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Sergio Arias: "Yo no vendo ropa, visto a la gente"

De una familia pequeña, Sergio dice que llegó al mundo de la moda por accidente. De profesión relacionador público, ejerció por más de seis años en esa área hasta que un día, Christian Dior, una de las casas de modas más prestigiosas del mundo, tocó a su puerta. La explicación tiene que ver con su manejo de situaciones, personalidad y, por supuesto, gusto. Su paso por Dior determinó el rumbo que tomaría la vida de Arias, que por estos días está en Europa nutriéndose de tendencias y buscando las prendas que conformarán su colección para 2015.


¿Cómo llega al mundo textil?
Trabajaba como relacionador público y, en ese contexto, tuve la posibilidad de contactarme con la marca Christian Dior por un trabajo puntual. Así llegó la oferta de hacerme cargo de la apertura de la primera tienda Dior en Latinoamérica y que daría su inicio en la inauguración del Alto Las Condes, concebido en ese entonces, como un mall de lujo, completamente de elite. Ese es mi ingreso al mundo de la moda.

Pero no fue un proceso sencillo.
El decidirlo fue sólo el primer paso. Luego me fui a vivir a París por tres meses, a impregnarme de todo lo  tenía que ver con la ropa de hombre. Ahí estudié diseño, merchandising y todo lo relacionado con la parte estética de una marca, aprendí todo lo que soy. Me crié y formé en la mejor casa del mundo de ese minuto.

Hoy es un nombre reconocido a la hora de vestir bien, ¿cómo se siente con eso?
Muy orgulloso, porque creo que no hay un diseñador de hombre chileno que haya logrado convertirse en lo que he conseguido. Me preocupo de mi cliente hasta en el más mínimo detalle. Y esa entrega yo se la doy a sea quién sea. Se puede tratar de un personaje público, un político o figura de televisión. Puede ser un abogado o empresario, pero el interés que pongo es siempre el mismo. 

Después de ocho años deja Dior, ¿fue una decisión compleja considerando el peso de esa casa de modas? 
Llevaba harto tiempo ahí y me empecé a dar cuenta de que venía un cambio. De hecho, hoy  Dior no existe en Chile. He tenido la suerte de nunca tener que buscar trabajo, sino que siempre me han buscado para ciertos desafíos. Falabella, a través de su parte manufacturera me ofreció hacer un proyecto de sastrería a medida. Y me metí a trabajar  a una mega empresa, totalmente distinta a Dior. Quise dar este paso. Hacer esto de desarrollar por mí mismo una marca desde cero, fue como formar un hijo. Se trataba de un desafío importante y formé Monferrato, una experiencia súper bonita. 

Después formó otra marca.
Claro. Por una decisión de la compañía, deciden cerrar Monferrato. Tomé las riendas y formé Ziano Montello. Pero con el correr del tiempo me di cuenta que el padre de todo esto era yo.  Las personas me buscaban independientemente  de la marca en que pudiera estar trabajando, porque el vestir a la gente es lo que me caracteriza. Siempre lo digo: yo no vendo ropa, yo visto a la gente, que es muy distinto.

¿En qué se fija al asesorar a alguien?
Creo que siempre hay una forma para verse mejor y mi éxito es netamente por eso. Me preocupo de que la persona que visto se vea espectacular para el momento que sea: una reunión, su matrimonio, el padrino, el político, el animador del Festival de Viña. O sea, visto desde el hombre más mediático, como puede ser el rostro del Festival de Viña, (donde este 2015 cumplo diez años vistiendo al animador), hasta un señor que quiere un diseño para trabajar en su oficina. El objetivo es el mismo: que el tipo  se vea espectacular. 

¿Cómo es moverse en un mundo como el de la moda en Chile?
El vestir a la gente como lo hago, me ha permitido en la vida -y estoy súper agradecido de ello- conocer gente, tener una cercanía. También soy  un poco psicólogo. Saber en qué mundo se mueven, qué hacen los fines de semana. Así me hago una película de quién es la persona que tengo al frente. Al tener toda esa información,  puedo recomendar el estilo que me gustaría para esa persona. Nunca lo impongo. Creo que no hay nada peor para un hombre que sentir que se disfraza o vestirse de una persona que no es. Y eso queda clarísimo al analizar a los últimos tres animadores de Viña. A Sergio Lagos le di un estilo completamente distinto al de Felipe Camiroaga o al que tiene hoy Rafael Araneda, porque se trata de tres personas absolutamente diferentes.

