Pablo Moya, del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de U. de Valparaíso: “La pandemia ha aumentado síntomas obsesivo-compulsivos que estaban ocultos”

Dr. Pablo Moya, del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de Valparaíso.

Investigador advierte que a más de un año del inicio de la crisis sanitaria la combinación de factores biológicos, más condiciones ambientales externas, está provocando un alza de síntomas asociados al trastorno obsesivo compulsivo relacionados con la contaminación y la limpieza.


La ansiedad y el estrés son algunos de los síntomas psiquiátricos más frecuentes que han aumentado durante la pandemia y el confinamiento.

Sin embargo, a más de un año del inicio de la crisis sanitaria la combinación de factores biológicos, sumados a condiciones ambientales externas, conocidos como modelo de diátesis-estrés, está provocando un aumento de síntomas asociados al trastorno obsesivo compulsivo (TOC) relacionados con la contaminación y la limpieza. Además, la perfección y la necesidad de controlar las situaciones cotidianas, está produciendo un incremento de comportamientos asociados al pensamiento mágico, las cuales favorecen la aparición de conductas obsesivas.

Dr. Pablo Moya, investigador del Instituto Milenio, Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso, CINV explica que los individuos que desarrollan TOC tienen una vulnerabilidad biológica para desarrollarlo. Esta normalmente se precipita por factores estresantes del entorno, como en este caso podría ser la sobre información con respecto a la existencia de gérmenes que nos pueden enfermar. Por lo tanto, dice, “es recomendable que los pacientes limiten el acceso a noticias –especialmente fake news- declaraciones o entrevistas que puedan agravar un trastorno obsesivo compulsivo”.

El especialista señala que es muy poco probable que una persona sin la predisposición biológica vaya a desarrollar alguno de los trastornos del espectro obsesivo compulsivo. Agrega que, “algunos pacientes son propensos a experimentar perfeccionismo y al control, por lo que caen en el pensamiento mágico”.

La ansiedad y el estrés son algunos de los síntomas psiquiátricos más frecuentes que han aumentado durante la pandemia y el confinamiento.

El TOC afecta aproximadamente al 3% de la población mundial, es decir, tres de cada 100 adultos lo padecen. La Organización Mundial de la Salud la ubica en el décimo lugar entre las enfermedades más incapacitantes

En Chile hay aproximadamente 500 mil casos. Por lo general, los síntomas aparecen entre los 8 y 18 años, es un problema crónico que persiste a lo largo de la vida de los pacientes, aunque hay ciclos de severidad como puede ser la actual crisis sanitaria.

El pensamiento mágico

Moya explica que el “pensamiento mágico” es un concepto utilizado en psicología y antropología para describir atribuciones ilógicas de causalidad que se realizan sin pruebas empíricas.

En ocasiones los rituales característicos del trastorno del espectro obsesivo compulsivo pueden clasificarse como pensamiento mágico. Esto es más frecuente en los casos en que la persona no es consciente de que tiene un trastorno o bien exagera el realismo de sus convicciones.

Así, las personas creen que sus creencias e ideas tienen consecuencias en el mundo externo por su propia acción o por la intermediación de fuerzas sobrenaturales.

“En un trastorno obsesivo compulsivo por contaminación, predominan los pensamientos del tipo ‘voy a contaminarme’, ‘va a ocurrir algo muy malo’, ‘tengo que hacer algo por evitar que esto ocurra’. Entonces, en algunos casos los sujetos van más allá de lavarse las manos compulsivamente y realizan rituales totalmente inusuales: ‘si no hago un conteo de cierta manera, o no guardo las cosas en algún orden en particular, voy a contraer Covid-19’ y eso está fuera de la lógica”, detalla el también académico del Instituto de Fisiología de la misma Universidad.

Moya comenta que con la pandemia la sensibilidad a la limpieza y en general el lavado de manos obviamente se ha intensificado como una precaución y una medida de seguridad. “Pero cuando volvamos a nuestros niveles normales de actividades las personas que no tienen predisposición al TOC muy probablemente van a volver de manera gradual al nivel estándar de limpieza, en lugar de mantener los rituales basados en el miedo”.

Por su parte, las personas que sufren TOC, cuando sienten que la amenaza disminuye su respuesta obsesiva-compulsiva se puede amplificar. Esto se debe a que pierden el control de sus acciones y rituales, indica Moya “a pesar que ellos lo reconocen como irracionales. Incluso, cuando llegan a no tener un objetivo claro, y ese es en el fondo la alteración biológica que produce el TOC”.

El especialista recomienda no instaurar pautas de higiene propia, más allá de las instrucciones entregadas por los profesionales sanitarios.

Obsesiones y compulsiones versus TOC

La información relacionada con el Covid-19 y que generalmente son entregadas de manera preventiva, pueden desencadenar episodios de ansiedad extrema en pacientes de TOC.

El hecho de no filtrar las noticias o de buscar todo tipo de contenidos relacionados con la pandemia produce una preocupación excesiva para no contraer el virus. Esta situación puede provocar que un individuo esté comprobando de manera reiterativa si tiene los síntomas. Además, la persona puede comenzar a imaginar los síntomas físicos de la ansiedad como mareos, dificultad para respirar y sensación de ahogo o palpitaciones.

“Es recomendable no buscar información en internet, ver los noticieros no más de dos veces al día y por periodos cortos de tiempo”, recomienda Moya.

La información relacionada con el Covid-19 y que generalmente son entregadas de manera preventiva, pueden desencadenar episodios de ansiedad extrema en pacientes de TOC. Foto: REUTERS.

Moya señala que las obsesiones y compulsiones son parte de la conducta humana. “Todos tenemos ciertos rituales que realizamos, como ubicar un determinado objeto en un lugar, ordenar cosas y alinear otras” indica y son actividades son normales, pero el problema ocurre cuando se realizan en tal exceso que interfieren en la manera en que la personas se desenvuelve en el cotidiano, como la capacidad de trabajar, las relaciones interpersonales, familiares o de pareja. “En ese momento es cuando se categoriza como patología, y aquí hablamos de la presencia de un trastorno obsesivo compulsivo, el cual debe ser diagnosticado por un especialista”.

El bioquímico señala que las obsesiones están categorizadas en distintos ejes: hay por higiene, por simetría, por duda, por la necesidad de hacer las cosas bien. Todas tienen una contraparte en materia de compulsiones. Por ejemplo, una persona obsesionada con la higiene puede tener la compulsión de lavarse las manos de manera reiterada y excesiva.

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