
Mujeres STEM: Tres referentes de ingenieras líderes en su sector
Historias como la de Gabriela Ruiz-Esquide de Antofagasta Minerals, Teresita Morán de Buk y Tammy Escobar de Scotiabank, ponen en evidencia el valor que tiene la creciente participación y el liderazgo femenino en las carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).

Aunque la participación femenina en áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) sigue siendo baja, hay mujeres líderes que están marcando la diferencia hacia las nuevas generaciones. Según datos de la Subsecretaría de Educación Superior, solo un 21,38% de los estudiantes matriculados en estas disciplinas son mujeres. Sin embargo, esa brecha no ha impedido que muchas profesionales se abran paso con una visión transformadora, desafiando sectores históricamente tomados por hombres.
Desde la ingeniería civil en minas hasta la informática y la gestión de procesos, las historias de Gabriela Ruiz-Esquide de Antofagasta Minerals, Teresita Morán de Buk y Tammy Escobar de Scotiabank, reflejan trayectorias que desafían estereotipos y roles de género, impulsando cambios culturales que transforman y enriquecen sus industrias con nuevas formas liderar.
Gabriela Ruiz-Esquide: una trayectoria de perseverancia en la minería
Gabriela no creció en una familia minera, ni tenía referentes cercanos en el mundo de los minerales y faenas. Le gustaban las matemáticas, pero también necesitaba moverse, estar en terreno, conectar con la tierra. “Sabía que no podía ser una carrera que tuviera que estar vestida de traje y tacones en Santiago”. Fue esa mezcla de lógica y propósito la que la llevó a elegir ingeniería civil en minas, una carrera que, hasta hoy, la ha llevado exactamente donde ha querido estar.
Estudió en la Universidad de Santiago, y reconoce que el inicio no fue fácil, llegando en primer año a sentirse discriminada por sus pares. Eran pocas mujeres, apenas 10 de entre aproximadamente 90 estudiantes, y muchas veces sentía que debía justificar su lugar. Recuerda incluso un profesor que abiertamente cuestionaba la presencia femenina en esa carrera. Pero su convicción terminó siendo más fuerte. “Yo estaba tan segura en mis competencias y mis capacidades, que en realidad no socavaban los comentarios, para nada”.
Con el tiempo, comenzó a construir una trayectoria marcada por decisiones propias. Fue becada por la empresa minera Anglo American por excelencia académica, hizo su memoria con ellos y dio también sus primeros pasos laborales. Más adelante, su carrera la llevó a lugares como Australia, donde asesoró operaciones mineras subterráneas de Canadá y Mongolia. Hoy, lidera el área de Servicios a las Personas en Minera Antucoya de Antofagasta Minerals, una faena desafiante donde ha reafirmado su convicción de que “las personas somos las que hacemos la diferencia entre un proceso y otro”. Para ella, el liderazgo no pasa solo por la técnica, sino por saber convocar. “Soy una convencida de que cuando nos conocemos y nos vemos los unos a los otros y nos validamos entre nosotros, se puede lograr el desafío”.
Ser mujer en minería ha implicado un camino de validación constante. “Las mujeres día a día tenemos que decir ‘somos capaces, somos competentes’”. De este modo, reconoce que el sector ha avanzado, pero todavía se necesitan condiciones reales que permitan la conciliación laboral y personal, especialmente para mujeres madres que quieren desarrollarse en faenas alejadas de los centros urbanos.
A pesar de todo, asegura tener una historia llena de orgullo. “Cuando tus hijos te miran y te dicen ‘mamá, yo quiero ser como tú’, eso te llena de satisfacción”, contó emocionada. Ese mismo orgullo la impulsa a seguir creciendo en su carrera, donde los desafíos, afirma, se han vuelto cada vez menos técnicos y más adaptativos. “Y creo que es muy necesario que estos desafíos adaptativos sean con manos de mujer”.
Sobre la baja [pero creciente] participación femenina en STEM, Gabriela entiende que no es casualidad, sino el resultado de barreras históricas y culturales. Pero insiste en que es esencial seguir abriendo espacio. “Si no contamos con un porcentaje balanceado de mujeres en estos rubros, estamos dejando de complementar negocios y de alcanzar el óptimo resultado”, plantea.