¿Qué es Sergio Arias Atelier?
Es una vuelta de la vida en que dejé a mis hijos (Monferrato y Ziano Montello), para ser definitivamente una marca, donde se busca dar una atención personalizada, privada y exclusiva. Así nace mi Atelier, donde lo que busqué fue una casa para que la persona no fuera al negocio de Sergio Arias, ni a la tienda; sino que fuera a su casa. Un espacio donde recibo a mis amigos, por lo mismo es que no tengo letrero. Además, le pedí al arquitecto, Gonzalo Ramírez, que la casa reflejara un poco lo que soy y que tuviera una característica especial. Por lo mismo es que la casa es negra con la puerta roja y esas características son las que le indico a quienes me preguntan donde queda. Es un concepto, tiene una personalidad propia. Interiormente hay un espacio  acogedor, donde se respira una buena onda, eso me fascina.

¿Cuáles son sus desafíos actuales?
Siempre que viajo hay cosas nuevas. La moda es algo que está en constante reinvención. Quizás me vaya a otro lugar, quién sabe, tal vez cruzar la frontera. Me gustaría compartir este concepto tal vez en Lima o Bogotá. Son metas que a veces uno se pone en la cabeza. La moda está evolucionando y el hombre latinoamericano es muy similar en toda la región. Es un desafío bonito porque a donde me quiera ir, nadie me conoce. Tengo un prestigio en mi país o una carta de presentación, pero obviamente tengo que formar o ingresar a un mercado diferente. 

¿Qué pasa introspectivamente cuando se da cuenta de que su nombre se ha convertido en una marca?
Yo no me creo el tema de la fama ni el prestigio. En el fondo, yo trabajo y mi única preocupación  en la vida es trabajar y satisfacer a mis clientes. Cuando me doy cuenta o cuando mi entorno me empieza a decir: Sergio aterriza, eres tú la persona, me doy cuenta que está pasando algo.  Soy un agradecido de la vida porque creo que a mis 52 años estoy en  la plenitud de mi vida profesional. He logrado un nombre a nivel nacional, soy un referente de la moda. Y feliz de serlo, pero por mis clientes. A todos nos gusta ser reconocidos por nuestro trabajo, pero mi principal motor es que mis clientes se sientan felices. Por eso, cuando visto a un novio o alguien me dice que se ve bien, eso. Para mí es la mejor satisfacción.

¿Usted cree que el chileno está apostando por vestirse mejor?
Lo que pasa es que en la moda, el hombre ha cambiado demasiado en los últimos diez años. Se debe a una apertura, la tecnología y la globalización. Chile se abrió al mundo a través de internet y de la facilidad que hay para viajar. Ir a Nueva York o Europa ya no parece algo tan alejado. Toda esa apertura se nota también en las empresas. Un ejecutivo está hoy en Santiago, mañana en Londres y dos días más tarde le toca ir a China. Entonces claro,  en Chile tal vez podamos manejarnos con la zapatilla y el pantalón. Pero afuera, no. El vestuario de una persona comunica. El cómo te vistes, es como la gente te ve. Eso es así. Lo mismo ocurre como un político o un novio. Ahora, el hombre busca algo distinto. A mí me gusta mucho vestir  novios para medio día, cuando se casan en la playa o en una viña, porque juego con los colores. Hay una búsqueda.

¿Qué tan rentable es un negocio como éste?
Bastante. Pero hay que tener claro que todos los creativos necesitamos un partner que nos maneje el negocio. Yo tengo la suerte de tenerlo y esa persona me ve la marca desde ese punto de vista cauteloso. Creo que los creativos lo necesitan, porque de lo contrario, cuesta mucho que se convierta realmente en un negocio, sino siempre andas al tres o al cuatro.

