Presidente del Banco Central, Mario Marcel: “Sabemos que hasta mediados de 2022 vamos a ser más pobres”

El presidente del Banco Central afirma que en su escenario base, de una caída del PIB de 5,5% a 7,5% en 2020, se considera que en el tercer trimestre las cuarentenas se irán flexibilizando. En el caso que se mantengan, señala que la economía estará más cerca del piso de esa proyección. Para el próximo año subraya que el plan fiscal explica por qué se tiene una proyección tan positiva. “Entre el plan del gobierno y las medidas del BC, el impulso que vamos a tener el 2021 va a ser muy significativo”, dice. No obstante, advierte que en el evento de un rebrote fuerte del virus, “comenzarían a aparecer riesgos para la estabilidad financiera”.


El de esta semana, correspondiente a junio, fue un Informe de Política Monetaria (IPoM) 100% remoto. “No hubo ninguna reunión presencial en todo el proceso”. Así describe el presidente del Banco Central, Mario Marcel, la elaboración del complejo documento que cuantificó el impacto que la crisis del Covid-19 está provocando en la actividad económica. Su construcción -relata Marcel- requiere de bastante interacción, primero entre el staff técnico y luego las discusiones entre el consejo. “Cuando se hace eso por videoconferencia se vuelve más complicado, toma un poco más de tiempo”, cuenta.

En el IPoM se pone énfasis en la incertidumbre que existe hoy para hacer proyecciones, y por eso se fija un rango de crecimiento del PIB más amplio de lo normal. ¿La incertidumbre apunta a que lo que está provocando esta crisis es una razón no económica?

-Efectivamente. Nosotros normalmente hacemos las proyecciones con un rango de un punto porcentual en marzo, después bajamos a 0,75 en junio, 0,5 en septiembre, y ya una estimación puntual en diciembre. Esos rangos corresponden más o menos al margen de error que dan los modelos con los cuales nosotros trabajamos. Pero en este caso, la fuente de la incertidumbre no tiene que ver con eso, ni es económica, sino que se desprende de que el principal determinante en la evolución de la actividad es la extensión, estrictez y duración de las cuarentenas y de otras medidas de control sanitario.

Ustedes prevén que en el tercer trimestre debería comenzar una cierta recuperación. Considerando que ya estamos casi en el inicio de ese período y que, desde el punto de vista sanitario, no se ve una mejora, ¿qué tanta confianza tienen en esa proyección?

-Nosotros suponemos que en el curso del tercer trimestre se irá produciendo una flexibilización de las cuarentenas y, en la medida que eso ocurra, la actividad se podrá ir recuperando, así como el empleo. Cerca de la mitad de la caída en la ocupación en estos meses corresponde a trabajadores por cuenta propia, que no pueden salir a desarrollar sus actividades, por lo que es probable que sea el primer grupo que vuelva a trabajar cuando se flexibilicen las restricciones. En todo caso, la posibilidad de que estas restricciones se prolonguen por todo el tercer trimestre está considerada en nuestro rango de proyección y corresponde al extremo de mayor caída de la actividad. Es decir, cuando miramos la parte más baja del rango, con una caída de 7,5%, se trata de un escenario en el cual las cuarentenas, como las conocemos actualmente, se prolongan al tercer trimestre.

¿Y qué pasaría en un escenario más negativo, donde se pudiera dar un segundo brote? ¿No lo tienen considerado dentro de este -7,5%?

