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Manuel Feliú, ex CPC entre 1986 y 1990: "Este es un movimiento telúrico, tal vez el más grande que ha tenido Chile"

El exdirigente de los empresarios recuerda la convocatoria que en la oportunidad le hizo Patricio Aylwin para formar un gran pacto social con la CUT. Hoy cree que es necesario un nuevo acuerdo nacional, el que estima no se puede demorar porque si eso sucede, el país se desmorona.

feliu

Fue uno de los protagonistas del gran pacto social que rigió al Chile democrático cuando comenzó el gobierno de Patricio Aylwin. Se trata de Manuel Feliú, abogado y empresario, presidente en dos períodos de la Confederación de Producción de Comercio (CPC) -entre 1986 y 1990-, y quien se sentó junto a Manuel Bustos, en ese momento presidente de la CUT, para generar un diálogo entre dos sectores que no tenían nada en común. Era el término del régimen de Augusto Pinochet y el inicio de la democracia, época en que las relaciones entre los empresarios y trabajadores estaban quebradas y donde la desconfianza estaba a flor de piel. Pero Feliú y Bustos conversaron prácticamente durante un año y lograron sellar un acuerdo social inédito que marcó las relaciones entre ambos grupos hasta el gobierno de Eduardo Frei Ruiz Tagle.

Hoy, con 87 años, mira con preocupación los hechos que están golpeando al Chile actual y señala: "Históricamente, la situación del país nunca había estado tan complicada como ahora".

Por eso, al iniciar el diálogo, lo primero que hace es recordar al Presidente Patricio Aylwin cuando los convocó a buscar puntos en común y cuando les repetía "sin paz social es muy difícil gobernar un país".

Ante la expectación sobre el futuro de las manifestaciones sociales, señala que este movimiento, el que califica de "telúrico", es mayor que el vivido el 27 de febrero de 2010 y enfatiza que en Chile se perdió el amor a la patria.

Usted estuvo en la CPC cuando el país seguía dividido…

-Ese fue un período muy complejo, porque fue al final del gobierno militar y el presidente (Patricio) Aylwin se hizo cargo del gobierno. Una de sus primeras tareas que se impuso fue obtener la paz social. De hecho, él decía "sin paz social es difícil gobernar un país", por no decir que era imposible. Y así nos pusimos en campaña con Manuel Bustos para lograr un acuerdo entre trabajadores y empresarios que al menos mantuviera a la sociedad en paz durante todo el periodo de tiempo que fuese necesario, por primera vez y cambiar la forma en que se estaban dando las relaciones de los trabajadores y los empresarios.

Una época marcada por la desconfianza…

-Nadie se creía. La relación que había era cero, y en esas circunstancias, prácticamente era imposible lograr acuerdos. Lo primero que hubo que entender es que los seres humanos se relacionan a través de las palabras y, como consecuencia, tuvo que haber una armonía del lenguaje para permitir que ambas partes se entiendan. Es que cuando el lenguaje se hace amable entre las personas, es mucho más fácil avanzar.

¿Ve un símil de ese escenario con el actual?

-La paz social es fundamental, sin ella no tendremos conversaciones ni arreglos. Siempre habrá gente en contra de las soluciones por más buenas que sean, por eso es importante el liderazgo. Hoy tiene que haber líderes que formen un gran pacto y tienen que funcionar sobre la base de los acuerdos.

¿Cómo se puede hacer ese acuerdo?

-Es el momento de los políticos. Ellos representan a los chilenos, pero ellos conforman un club exclusivo -el club de los políticos-, ellos deberían ser los primeros que tomen acuerdos, pasando por sobre sus ideologías. Tienen que tomar acuerdos sobre la base de lo que la gran mayoría de la gente está pidiendo.

¿Falta un liderazgo empresarial más fuerte?

