Alicia García Herrero: "Japón morirá por irrelevancia más que por crisis. Será una economía más en el mundo"

Hasta hace poco, Japón era la segunda economía más grande del mundo. Pero fue destronado por China y el camino, a juicio de Alicia García Herrero, economista jefe de Natixis para Asia, es hacia transformarse en unos años simplemente en una economía más en el mundo. “Japón está achicándose por la caída de la población y porque no crece desde hace 20 años”, sostiene la economista al teléfono desde Hong Kong.
El aumento de los salarios en febrero, conocido ayer, impulsó al yen. ¿Es una buena noticia?
La subida de 2,09% fue menor que el año pasado, no nos engañemos. Esto, pese a los esfuerzos del banco central e incluso del primer ministro, Shinzo Abe, que se reunió con algunas de las grandes empresas japonesas para aumentar los salarios. Esto es más relevante de lo que parece porque hoy Europa no está lejos de esta situación. En concreto, la productividad se ha reducido brutalmente en Japón, por lo cual, aunque el gobierno insista en que los salarios deben subir más, no hay base para hacerlo.
¿Por qué se ha desacelerado el crecimiento de la productividad?
Lo primero es la menor productividad en los sectores que crecen más y lo segundo es que esos sectores que crecen más son donde los contratos laborales son más flexibles. Por lo tanto, por mucho que el gobierno empuje para que los salarios crezcan, al final no pueden de manera sostenible porque no hay fundamento para que crezcan. Esto tiene consecuencias negativas para la inflación, y de ahí la preocupación del Banco de Japón, porque no crea el colchón para el consumo que pretende el gobierno para empujar el crecimiento.
¿Por qué no han funcionado las "flechas" o etapas del plan de reactivación Abenomics? ¿Qué ha fallado en su aplicación?
Volvería a la productividad. Han faltado las reformas para la productividad del factor trabajo, del capital y productividad total de los factores, que explican el crecimiento potencial de una economía y, por tanto, son la clave para Abenomics, porque lo que pretende no es sólo que la inflación sea positiva, sino que Japón vuelva a crecer.
¿Cómo cambiar eso?
Si el gobierno anunciara por ejemplo una reforma laboral que vaya más allá de lo que se discute con mucho ahínco y es abrirse a la inmigración. También está la reforma del sector agrícola, eliminando los subsidios a la producción del arroz, y muchas otras, que hacen que se subsidie un consumo interno de productos que podrían ser importados más fácilmente, en caso de producirse una reforma agraria en Japón. Estas reformas no se han realizado, por lo cual la productividad no ha aumentado, entonces por mucho que se haga política fiscal y monetaria expansiva, no basta porque el crecimiento potencial sin esas reformas sigue siendo muy bajo.
¿Por qué no se han realizado esas reformas?
Uno podría pensar que para Japón es más fácil porque en PIB per cápita, Japón está a años luz no sólo de Chile, sino también de Europa. Pero en economías mucho más asentadas, donde hay una serie de derechos adquiridos por muchas décadas y un nivel de bienestar sostenido, las reformas son más difíciles, porque la población ya espera esos derechos adquiridos. La motivación en algunos casos es que hace menos tiempo que tu situación como país ha sido precaria, y por lo tanto, es más fácil mover a la población, porque entienden cuál puede ser su situación de no producirse esas reformas. Pero cuando la población no entiende a dónde puede llegar a ir porque no lo ha vivido, es muchísimo más difícil que se produzcan esas reformas.
¿Influye también la situación política?
En el caso de Japón, el gobierno de Shinzo Abe ha sido el más duradero de los últimos 40 años. Los gobiernos de Japón han durado cerca de 1 año y medio. Entonces es imposible hacer reformas con esos plazos, pese al dominio del oficialista Partido Liberal Democrático (PLD). Los intereses creados variaban en cierto modo cuando variaba el primer ministro, y, por tanto, las reformas se hacían más difíciles, porque había que encontrar alianzas dentro del partido. El caso japonés es paradigmático de un país adinerado, anclado en su propio bienestar. Y esto es una señal de atención en el caso de Chile. Obviamente Chile no está ahí, pero debe pensar en no llegar a esa situación, es decir, en utilizar ese imaginario colectivo de necesidad de cambio, porque ha habido tiempos más difíciles en el pasado, y no esperar a que ese imaginario colectivo desaparezca, porque entonces el cambio es muy complicado.
Pero ¿Qué frena las reformas específicamente en Japón?
Los colchones de los que hablamos siguen siendo relevantes. Si yo comparo Japón con un país como Sri Lanka, esta última no puede pagar los intereses de la deuda externa. Japón debe muchos intereses y utiliza más de un tercio del presupuesto para pagarlos. Pero este presupuesto no tiene necesidades imperantes: la infraestructura está más desgastada, pero sigue siendo estupenda, al igual que la educación; por otra parte, si bien el envejecimiento crea gasto público, el nivel de ahorro de los japoneses es mucho más elevado que en muchas otras partes del mundo. Yo creo que Japón morirá por irrelevancia más que por crisis. Con irrelevancia me refiero a una población que en 2080 podría ser la mitad. Japón llegó a ser la primera economía del mundo en los '80 y a fines de esa década, en dólares, alcanzó el mismo tamaño que la economía estadounidense. Pero desde entonces es cada vez menos relevante. Pero es muy diferente a economías que no pueden pagar a acreedores externos. Y todavía no reaccionan porque todavía no está en el precipicio.
¿A qué se refiere con que Japón morirá por irrelevancia más que por crisis?
Será una economía mucho más pequeña. Puede que para esa fecha haya 20 ó 30 economías en el mundo más grandes que Japón. Está achicándose por la caída de la población y porque no crece hace 20 años.
¿Qué hacer para evitarlo?
A menos que tuviera una política súper agresiva de inmigración, Japón no puede evitar morir de irrelevancia. Es decir, ser una de las muchísimas economías en el mundo. No puede porque ya es tarde. Lo interesante de los cambios demográficos es que muestran a dónde va un país, porque no se puede cambiar la fuerza laboral de Japón en menos de 20 años, a menos que haya un cambio radical gigantesco y como nunca se ha visto en la política de inmigración, que no va a ocurrir. Entonces ya sabemos que Japón va a ser mucho más pequeño. Pero eso no quiere decir que los japoneses vayan a ser pobres. Abenomics niega esa realidad, o pretende poder cambiarla con una política monetaria y fiscal híper expansiva que no sirve porque sólo acumula deuda y encima sin hacer ninguna reforma para retardar (no eliminar) esta caída frente a un mundo que crece nominalmente mucho más.
¿Qué otros están pasando por esta situación?
Europa. Pero Europa está más atrasada en este proceso. Japón es el frontrunner. En algunos países europeos no hay manera de que los salarios aumenten. La diferencia es que Europa tiene más inmigración y, por lo tanto, tiene otras dinámicas que retrasan el proceso. Pero en esencia el problema es el mismo: la productividad y la inflación son muy bajas, y por lo tanto, Europa corre el riesgo de acabar como Japón. Pero puede que no acabe en el mismo cesto.
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