Cable: Volver al futuro

Confieso que no pensaba ver FlashForward: su planteo coral me recordaba demasiado a la sobrevalorada Lost y su premisa supuestamente muy original (gente que cae en un breve trance que los lleva al futuro y los trae de regreso) me recordó automáticamente a Timequake, aquella extraña novela-interrupta del nunca del todo bien ponderado Kurt Vonnegut (quien, atención, acaba de publicar desde el Más Allá Look at the Birdie, una nueva recopilación de relatos dispersos). El rostro en el reparto del menor del clan Fiennes (para mí, uno de los peores actores de ésta y de cualquier otra dimensión) terminó por decidirme a pasar de largo. Pero entonces me enteré que el guionista era David S. Goyer (responsable de The Dark Knight, de lejos la mejor aproximación del celuloide al cómic y una de las más admirables películas de los últimos tiempos) y decidí darle una oportunidad a todo el asunto. Y lo cierto es que tiene su gracia. Pero lo más interesante de todo, siempre, claro, por supuesto, es ver una y otra vez el momento de la catástrofe: los aviones descolgándose de los cielos, el colapso de las autopistas, el fragor cataclísmico y eterno de la breve y casi secreta interrupción. A ver cómo sigue y, eso sí, lo advierto aquí y ahora: ni loco pienso pasarme los próximos cinco o seis años de mi vida viendo todo esto mientras los personajes desentrañan claves ocultas para que los adictos a los blogs conspirativos se vuelvan todavía más locos de lo que ya están.
Un videoclip: Sólo quiero bailar
Ignoro cómo sonará el resto del disco debut de Zenttric-ingeniosamente titulado Con una Z y dos T- de esta banda de Bilbao. Pero lo cierto es que no puedo dejar de tararear esta canción, "Sólo quiero bailar", y admirar su elegante video (más de 100.000 visitas en YouTube) que me retrotrae a lo mejor de los 80 y que se disfruta, aquí y ahora, como una perfecta mezcla del desenfado rítmico de Franz Ferdinand con el romanticismo apolíneo/dionisíaco de Franco Battiato. El cuarteto -que ya teloneó a los Rolling Stones- tiene una contundencia envidiable, hay grandes guitarras, el gran look de Gutxi es perfecto y, por suerte, nada tiene que ver con la escuela canallita pop-rock madrileña. Comprobarlo dándose una vuelta por su clip (hay una segunda versión más doméstica, pero igualmente disfrutable) y qué gran idea la de insertar ese eufórico bailarín de number Henry Lee. Alguna vez todos bailamos así, alguna vez éste era el tipo de música que tronaba y nos conmovía en las discotecas.
Más información en www.zenttric.com
*Escritor argentino.
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