-En el IPoM hacemos una distinción entre lo que llamamos “escenarios de sensibilidad”, en los cuales es posible hacer converger la inflación y mantener el crecimiento dentro de rangos similares con ajustes en la política monetaria, y luego hablamos de “escenarios de riesgo”, donde las diferencias ya son mucho más grandes, y por lo tanto, la política monetaria, tal como la conocemos, no es suficiente como para asegurar la convergencia de la inflación a la meta y se pueden combinar con otro tipo de problemas en la economía. En un escenario en el cual hubiera un rebrote significativo, al que se respondiera con cuarentenas muy prolongadas, comenzarían a aparecer riesgos para la estabilidad financiera, porque ese es un escenario en el cual, pese a todos los apoyos, pueden empezar a producirse quiebras de empresas, deterioros significativos de las carteras y la banca puede que ya no tenga el capital suficiente como para mantener el flujo de crédito. Estos son escenarios en los que los objetivos de política monetaria se mezclan con los de estabilidad financiera y se requeriría un instrumental más poderoso para actuar. Este es el tipo de situaciones en que ayudaría mucho tener más capacidad para actuar en el mercado de renta fija, por ejemplo, mediante transacciones de bonos del Fisco.

Para el próximo año su proyección de crecimiento del PIB es de entre 4,75% y 6,25%, lo que apunta a una salida en forma de V. ¿En qué se sustenta?

-Nosotros hemos evitado ocupar las letras del alfabeto para describir la dinámica de la economía. Cuando hemos hablado de la velocidad de la recuperación, lo hemos hecho para llamar la atención sobre la condición en que estarán las empresas y los trabajadores para poder responder a las posibilidades que irán abriendo los cambios en las restricciones al movimiento y a la distancia social. El rango de proyección para 2021 supone que logramos mantener a las empresas en pie a través de las distintas medidas que se han estado implementando, y que la economía se beneficia de una reversión de las condiciones externas tan adversas que ha enfrentado este año, así como del fuerte impulso fiscal y monetario que estará recibiendo.

¿Y cuáles son los escenarios base que maneja el Banco Central?

-Si las empresas logran reducir su déficit de caja y logran financiar el saldo con crédito barato, en plazos razonables y con buenas condiciones financieras, van a poder reactivarse con mucha más facilidad, especialmente si tienen la capacidad para reincorporar a sus trabajadores. Si, en cambio, tuviéramos muchas empresas quebradas y las cadenas de valor resentidas, la recuperación sería mucho más difícil. Ese es el punto que hemos estado tratando de enfatizar y que sigue siendo válido. Qué capacidad de respuesta tendrá la economía cuando se genere el espacio de la reactivación.

¿Y cómo esperan que resulten las empresas luego de la crisis? ¿Qué tan dañada puede quedar la capacidad productiva del país de largo plazo?

-Tenemos que pensar que en los últimos ocho meses hemos tenido no solo uno, sino que dos shocks al sistema productivo. El primero lo produjo la crisis social y ahora el coronavirus, que, por supuesto, ha sido mayor y sin que la economía hubiera alcanzado a recuperarse plenamente del anterior. Por eso se ha articulado una respuesta inédita de política en cuanto a los recursos destinados a mitigar el deterioro del ingreso disponible de los hogares y los déficits de caja de las empresas, unido a un gran impulso al crédito. Todo esto ha limitado el daño a la economía, que podría haber sido mucho mayor, pero aún nos falta saber cuánto tiempo permanecerán las medidas restrictivas y de qué manera se van a ir flexibilizando. Por eso se han prácticamente duplicado los impulsos fiscal y monetario con las decisiones de la última semana. No obstante, como ha sido un shock muy repentino y violento, sumado a la contracción anterior, aun con una velocidad trimestre a trimestre relativamente buena de crecimiento, nos tomará bastante tiempo volver al nivel de actividad que teníamos antes de todo esto.

Cuando pase la crisis, ¿el país será más pobre que antes de entrar en ella?

-Sabemos que por lo menos hasta mediados de 2022 vamos a ser más pobres. Si lo medimos en términos per cápita, será incluso algo más. Y eso que dadas las fortalezas de la economía chilena y la magnitud de la respuesta de política, estamos entre los países en que se proyecta una recuperación más acelerada. En general, todos los países van a ser más pobres, la mayoría durante más tiempo que nosotros. Pero estamos conscientes de que eso no es un gran consuelo para el que ha perdido su empleo, ve retroceder sus condiciones de vida o no puede abrir su negocio. Solo nos sirve para entender dónde está nuestro país en el contexto de esta catástrofe económica mundial que ha provocado la pandemia.

