“Me portaba mal cuando se me pasaban las copas y obvio… ¿Quién no se ha cagado a su señora medio pasado?”


La semana pasada, en el diván del runner, revisamos la salud psíquica de una deportista amateur cuya carrera se ve interrumpida -indefinidamente- por los embarazos y la crianza de sus dos hijos y ahora es el turno de revisar la salud espiritual de un corredor amateur que, tras una lesión, se ve obligado a hacer una profunda introspección y a cuestionarse qué está haciendo con su vida y hacia dónde va.

Vamos con Jaime, personaje ficticio que ya ha estado en varias oportunidades en este mismo diván:

Han sido semanas… ya meses… difíciles. Es complicado estar fuera de las pistas y si no hubiera estado viniendo a desahogarme contigo, creo que me voy un poco a la chucha. Y cuando creía que ya estaba saliendo a flote, me fui a la B.

“Esa tarde supo, de boca de su exseñora, que tenía pareja y que se la quería presentar a los niños”

¿Qué pasó?

Sé que es patético, pero me fui a negro con esto de que mi exseñora le va a presentar su pololo a mis hijos. Lo sé, suena cavernícola, pero nunca pensé en estas cosas cuando me separé, pues me dediqué a webear y después a correr para no pensar.

¿Pensar en qué?

Sé que le pongo color, pero es como si la Maca me pateara justo en la pierna que tengo pa’ la cagada. Me pegó en la herida y siento como que esto fuera una nueva recaída de mi separación (silencio). Y para enredar más las cosas, le conté mi drama a la Javiera -mi amiga del running que te mandé para acá- y caché que las había embarrado.

¿En qué sentido?

Puta, soy tan egocéntrico que pensaba que yo no más estaba pa’ la cagada… y veía a esta mina tan firme, tan fuerte, que nunca pensé que mis atados la hicieran cuestionarse su matrimonio. Al principio le hablaba a calzón quitado de mis atados con la Maida, esa pendeja con la que salía recién separado, pues se conocían del colegio. Y claro, me terapeaba corriendo a su lado y ella se cagaba de la risa y eso me encantaba. Pero después le seguí contando todos mis rollos con la Maca, mi exseñora y creo que ahí empecé a cagarlas medio a medio…

¿Qué le contaste?

Que estaba chato de estar casado con una santa. Una mina que no trabajaba, ni entrenaba ni nada, pues para la Maca la casa, sus hijos y su marido lo eran todo. Era como la incondicional de Luis Miguel, que suena la raja, pero nadie te cuenta lo fome que envejece esa balada. Era latera la dinámica, aburrida la incondicionalidad, y de puro parqueado me portaba mal cuando se me pasaban las copas y obvio… ¿Quién no se ha cagado a su señora medio pasado?

¿Me estás preguntando?

No… sí… no sé… la webada es que nunca me cagué a la Maca seriamente o sobriamente, que ahora que lo pienso… es como la misma webada. Y todo funcionaba hasta que conocí a la Maida, una pendeja de la que lamentablemente me enganché, pues pese a la diferencia de edad, estábamos en la misma y lo pasábamos la raja. Y al principio todo me daba igual, pero de golpe y porrazo me fui de la casa, me quedé sin pega y me fui a la chucha fuera de la matrix… Y mira que soy weon, de estas cosas hablaba con la pobre Javi…

¿Y qué crees que le pasaba a ella?

No soy psicólogo para responderte esta pregunta, me miraba con ojos de animé. Supongo que se sorprendía, pero después caché que se fue interesando porque me iba haciendo más y más preguntas, hasta que un día después de un entrenamiento se soltó sus lagrimones y me contó que estaba chata de su marido, que llevaba años aguantándose… Y puta, siento que sin querer le abrí los ojos…

¿Qué quieres decir?

Mira, nunca me imaginé que una pendeja tan rica, tan ordenada, tan perfecta… le pudiera gustar un weon tan pa’ la cagada como este servidor, pero al parecer así fue y siento que la Javiera se ha enredado más de la cuenta… y como no sabía que hacer le pedí que te viniera a ver… pues yo no estoy en condiciones de estar con alguien. Y te juro que no había cachado nada, hasta que di jugo contándole a la Javiera mi rollo del pololo de mi exseñora. Ahí caché que se molestó mal y para alivianar la onda empecé a tirar tallas, pero las cosas con la Javiera cambiaron.

