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Felices y aforrados

Felices y Aforrados

“Todo el mundo tiene un plan… hasta que te llega el primer puñetazo en la boca”. Mike Tyson.

En el contexto de la alerta del CFA por la deuda llegando al 45% del PIB y del debate de los ya famosos USD 6.000 millones de recorte de gasto, apareció la variante del número de empleados fiscales: Los 100.000 nuevos funcionarios. La discusión no es si están o no están, sino dónde. En el Gobierno Central o en las municipalidades, en los SLEP o en otros rincones del hipertrofiado aparato estatal.

El hecho es que nuestro Estado, al día de hoy, tiene una plantilla de 1.200.000 trabajadores. Un número impresionante. Para dimensionar la cifra, sólo existen 3 empresas en el mundo que superan al Estado de Chile en dotación: Walmart (2,1 millones), Amazon (1,55 millones) y State Grid of China, la compañía eléctrica de China (1,36 millones). No hay nada más. Claro, se argumentará, con razón, que son cosas muy distintas, que el Estado provee cientos de servicios. Y es verdad. Concedido. Pero no deja de ser sorprendente que en este país estación terminal del mundo tengamos un número de empleados parecido al de Amazon, que vendió 2 veces lo que nosotros producimos en un año y tiene un market cap que es 7 veces nuestro producto.

Es esto casualidad, mala administración, o, por el contrario, responde a un plan, trazado y ejecutado? Hace pocas semanas Óscar Landarretche decía en este mismo espacio que Chile no tenía una estrategia de desarrollo clara. Como prueba de ello, señalaba que en los años de la Concertación cualquiera era capaz de explicar la estrategia chilena, “The Chilean Way“: Una economía pequeña y exportadora, abierta al mundo, con aranceles bilaterales bajos, refrendados en los acuerdos de libre comercio. Del 2014 en adelante, habíamos perdido el rumbo justamente por falta de una estrategia. Tanto así, que nadie sería capaz de explicar el actual plan de pelea chileno.

A riesgo de ser desplumado por el profesor Landarretche, creo que Chile sí ha tenido una estrategia de desarrollo clara, sostenida y estrepitosamente fracasada: ampliar la acción del Estado en todos los ámbitos posibles. Una estrategia Mazzucattiana, si existe el término. “El Otro Modelo“ en acción y con esteroides.

Algunas cifras para demostrarlo: entre inicios del 2014 y el presente año, el Estado chileno, en términos amplios, creció alegre y despreocupadamente un 50%: de 804 mil al actual 1,2 millones, pasando del 9,8% de la Fuerza de Trabajo al 12%. Un doble click indica que el Gobierno Central, de acuerdo a las estadísticas de la Dirección de Presupuestos, creció un escalofriante 82%, de 278 mil a 507 mil personas. Un descalabro completo: El aparato gubernamental creciendo 5,6% por año, mientras el país avanza al 2,5% con suerte. Como es de suponerse, gasto de Gobierno siguió una trayectoria similar: creció 50%, pasando de USD 61 mil millones a USD 93 mil millones. Todo financiado con una ametralladora de reformas tributarias que ahogaron al sector privado.

Esa ha sido nuestra estrategia de desarrollo… Y el resultado es para pedir al trainer que tire la toalla: más de 10 años de estancamiento, creciendo a la mitad de lo que solímos hacerlo. Para financiarlo, nos hemos endeudado, del 10% al 43% del PIB. Y nos gastamos los ahorros: Los Fondos Soberanos pasaron de USD 23 mil a USD 8 mil millones. Lo más triste de todo es que, salvo contadas excepciones como la PGU, los servicios públicos son de igual o peor calidad. La educación no avanza, las listas de espera han crecido y la vivienda retrocede en lugar de avanzar, como lo había hecho en los últimos 40 años. Con un desempleo que ronda el 9%. Así, nuestra idea de Chile como campeón indiscutido de Latinoamérica es ya un recuerdo borroso, de fotos sepia, de boxeadores engominados. Más allá de las discusiones chicas, como el detalle de dónde están los 100 mil, es claro que el gasto estatal en Chile está descontrolado y hay que hacerse cargo.

Cientos de miles de funcionarios cumplen con esmero su labor. Pero las señales de despilfarro son imposibles de ignorar. Lo que necesitamos no es otro parche, sino un cambio de estrategia: detener este camión sin frenos y empezar a empujarlo en la dirección contraria. Antes que sea demasiado tarde. Al gran Mike un buen combo lo dejaba mareado. Para nosotros, expesos medianos devenidos flacuchentos peso mosca, la próxima crisis, que algún día vendrá, no será un jab de advertencia. Puede ser un golpe de K.O.

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