-Todas las instituciones que funcionan en el país y son parte de la sociedad civil, deben tener líderes. Es la única manera de avanzar, si no, volveremos hacia atrás. Ahora se sabe cuáles son las peticiones que ha desarrollado este movimiento que en la práctica es un movimiento telúrico, tal vez el más grande que ha tenido Chile. Este es más que un 27 de febrero, es un terremoto social. Acá se movió todo y se mueve una cosa que es fundamental, se nos mueve el sentir que somos pertenecientes a una sociedad dentro de un territorio, con una nacionalidad y con ciertas bases patrióticas que significan el amor a la patria. Acá lo que se necesita es gente más patriótica, que ame más a su país.

¿Esta pérdida de amor a la patria se vivió antes?

-Yo no había visto nunca esta paralización absoluta del país. Históricamente, la situación del país nunca había estado tan complicada como ahora.

¿Y el 73?

-En ese momento estábamos en una lucha ideológica, pero no solo en Chile, eso se vivió en el mundo. En ese tiempo teníamos pocas esperanzas de que el país lograra trabajar bajo los cimientos de la libertad, ¡era casi imposible! En ese entonces, los países estaban manejados por la ideología comunista, pero pasó el tiempo y llegamos a la década del noventa y las maravillas comunistas se derrumbaron. Con eso, el mundo se dio cuenta de que no había salida por ese lado y que la única forma de salir adelante era buscando acuerdos.

¿El movimiento ahora no es ideológico?

-Hoy en la calle hay de todo. La gente que está en contra de Piñera y la que está a favor de él también está en la calle, porque se dan cuenta que los problemas que tiene Chile hay que resolverlos. Y la forma de resolverlo es conversando. Para eso tiene que haber gente sensata que tenga clara las necesidades que el país quiere mejorar, y sobre esa base y en el entendimiento que no podemos seguir así, resolverlas. Es necesario que el gobierno y el Congreso se pongan de acuerdo y solucionen los problemas de la gente.

¿Hay falta de empatía por parte del gobierno?

-Piñera tiene un muy buen gabinete. Que una persona se equivoque, como se equivocó el ministro (Juan Andrés) Fontaine, al decir que hay que levantarse más temprano, es una cosa posible dentro de la cantidad de problemas que tiene. Eso hace que la equivocación esté permanentemente en su boca, pero hay más acciones positivas que negativas de parte del gabinete.

¿Quién debe pagar ese pacto social?

-El empresariado está dispuestos a hacerse parte del costo, porque si no lo hace, simplemente no habrá empresas en Chile. Ahora, hay que lograr un acuerdo de largo plazo, el cual permita que el país crezca a tasas altas como de alguna manera pasó hace muchos años. Con esas tasas, Chile puede pagar y el mundo sabe que Chile tiene capacidad de pago. Tenemos que mejorar las condiciones para que la gente vuelva al trabajo y mejore sus calidad de vida y así la gente volverá a tener esperanza.

¿Cuánto puede tomar llegar a esos acuerdos?

-Nosotros nos demoramos cerca de un año en lograr un acuerdo con la CUT, pero lo logramos, pero era distinto porque no había una avalancha detrás empujando hacia delante. El tema hoy debería estar un poco más fácil, porque hoy los temas se saben. Ahora hay que redactar los acuerdos. Pero hoy no podemos demorarnos un año, ningún país aguanta esto. Si se espera, el país se desmorona, política, social y moralmente.

¿Cómo queda Chile con esta situación de caos?

-Todo esto nos deja muy mal a los chilenos a nivel internacional. Éramos un país que era un ejemplo en América Latina. El mundo conocía a Chile, sus productos y la calidad de sus empresarios, en el sentido que son cumplidores y serios, ahora qué pasó, dónde quedó todo. Se incendian fábricas, se mata gente. Eso es una demostración de vandalismo y el país no le pudo poner coto a esto. Me parece que si no se enfocan las cosas con la debida dimensión para que se vuelva a ser un país productor, estamos perdidos.

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