Empatía, una nueva forma de medir la sostenibilidad
Más allá de los reportes ESG, la empatía emerge como un nuevo activo intangible que fortalece la competitividad y la legitimidad empresarial.
En un entorno marcado por la desconfianza institucional, la incertidumbre económica y una presión social por mayor coherencia ética, la sostenibilidad empresarial está dando un giro estratégico. Hoy, más que a través de cifras o reportes, las empresas son evaluadas por su capacidad de escuchar, comprender y actuar en sintonía con su entorno.
Así lo plantean desde la consultora Gestión Social, especialistas en temas de sostenibilidad corporativa, desde donde emerge un nuevo concepto que proponen como herramienta de evaluar la conexión emocional con el entorno: la empatía, atributo determinante para el liderazgo corporativo.
“La sostenibilidad no se trata solo de cumplir regulaciones. Se trata de integrar nuevas capacidades, de conectar con el entorno y tomar decisiones más inteligentes y competitivas”, señala Paula García de los Ríos, socia de Gestión Social. Para la especialista, la empatía no es una actitud blanda o emocional, sino una habilidad empresarial que permite anticipar conflictos, reducir incertidumbre y construir relaciones de confianza sostenibles en el tiempo.
Esta mirada implica una redefinición del liderazgo. “El nuevo liderazgo empresarial no se mide por cuánto habla, sino por cuánto escucha”, enfatiza García de los Ríos. En tiempos donde los consensos políticos se diluyen y las instituciones pierden legitimidad, el tejido social busca otros referentes. Las marcas que logran establecer un vínculo genuino con las personas —más allá del consumo— están llamadas a asumir un rol social activo.
En este contexto, con el fin de concretar esta nueva forma de evaluar, surge el estudio “Marcas Empáticas”, desarrollado por Gestión Social junto a Criteria. Esta investigación es capaz de entregar datos reveladores sobre la percepción ciudadana, pero lo que realmente subraya es que la confianza —ese intangible que cuesta construir y se pierde extremadamente fácil— ya no depende solo del desempeño financiero o ambiental, sino de la coherencia entre lo que una empresa dice y hace, profundizan desde Gestión Social.
“El concepto de marca está cambiando. Ya no basta con tener productos competitivos. Las empresas hoy construyen marcas para generar confianza, incluso en sectores que no tienen contacto directo con el consumidor, como la minería o la energía”, explica Matías Chaparro, director de Asuntos Públicos de Criteria.
La empatía empresarial dice Chaparro, en esta nueva lógica, implica comprometerse con las causas relevantes para la sociedad, actuar con valores universales —como equidad, veracidad y protección ambiental— y demostrar con hechos ese compromiso. No se trata de campañas, sino de cultura corporativa. “El desafío está en que las acciones sean coherentes con el discurso. Es ahí donde la empatía se convierte en valor de negocio. No es una moda, no es una sigla más dentro del ESG o DEI. Es una forma de operar”, asegura.
Integrar la empatía como capacidad organizacional implica también repensar la estrategia. Escuchar activamente a trabajadores, comunidades, proveedores y clientes permite detectar oportunidades de mejora, innovar en productos y servicios, y adaptarse con mayor resiliencia a entornos cambiantes. En palabras de García: “Las marcas que actúan con empatía tienen más posibilidades de convertirse en motores del desarrollo, no solo económico, sino también social y ambiental”.
Más allá de estudios o de las tendencias corporativas, el mensaje de fondo según los expertos es claro: las empresas que logren hacer de la empatía una práctica estratégica serán las que lideren el nuevo ciclo de sostenibilidad. En un mundo que exige cada vez más integridad, adaptación y sentido, la empatía no es un valor accesorio, sino una brújula esencial para navegar el futuro, aseguran.
Lo último
Lo más leído
4.
5.
6.