El petróleo ruso sigue fluyendo, y eso es lo que quiere Occidente

Rusia anunció que tiene previsto recortar la producción de petróleo en torno a un 5% el mes próximo en respuesta a las sanciones de Occidente. FOTO: ALEXEY MALGAVKO/REUTERS

El tope de precios del G-7 y las prohibiciones de la UE han frenado los ingresos energéticos de Moscú sin crear escasez. La limitación de precios consiste en prohibir a las aseguradoras, financieras y transportistas occidentales, en los que se basa gran parte del comercio mundial de petróleo, el transporte marítimo de crudo ruso, a menos que se venda por debajo de US$ 60 el barril.


La táctica petrolera de Occidente contra Rusia parece estar funcionando.

En los últimos meses, el grupo de los siete países más ricos (G-7) impuso un nuevo límite de precios a la venta mundial de crudo y productos refinados rusos, mientras que la Unión Europea (UE) prohibió la mayor parte de las importaciones de petróleo ruso. El objetivo de ambas medidas era frenar los ingresos energéticos de Moscú, sin ahogar el suministro mundial y disparar los precios.

De momento, los primeros datos sobre las exportaciones y los precios de la energía rusa sugieren que las dos medidas están manteniendo el flujo de petróleo y la estabilidad de los precios mundiales, al tiempo que reducen las arcas de Moscú.

A principios de mes, Rusia anunció que reduciría su producción un 5% en marzo, como respuesta a las sanciones. Los analistas se han mostrado divididos sobre si la medida pretendía apuntalar los precios o era un reconocimiento de que Moscú tenía dificultades para encontrar compradores.

Lo que más importaba a los funcionarios occidentales y a los expertos del mercado del petróleo: no fue un recorte lo suficientemente grande como para impulsar los precios mundiales del petróleo.

“Se pueden criticar fácilmente las sanciones occidentales en general”, afirmó Henning Gloystein, director de Energía de la consultora Eurasia Group. “Pero las sanciones petroleras tenían como objetivo tanto limitar los ingresos rusos, como no perturbar el mercado. Hasta ahora, eso ha funcionado”, indicó.

La limitación de precios consiste en prohibir a las aseguradoras, financieras y transportistas occidentales, en los que se basa gran parte del comercio mundial de petróleo, el transporte marítimo de crudo ruso, a menos que se venda por debajo de US$ 60 el barril. La sanción experimental fue el resultado de meses de regateo entre diplomáticos estadounidenses y europeos. Los analistas y funcionarios de la industria petrolera se mostraron muy escépticos sobre su aplicación práctica.

Todavía pueden salir muchas cosas mal. Los precios mundiales del petróleo han bajado recientemente por la preocupación que suscita el crecimiento económico en Europa y Estados Unidos. Mientras tanto, China ha eliminado la mayoría de las restricciones impuestas por el Covid-19, lo que podría reactivar su propia economía e impulsar la demanda de crudo.

La producción rusa, por su parte, también puede empezar a caer más de prisa de lo que pretende Occidente, presionando los precios. Según los analistas, las sanciones impuestas por separado a las importaciones de tecnología están dificultando la extracción y el mantenimiento de los yacimientos. Rusia se ha comprometido a no vender petróleo a compradores que respeten el tope de precios.

Hasta ahora, sin embargo, las exportaciones rusas de crudo están resistiendo. En enero aumentaron a 5,1 millones de barriles diarios, frente a los 4,8 millones de diciembre, según la Agencia Internacional de la Energía. Un informe publicado la semana pasada por un grupo de economistas especializados en Rusia que analizan datos aduaneros, concluye que Moscú ha podido redirigir las exportaciones de crudo de Europa a mercados alternativos.

Los investigadores también descubrieron que los ingresos por exportación se habían reducido sustancialmente, aunque cuestionaron que el petróleo ruso se comercializara tan barato como muchos creen.

