Es una locura seguir una estrategia de apuestas de martingala
La martingala no es un pájaro cantor, sino una estrategia de apuestas. Cada vez que uno pierde, aumenta su participación: hasta el punto en que ganar en el siguiente juego podría recuperar todas las pérdidas y dejarlo en ventaja.
Ya que ganará tarde o temprano, está seguro de volver a casa con una pequeña ganancia. Siempre y cuando sea infinitamente rico antes de empezar. De lo contrario, si regularmente se mete en martingalas, terminará eventualmente en bancarrota -y mientras más rico es, más grande la escala de quiebra.
Puesto que cualquier persona que estudie el problema sabe que el resultado es la ruina, su banco o su corredor de apuestas, probablemente llame a ponerle fin al juego mientras aún pueda. Tal renuncia le dejaría con una gran pérdida, y permanentemente quejándose de que otros le hayan privado de un gran golpe.
Las martingalas y estrategias similares son la moneda familiar de los mercados financieros. Los asesores de riesgo luchan, no siempre con éxito, para controlar las martingalas de comerciantes deshonestos. Los acuerdos de préstamos pueden especificar que cuando las garantías iniciales se conviertan en insuficientes debe ofrecer más. Los gobiernos han respondido a cada crisis financiera reciente alimentando al mercado de dinero suficiente para evitar un colapso inmediato.
Tomar riesgos audaces siempre ha sido característico de la Unión Europea. Los arquitectos del proyecto europeo creían que si las mecánicas de integración eran desarrolladas rápidamente, las instituciones y electorados de los estados miembros, y el grado de integración económica real entre los límites de las naciones, eventualmente se pondrían al día. Este acercamiento ha funcionado en su mayoría. Pero como en gran parte de los sistemas de juego, funciona hasta que deje de hacerlo.
Cuando las instituciones europeas han fracasado en poner fin a la crisis actual, han vuelto con un compromiso nuevo y mayor. "Haremos lo que sea necesario" es la estrategia, si se le puede llamar así. "Justo a tiempo, lo suficiente", es como mi colega Martin Wolf ha descrito las tácticas a fines de noviembre. Estas son las partes claves del sistema de martingala. Pero los mercados endeudados ilustran un juego malévolo. Un jugador al otro lado de la mesa -mercados financieros globales- tiene grandes recursos, y puede asegurar que en cada ronda se juegue por grandes participaciones.
La reacción de una persona sensata ante el casino es no ir. El siguiente camino es planear irse temprano. Retirarse cuando está en ventaja, y si no puede hacerlo, aceptar una pérdida mínima. Si la eurozona hubiera reconocido rápidamente una derrota sobre Grecia, habría sufrido un fracaso manejable. En cambio ha seguido la martingala. Mientras el tamaño de la apuesta crezca después de una corrida de pérdidas, el compromiso de hacer lo que sea se convierte cada vez menos creíble.
El jugador que confía que su sistema funcionará busca amigos ricos. Cuando la indulgencia de Berlín se agotó, un banquero fue enviado a Beijing. Ahora los jugadores miran al único hincha creíble que queda. Seguro que el Banco Central Europeo puede permitirles ver a través de la noche. El BCE realmente tiene una infinidad de recursos: si se le acaba el dinero, puede imprimir más.
Hasta cierto punto. El dinero creado por un banco central no es gratis -si lo fuera, podríamos todos ser tan ricos como Creso. Los recursos de una agencia monetaria vienen ya sea directamente de los contribuyentes o indirectamente de todos a través de la inflación general. Para financiar la apuesta el BCE tendría que estar dispuesto a comprar no sólo cada bono de gobierno de la eurozona emitido hasta ahora, sino que cualquiera que pueda ser emitido. Y más. Los fracasos subprime y de Lehman demostraron que las cantidades de dinero que se pueden apostar por defecto eran potencialmente más grandes que las cantidades reales en riesgo.
Por supuesto, dicen los abogados de este caso, si sólo el banquero pudiera prometer financiar nuestras pérdidas realmente no tendría que pagar. Si sólo me presta un poco más de dinero, dice el apostador, tendrá de vuelta todo, y más. Esa es la canción seductora de la martingala.
© The Financial Times Ltd. 2011
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