¿Qué cambió?

La Javi es demasiado buena mina y está pasando por un mal momento, pues a diferencia de mi exseñora, la maternidad la ha golpeado. La Javi es deportista de verdad, tiene una pega super demandante y es mamá de dos. Yo no creo en los milagros, pero para que esa webada funcione se necesita uno grande y yo no tengo pasta de Salvador. Al revés, creo que las ando puro cagando.

¿Cómo así?

No te voy a mentir, me duele cuando pienso en que me cagué a la Maca de puro pendejo. Pero siempre fui así, tan así que cuando nació nuestro primer hijo me dolió ser desplazado… pero como nunca pierdo, le saqué partido a la situación y me convencí de que con una mamá feliz en casa, aumentaban mis libertades.

¿Cómo así?

Simple. En mi cabeza la Maca se quedaba feliz con los niños mientras yo carreteaba. Además, como era el macho proveedor, podía viajar sin cargos de conciencia. Y cuando no estaba, nadie me extrañaba mucho, así que todo era perfecto, sin grandes dramas. Ese era mi matrimonio y como ya cachaste, nunca le puse mucha cabeza… (silencio)… pero cuando crecieron mis tres hijos me empecé a aburrir y eso nunca es bueno.

¿Qué te pasó?

Puta, me siento un canalla poniendo en palabras estas webadas, pero estaba chato de tener una señora del siglo pasado… y ni siquiera… porque muchas de las señoras de mis amigos trabajaban. Y en la pega siempre hay minas de todas las edades, ricas y no tan ricas… con tema… Pero lo peor de todo es que aunque te suelte esta pachorra, una parte grande de mí, está más arrepentida que la chucha, pues no estoy preparado para que mis hijos estén con otro weon … (silencio)

¿En qué estás?

Nada, pensando qué chucha voy a hacer, pues ahora sí que si se acabó mi separación. Me acaba de caer la teja de que es irreversible. Y supongo que estoy cagado de miedo, pues no sé qué mierda hacer de aquí en adelante.

¿Qué ves?

Todavía me acuerdo cuando me hablabas de la importancia de proyectarme al futuro y de mi salud espiritual. Nunca te dije nada, pero yo pensaba… ¿que se habrá fumado mi coach? No soy de hacerme esas preguntas sobre qué quiero hacer cuando tenga cincuenta, pero esto de la Maca y el enredo con la Javi me hizo darme cuenta de que por muy pastel que sea, no le quiero cagar la vida a una mina tan buena.

¿Y qué quieres para ti?

La mejor parte de mí, esa que no es tan pendeja ni miedosa, se alegra que la Maca me haya superado y esté rearmándose. Y esa misma parte me dice que me aleje de la Javi pues no tengo nada que ofrecer y soy solo bueno para esto…

¿Bueno para qué?

Bueno para puro webear. Claramente soy material para terapia y no estoy en condiciones de estar en una nueva relación. No al menos en una seria. Y la Javi, al igual que la Maca, no son minas para el webeo y me da pena darme cuenta que no doy el ancho, pues no tengo ni idea qué quiero, para dónde voy o simplemente que chucha voy a hacer de aquí en adelante. Antes de la lesión, con el running, tenía un panorama más claro, carreras agendadas, viajes y un grupo de personas que estaban un poco en la misma. Pero ahora estoy a poto pelado, sin cachar qué cresta va a pasar conmigo en la pega, en las pistas y en el amor.

Gracias a la lesión de cadera, Jaime tiene que parar y pensar no solo en su salud física, social y psíquica, sino que tiene que empezar a abordar el futuro.

En sesiones anteriores vimos que Jaime necesitaba desarrollar habilidades para estar a solas consigo mismo y para sostener conversaciones más profundas, pues a sus cuarenta y tantos, no estaba acostumbrado ni a lo uno ni a lo otro.

Y ahora que ha avanzado en estas materias, se abre un mundo de inquietantes preguntas, pues sin una visión clara de lo que quiere en términos deportivos, personales y laborales, es difícil sostener un profundo proceso de cambio que, en el caso de Jaime, partió con su separación.

Continuará…

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