El año pasado, las ganancias inesperadas de las exportaciones de energía a precios elevados amortiguaron el golpe económico de otras sanciones impuestas a Moscú tras su invasión a Ucrania. Este año, las cosas empiezan de otra manera.

Los ingresos rusos por petróleo y gas natural cayeron un 46% en enero respecto al mismo mes del año anterior, según datos del Ministerio de Finanzas ruso publicados a principios de este mes. Por su parte, el gasto público, impulsado por las compras militares, se disparó un 59% respecto al pasado enero.

Más recientemente, Occidente ha impuesto un conjunto similar de topes de precios y un embargo a escala europea sobre los productos petrolíferos refinados rusos. Los productos más caros, como el gasóleo, tienen un tope de US$ 100 por barril, y los más baratos, como el fuel, de US$ 45. Este mecanismo, que no lleva tanto tiempo en vigor como las sanciones sobre el crudo, podría agotar los mercados antes de lo que desean las autoridades occidentales, amenazando con fuertes oscilaciones de los precios mundiales de estos combustibles.

Los precios del gasóleo en Europa alcanzaron máximos históricos el año pasado ante la preocupación por una posible escasez. Pero han caído más recientemente, después de que los comerciantes se aprovisionaran de combustible.

Por su parte, Livia Gallarati, analista senior de Energy Aspects, dijo que los datos preliminares sugieren que la producción de productos refinados en Rusia cayó a 5,5 millones de barriles al día en la primera quincena de febrero, unos 200.000 barriles menos que en enero. Gallarati cree que Rusia tendrá dificultades para encontrar nuevos compradores para un tercio del gasóleo que solía exportar a la UE.

Rusia ha podido desviar parte de sus exportaciones a Turquía, el norte de África y América Latina. Los compradores europeos, por su parte, han adelantado sus compras de productos petrolíferos rusos, lo que ha creado un importante colchón, al tiempo que han recurrido a proveedores alternativos de Medio Oriente y Estados Unidos.

Según Gloystein, de Eurasia Group, “las medidas no han provocado hasta ahora interrupciones significativas de los flujos de crudo o productos que puedan desencadenar subidas extremas de precios o incluso escasez regional de combustible”.

Se espera que las autoridades occidentales debatan el mes que viene si rebajan el precio máximo del crudo de US$ 60 el barril.

En general, Estados Unidos ha adoptado un enfoque relativamente relajado a la hora de aplicar activamente el tope de precios, que sólo se aplica a los envíos de petróleo ruso que dependen de los servicios marítimos occidentales. Gran parte del comercio de petróleo ruso posterior a la invasión se realiza ahora a través de la denominada flota en la sombra, que no depende de tales servicios y queda efectivamente fuera de la jurisdicción de Estados Unidos y sus aliados.

Algunos detractores de la limitación del precio del petróleo afirman que la flota en la sombra que ha crecido en gran medida para subvertirla, plantea sus propios riesgos. El transporte de tanto petróleo ruso en petroleros viejos con seguros no occidentales puede aumentar el peligro de accidentes o vertidos, afirman algunos corredores de buques y comerciantes de petróleo. La opacidad en la propiedad y el control de estos petroleros dificulta a analistas y funcionarios el seguimiento de la cantidad de dinero que regresa a Moscú.

Las autoridades estadounidenses han declarado que no les preocupa el comercio de la flota en la sombra, argumentando que la dinámica del mercado creada por sus sanciones ya ha reducido significativamente los precios de Rusia. Además, han señalado que Rusia se ha visto obligada a gastar más recursos creando nuevos sistemas de seguros y transporte marítimo para facilitar la exportación de más de su petróleo sin ayuda occidental.

“Desde mi punto de vista, esto está funcionando muy bien para el mundo occidental”, afirmó David Wech, economista jefe de la empresa de datos sobre materias primas Vortexa. “Creo que básicamente se ha alcanzado lo que se pretendía”, concluyó.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.