Teresita Morán: innovando en liderazgo y gestión de personas
Desde el colegio, Teresita sentía una atracción genuina por las matemáticas y las ciencias. Le gustaba entender cómo funcionaban las cosas, descomponer los problemas y buscar soluciones. Esa inquietud fue el punto de partida de un camino que la llevaría a estudiar Ingeniería Civil con mención en Química en la Universidad Católica, una carrera exigente y aún poco habitada por mujeres en Chile. “Me interesaba entender cómo se diseñan, ordenan y optimizan los procesos y los sistemas”, algo que sigue entusiasmándola hasta hoy.
Durante su paso por la universidad, Teresita se encontró con un entorno intensivo y desafiante, tanto en lo académico como en lo personal. Era común que en algunas clases fuera la única mujer. Aun así, no lo vivió como un obstáculo. “Siempre me sentí parte del grupo y con las mismas posibilidades que mis compañeros”, dice. Explicó, que al ser minoría había más espacio para aportar desde una mirada distinta, una perspectiva que valora especialmente en un campo de importancia para innovar.
Al iniciar sus estudios, se imaginaba trabajando en temas ligados a la sostenibilidad y los recursos naturales, quizás en minería, energía o alguna fundación. Sin embargo, su trayectoria fue tomando nuevos rumbos a medida que descubría el mundo de la tecnología. Ese giro fue decisivo. “Descubrí que también desde ahí era posible generar impacto. Hoy, desde Buk, encontré una forma de conectar innovación, tecnología y propósito”, cuenta.
Buk, la plataforma de gestión de personas que lidera como cofundadora y country manager en Chile, ha sido el escenario donde ha podido aplicar muchas de las herramientas que le entregó su formación STEM: pensamiento estructurado, resolución de problemas complejos, trabajo en equipo. Pero también habilidades más transversales, como la capacidad de traducir necesidades del negocio y del cliente hacia soluciones técnicas efectivas. “Algo tan simple como el lenguaje juega un rol fundamental para lograr escalar el proyecto con sentido”, explicó.
Sobre la baja representación femenina en carreras STEM, Teresita indica que el hecho de seguir siendo pocas, “refleja un amplio margen para crecer”. Para ella, aumentar la participación de mujeres en estas áreas no solo es justo, también es una oportunidad para mejorar la toma de decisiones y potenciar la creatividad en equipos. Apunta a los estereotipos y la falta de referentes como causas históricas de la brecha de género, pero se muestra optimista con el cambio que está en curso. “Las mujeres que optan por estas carreras, en general, tienen buenos resultados y están satisfechas con su elección”, afirma.
En Buk, el 49% del equipo está compuesto por mujeres. Si bien reconoce que aún hay desafíos para lograr una representación equilibrada en áreas específicas, la experiencia demuestra que, cuando existen las condiciones adecuadas, el talento femenino no solo llega, sino que florece. “Sin la participación activa de las mujeres, Chile pierde una parte importante de su capacidad de innovar y de enfrentar desafíos complejos con equipos diversos y bien preparados”, concluye.

Tammy Escobar: cambiando mentes y abriendo paso a la inclusión
Para Tammy Escobar, la decisión de estudiar una carrera STEM no partió de una vocación por la tecnología, sino de una meta concreta: quería una profesión que le permitiera ayudar a su familia. En un comienzo pensaba seguir Auditoría, apoyada en sus estudios de Contabilidad en la enseñanza media. Pero tras obtener un muy buen puntaje en la prueba de admisión, terminó eligiendo Ingeniería en Informática.
Cuando llegó a la universidad, se encontró con solo seis mujeres entre 60 nuevos estudiantes en la carrera. Lo vivió como un desafío. Su entusiasmo creció al descubrir que los ramos más importantes del primer año eran impartidos por mujeres. “Fueron dos ramos muy inspiradores”, aseguró. Rápidamente la programación se volvió un pasatiempo, sintiendo que había encontrado su lugar.
Durante sus estudios, Tammy se imaginaba programando toda la vida. Y así fue durante sus primeros seis años laborales. Sin embargo, un jefe detectó su habilidad para la gestión y la propuso como jefa de proyectos. Más adelante, otra jefatura notó su capacidad de innovación y la llevó a explorar el mundo de las metodologías ágiles. “Ahí se me abrió un mundo y sentí que era lo que más sentido me hacía”, relató.
Hoy, Tammy se desempeña como Agile Lead en proyectos de software en la Banca Internacional de Scotiabank. Su rol como Senior Manager regional le permite interactuar con equipos de diferentes países y liderar procesos de transformación cultural hacia el mindset ágil. “Me encanta enseñarle nuevas formas de hacer las cosas a los equipos, que vayan en pos de generar productos de mejor calidad para nuestros clientes. Ver que estas nuevas formas entusiasman y hacen más liviano el trabajo, me llena el alma”, afirma.
Con una carrera que ha cruzado diversas etapas, Tammy destaca la importancia del trato humano como motor de crecimiento. También destaca el impacto positivo que tiene la presencia femenina en entornos laborales donde predominan los hombres: “El trato cambia cuando hay mujeres, bajan barreras, hay más respeto, y eso se agradece. Los hombres también lo agradecen”.
Desde su experiencia, considera que la baja participación femenina en carreras tecnológicas se debe en gran parte al desconocimiento. Muchas mujeres optan por caminos humanistas sin saber que en STEM también pueden aplicar esas mismas habilidades. “La autenticidad, la creatividad, el foco en los detalles y el respeto que se genera cuando hay mujeres, se agradece y genera un ambiente mucho más colaborativo”, asegura.
En Scotiabank, la inclusión no solo es un valor, sino una estrategia. Programas como Mujeres al Liderazgo, desarrollado junto con GENIA, y plataformas como ScotiaAcademy han sido esenciales para acompañar el crecimiento de mujeres en tecnología, liderazgo y transformación digital. Además, la red regional Empowering Women, donde el banco participa de manera activa, que permite conectar a mujeres líderes de distintos países, fortaleciendo comunidades de apoyo y propósito.
Su historia, como la de muchas mujeres que hoy lideran en tecnología, demuestra que el futuro de las STEM no sólo busca ser más diverso, sino también más humano.

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