Crítico de la labor del Ministerio de Obras Públicas (MOP) se muestra Genaro Cuadros, director del Laboratorio y Territorio de la Universidad Diego Portales (UDP). "Por el MOP han pasado ministros de bajo conocimiento en la materia", sostiene este  arquitecto y urbanista, master en Ciencias Aplicadas de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.

¿Cómo evalúa los plazos de las licitaciones del Ministerio de Obras Públicas?

-Los proyectos están medio estancados y están recién saliendo, lo que podría pasar al final del periodo de este gobierno.

¿Cree que es posible que se puedan licitar o adjudicar obras emblemáticas como el Aeropuerto Arturo Merino Benítez o el puente sobre el Canal de Chacao?

-En este último tiempo ha pasado que varias licitaciones públicas han terminado siendo declaradas desiertas, ya sea porque están siendo licitadas en último minuto a la fuerza o muy rápido.

Desde ese punto de vista hay una suerte de concentración de licitaciones, pero este es un país que no tiene tantos oferentes como para hacerse cargo de todas las obras, aún cuando estas licitaciones pueden incorporar empresas extranjeras. Hay que recordar que las compañías internacionales finalmente requieren tener capacidades instaladas aquí en Chile.

Entonces, que se produzca este atochamiento de licitaciones, y que éstas no estén programadas a lo largo del tiempo de manera más racional, hace que se corra el riesgo de que no terminen siendo adjudicadas. 

El gobierno se propuso inicialmente una meta de licitar US$8 mil millones y esta cifra ha bajado progresivamente, ¿por qué las obras no se han adjudicando antes, evitando así el atochamiento?

-Creo que se debe a dos factores. Por un lado, se puede atribuir a un desconocimiento por parte de las autoridades sobre el funcionamiento del aparato público y de los sistemas de concesiones.  Creo que eso retrasa la ejecución de estos proyectos que son complejos de implementar y que, además, conllevan siempre la coordinación con otros ministerios.

Por otro lado, una parte importante de la economía estaba concentrada en un momento de bonanza del cobre, por lo cual las obras estaban ahí. Es posible que esto haya hecho que baje el interés de las empresas por concursar en estas licitaciones.

¿Cree que puede haber influido en la capacidad de gestión del MOP el cambio de ministros y de jefes de concesiones?

-Efectivamente, a eso me refiero con la incapacidad del gobierno. No conocen como funciona el aparato público y las decisiones que ha tomado, por consiguiente, han sido erradas. El ministro (Laurence) Golborne fue un pésimo ministro de Obras Públicas. Más allá de sus competencias de gestión en otro tipo de áreas, uno habría esperado una mejor gestión en la cartera.

¿Qué opinión tiene del trabajo de la actual ministra?

-Creo que todo lo que ha pasado le dejó la pega más difícil a la actual ministra, sin embargo, creo que todo lo que ha afectado a las licitaciones es la confianza de que el alto valor del cobre, y la industria minera, sostenía al país, lo que hizo parecer innecesario o no urgía al gobierno a poner el acelerador en otras áreas.

¿Hubo abandono de la infraestructura que no apuntaba a favorecer la minería chilena?

-Claro, la industria minera se comió las capacidades que existían en Chile de enfrentar proyectos de infraestructura. Se están haciendo caminos para la minería, pero esas empresas privadas son las mismas que postulan a los otros proyectos que se requiere sacar adelante.

Las licitaciones tienen presupuestos oficiales pero muchas veces las ofertas los superan y finalmente, se adecua el presupuesto a lo que las empresas ofrecen, ¿qué sucede ahí?, ¿qué le parece ese tipo de situaciones que finalmente elevan el costo de los proyectos de infraestructura?

-Existe un dilema. Hay poca transparencia respecto al costo real de las obras, pero esto es algo que viene arrastrándose desde hace varias administraciones. Es decir, una dificultad para trasparentar los costos reales que implica una infraestructura, lo que finalmente pueden truncar las licitaciones que se quiere llevar adelante, porque se esconde detrás de las propuestas que ganan montos que después van a abultarse por razones obvias dado el tamaño de las obras. Esto va generando un aumento progresivo de los valores de las obras.

¿Es decir que no necesariamente gana la mejor oferta?

-Una obra tiene un determinado costo real. Cuando una empresa se presenta a una licitación proponiendo ese costo real, gana otra empresa que presenta costos más bajos. No obstante, una vez que se comienzan a ejecutar las obras finalmente el costo va a crecer obligatoriamente.

¿Y de dónde sale ese dinero para cubrir esos costos?

-La diferencia la paga el Estado. Es por ello que ésta es una de las grandes dificultades de este sistema. Finalmente, los montos por los que se licitan las obras no son nunca las inversiones reales por las cuales los proyectos se desarrollan.

En la licitación del camino de acceso sur al futuro puente sobre el Canal de Chacao las ofertas superaron en más de un 10% el presupuesto oficial y el MOP anunció que ampliaría este monto para alcanzar a lo ofrecido por los privados, ¿qué señal se da con esto?

-Aquí se ve un desconocimiento absoluto de sus funciones, porque el ministerio tiene que ser capaz de, efectivamente, trasparentar y guiar de buena forma un proceso, no solamente la identificación de las obras, sino también la identificación de los montos con los cuales estas obras pueden ser ejecutadas de manera real. Desde este punto de vista, esto hace ver, a mi juicio, la mala gestión en que estamos instalados.

¿El adecuar los presupuestos a lo que ofrecen las empresas demuestra que hubo un mal cálculo al momento de plantear la licitación o que hay apuro por adjudicar?

-Creo que refleja las dos cosas, pero se origina en el mal cálculo. Es decir, la gestión del MOP probablemente está forzando que estos proyectos parezcan como avanzando y que finalmente logran torcer la transparencia misma del proceso.