¿Afecta el momento económico que vive Chile?
Claro, pero es producto de lo que pasa con la economía en general. Al comprar todo afuera, las fluctuaciones del dólar me afectan de manera directa. Por ahí te puede jugar un poco en contra el tema económico nacional. Pero en términos generales, si lo manejas bien, no deberías tener grandes saltos. Es mejor tratar de mantener esto así, pequeño.  El mismo sueño que te comentaba (eso de tener algo afuera), hay que madurarlo un poco más. Ver si realmente es un buen negocio. Hay que irse tranquilos por las piedras.

Cómo vestir según Arias

¿Qué tan determinante puede ser el vestuario a la hora de conocer a una persona?
Como te ven vestido, te tratan. Nunca hay que ir sobrevestido. Siempre sobrio, elegante. Un ejemplo clásico son las entrevistas de trabajo. Tú no puedes ir más elegante que tu interlocutor, porque él se puede sentir amenazado. Hay muchos lenguajes a través de la ropa. Si ves a alguien manchado, supondrás que es alguien despreocupado.

¿Qué rol juegan los accesorios?
Las corbatas son tan vilipendiadas. Es típico el que dice 'No quiero usar corbata'. Pero sigue siendo una prenda determinante a la hora de querer verse formal. Además, la corbata es una prenda que te permite cambiar. Por ejemplo si usas el traje azul, la camisa blanca y día tras día cambias sólo la corbata, ya tienes un look diferente. Sigue siendo un accesorio importante para los hombres. Es una prenda que jamás va a dejar de estar presente.

¿Cómo vienen las corbatas ahora? 
Una es la slim que lleva un tiempo de moda. Es delgada, más cool y ondera. Pero hay otra, la más formal, un poquito más ancha. Toda la moda viene más estilizada. Se dejó de lado esa corbata anchota. Para graduación, por ejemplo, los chicos siempre piden slim.

¿Qué pasa con las camisas?
Al igual que con las chaquetas, uno de los errores comunes es que el hombre tiende a usar camisas muy anchas, muy largas de mangas. El hombre es bien divertido. Acá llega gente y yo le digo 'por qué andas vestido así, explícame por qué, tú podrías verte mucho mejor'. Le hago tres o cuatro cosas y cambian en 180 grados. Dentro de eso está la camisa, donde usan verdaderas carpas sin siquiera ser gorditos. Hay gente que se mata haciendo ejercicio y después se pone una camisa enorme. No digo que vaya apretado, porque también se ve horrible. Pero hay que se  criterioso. El hombre tiende a usar la  ropa grande y ese es su principal error.

¿Cuál es la importancia de los materiales?
En el caso de los hombres, es absolutamente importante la calidad de materiales. Sobre todo considerando que vestimos usualmente en gris, azul y negro. Todo igual. Pero la verdad es que hay trajes azules y trajes azules. Una tela buena se nota de inmediato, por el brillo, caída y corte. La calidad de la tela es importantísima. Pero un traje de polyester-rayon tiene una caída más tiesa. Claro, se traduce en que ese traje es mucho más económico. Hay mercado para todo, pero una buena y linda tela se nota.

¿Qué pasa con los calcetines?
Los calcetines hoy vienen un poco divertidos. Ahora, en términos  generales, la regla es que sean del color del pantalón. Pero hay excepciones, como si usas un pantalón claro y zapato negro. Ahí no puedes ponerte uno claro. En ese sentido no hay una regla 100% clara. 

¿El cinturón?
A pesar de que es evidente, aún hay mucha gente que mezcla un zapato oscuro con un cinturón claro.  El cinturón siempre debe ser del color del zapato. 

¿Qué rol cumplen los zapatos?
Los zapatos son súper determinantes a la hora de vestirse. Yo le digo a mis clientes que si el zapato no lo puede comprar conmigo porque es muy caro, me tienen  que enviar una foto de el que se va a comprar, ya que marcará la tenida completa. O sea, puedo ver un look fantástico, pero un zapato que no corresponde, echa a perder la tenida completa. Es algo determinante a la hora de vestirse bien.

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