aconseja Lacámara.

Emoción contra emoción

Esto puede sonar raro, pero a la larga tiene sentido. “Uno no se puede sentir bien y mal al mismo tiempo”, apunta Romero. “Te puedes sentir más mal que bien, pero si haces cosas que te generan bienestar, lo más probable es que te inclines hacia las emociones positivas”, explica.

Pone de ejemplo cuando uno siente pena y se encierra a escuchar música triste: esa pena suele agarrar más vuelo, porque se potencia con la actividad que uno está realizando.

“Si en cambio te enfocas en cosas que te producen bienestar, algo pequeño, como tomar un helado o pasear a tu mascota, eso puede aplacar un poco el malestar y hacer que tu ánimo mejore”, sugiere. “Es emoción contra emoción”, resume.

Lacámara recomienda poner atención a los límites, a aprender a poner los propios y respetar los ajenos. “Se puede poner los límites validando las emociones del otro y diciendo que no, agradeciendo lo que el otro quiere o me pide. Poner límites que no impliquen conflicto nos puede ayudar a vivir estas fechas en mayor armonía, tanto familiar como espiritual”.

En cualquier rito o celebración, recuerda, el foco son los vínculos, el ser y lo espiritual. “Somos seres relacionales y en nuestra tribu, en nuestros vínculos, nos volvemos a nutrir para estar bien”. En ese sentido, “los regalos son accesorios entretenidos, pero la esencia es regalar cariño, respeto, tiempo, admiración, gestos de amor, palabras, risas o momentos de tolerancia. Para estar bien hay que conectar con eso que necesitamos, con nuestro ser y con nuestras emociones”, concluye Lacámara.

Romero concuerda. Cree que lo más relevante está en el compartir. No tanto regalos y comida sino un momento: está segura que ahí es donde se juega el simbolismo de las fiestas y su rito.

Si hasta los villancicos cantados por Luis Miguel te dan ganas de echar una lloradita, está bien. Pero el consejo es no aislarse. Si sientes que necesitas ayuda profesional, puedes contactarte de manera gratuita con el programa telefónico “Saludablemente”, del Ministerio de Salud.

Y si tienes un ser querido que quizá está pasando un rato difícil esta Navidad, puedes hacer una gran diferencia con un mensaje, una llamada o una invitación.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.