¿Para el crecimiento del próximo año tienen incorporado el aporte del plan fiscal?

-El acuerdo se terminó de sellar el domingo (pasado) en la madrugada y nosotros teníamos que tener todas nuestras proyecciones antes de la Reunión de Política Monetaria del martes, de modo que nuestros equipos trabajaron a toda máquina para integrar lo que estuviera disponible. Eso deja fuera muchos detalles de las medidas incluidas en el plan que aún se están afinando. Pero podemos decir que las características principales de ese plan están recogidas en los rangos de variación del PIB para 2020 y especialmente 2021, que es cuantitativamente más importante en la distribución de los recursos. Este plan fiscal ayuda a explicar por qué tenemos esta proyección positiva para 2021, incluso más positiva de la que tienen otros países. Entre el plan del gobierno y las medidas del BC, el impulso fiscal y monetario que vamos a tener el 2021 va a ser muy significativo. Esto, junto con el proceso de reactivación de las empresas, ayuda a entender por qué estamos proyectando una recuperación relativamente importante en 2021.

¿Y considera las variables internas como la crisis social y el proceso de reforma constitucional?

-Es difícil asignarle un valor económico a un proceso que es político. Recién vamos a retomar el proceso constitucional en unos meses más con el plebiscito que sigue programado para octubre y de ahí en adelante, si gana la opción “apruebo”, se definen las características de la convención constituyente, la definición de un método de trabajo, el proceso deliberativo, la generación de acuerdo, la redacción del texto y el plebiscito ratificatorio. Es un itinerario de 2 años al que es muy difícil asignarle un valor económico específico. Pero sí hace una diferencia el que este proceso constitucional permita encauzar la crisis social, evitando nuevos episodios de violencia. Nosotros suponemos que así será, pero hay que reconocer que hay aquí un factor de riesgo.

¿Pero puede jugar un rol importante en el crecimiento?

-Me parece que una pregunta importante es cómo se desarrollará ese proceso constituyente después de la experiencia del Covid-19. Porque un shock de esta magnitud hace reflexionar a todo el mundo sobre el tipo de sociedad e instituciones que queremos, cómo nos gustaría que funcionaran las cosas, incluyendo el rol de la economía. En Chile tenemos la particularidad de tener programado un proceso constitucional muy cercano y eso nos dará la oportunidad de intercambiar e institucionalizar esas reflexiones. No me atrevería a anticipar cuál será el resultado de todo ello, pero creo que sí se puede suponer que será distinto de si no hubiéramos experimentado, como individuos, familias y comunidades, la experiencia traumática de esta pandemia.

¿Puede darle una mayor relevancia a la institucionalidad que formó y tiene Chile?

-Diría que se ha hecho más visible la importancia de las instituciones para la sociedad.

¿Y también valorar un Banco Central autónomo?

-Yo espero que cuando en el proceso constitucional se aborde el tema del Banco Central, se haga una discusión seria e informada. Sabemos que esa discusión va a existir, nunca nos ha parecido algo inconveniente, y para ese momento lo único que uno puede esperar es que se haga con todos los antecedentes disponibles. Porque en Chile la autonomía del Banco Central no es algo hipotético. Ha sido algo muy concreto durante 31 años, incluyendo este último, que tantos desafíos nos ha puesto por delante.

Mínimo técnico de la TPM en 0,5%: “Es una evaluación que podemos ir actualizando en la medida que contemos con nueva información”

¿Qué le parece el proyecto que envió el gobierno el jueves, que permite que el Banco Central pueda comprar bonos del Tesoro? ¿Es una herramienta necesaria para enfrentar la crisis?

-El proyecto responde muy bien a lo que se discutió en la Comisión de Hacienda con el ministro y los integrantes de la comisión. Elimina una anomalía que tiene la legislación chilena respecto de la que rige a la mayoría de los bancos centrales del mundo, que les permite transar bonos del gobierno en el mercado secundario para cumplir con sus funciones de control de la inflación y promoción de la estabilidad financiera. Esta es una herramienta que no nos ha hecho falta en tiempos normales, pero con la cual es importante contar en un escenario más exigente como el actual. Poder comprar bonos del Tesoro en el mercado secundario permite entregar más liquidez a la economía cuando la tasa de interés ha llegado a su mínimo, influir sobre las tasas de mercado, evitar que ajustes de portafolio de los inversionistas generen excesiva volatilidad y anclar aún más las expectativas de inflación.

¿Qué le parece que el ministro de Hacienda pueda suspender la decisión del Banco Central de comprar bonos del Fisco?

-Es una facultad con la que el ministro cuenta respecto de otras decisiones del Banco Central, en las que el legislador ha buscado generar algún espacio adicional de diálogo entre las instituciones. No es algo particularmente anómalo en la normativa del Banco Central y, afortunadamente, nunca un ministro de Hacienda se ha visto en la necesidad de usarlo.

Ustedes han estado planteando la necesidad de salir en apoyo de todo tipo de empresas. ¿Cuál es la mejor fórmula para ayudar a las firmas más grandes?

-En el sistema productivo hay una gran interrelación entre las empresas, a través de proveedores, contratistas, distribuidores, clientes. Hay operaciones de crédito incluso a través de pago diferido de facturas entre las empresas. Las empresas grandes, además, emplean una proporción importante de los trabajadores. Entonces, el buen o mal funcionamiento de una empresa grande influye también sobre otras empresas, e incide sobre el empleo directa e indirectamente. Es necesario tener esa visión sistémica y, al mismo tiempo, estar conscientes de que, a diferencia de lo que ocurrió en los años 80, donde la banca y las grandes empresas que integraban los grupos económicos fueron en buena medida responsables de la crisis, en este caso el origen es totalmente ajeno a ellas. Ahora, las empresas grandes no tienen los mismos problemas que las empresas más pequeñas, y cualquier apoyo que les dé el Estado debe ser apropiadamente compensado. Otros países han recurrido a garantías remuneradas, bonos convertibles o aportes de capital, pero siempre acotando mucho más el riesgo y el costo para el Estado. En cualquier caso, antes de llegar a este tipo de respuestas, es importante reactivar los mercados donde normalmente se han financiado estas empresas, como el mercado de bonos corporativos. Eso reduciría mucho los casos que requieren de soluciones especiales.

¿La tasa de interés se mantendrá en el 0,5% o hay espacio también, en caso que la situación se agrave, de poder bajarla aún más?

-Este mínimo técnico lo hemos estimado en base a las características de nuestro mercado financiero, particularmente, la importancia que tienen los fondos mutuos tipo 1, que tienen activos más líquidos y de corto plazo. Nuestra evaluación es que esos 50 puntos base permiten que estos fondos mutuos sigan funcionando con normalidad. Pero esta es una evaluación que podemos ir actualizando en la medida que contemos con nueva información. Una oportunidad para hacerlo será con la actualización de los parámetros estructurales, como el crecimiento tendencial y la tasa de interés neutral. Eso no quiere decir que vaya a cambiar, pero sí será una oportunidad de actualizar la estimación.

¿Esa revisión se realizará en septiembre?

-Normalmente la revisión de los parámetros estructurales la hemos hecho en septiembre. Pero como estamos en un período en que están cambiando muchas cosas en la economía, vamos a tener que evaluar si vamos a tener información suficientemente confiable para poder hacer este ejercicio. Hay que pensar que están ocurriendo muchos fenómenos que pueden incidir sobre la productividad, la organización de la producción, las formas de trabajo.

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