Día Mundial de la higiene: Cuando los consejos no bastan
La OMS y UNICEF advierten: la falta de acceso a baños y agua potable afecta a más de la mitad de la población mundial, con graves consecuencias para la salud y el medioambiente.
Hace 44 años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció el Día Mundial de la Higiene con un propósito claro: incentivar prácticas de limpieza en nuestra vida diaria para prevenir enfermedades.
Las recomendaciones de estas organizaciones normalmente son simples y directas: lavarse las manos, ducharse con frecuencia, mantener la casa limpia, separar a los animales domésticos o almacenar los alimentos de forma segura.
El problema es que estos consejos, tan lógicos para unos, resultan un lujo inalcanzable para otros. ¿Podemos exigir y esperar resultados de una higiene correcta a quien no tiene un baño o una cocina en su casa?
La respuesta es un rotundo no. Según la propia OMS y UNICEF, más de la mitad de la población mundial —unos 4.200 millones de personas— carece de un saneamiento gestionado de forma segura. Esto significa que no tienen un baño digno, ni un inodoro, ni un sistema de gestión de residuos. Las consecuencias son devastadoras: graves riesgos para la salud humana y un impacto ambiental que todos terminamos pagando.
La situación con las cocinas es igual de preocupante. El Banco Mundial y la Agencia Internacional de la Energía (AIE) estiman que 2.300 millones de personas no tienen acceso a tecnologías y combustibles limpios para cocinar. Dependen de leña, carbón y otros materiales contaminantes, cocinando en espacios cerrados y sin ventilación.
Entonces, ¿qué valor tienen los consejos sobre higiene cuando la realidad es tan precaria? Prácticamente ninguno.
El verdadero desafío no solo es educar sobre higiene, sino crear las condiciones para que sea posible. Por eso, generar un cambio real es nuestra única opción. Desde nuestro rol, impulsamos con fuerza el impacto del programa Softys Contigo en alianza con la ONG TECHO. Nuestro objetivo es llevar acceso a agua y saneamiento a asentamientos precarios en Latinoamérica, construyendo inodoros, lavamanos, torres de agua y duchas para miles de familias.
La meta es ambiciosa: llegar a 60 mil personas para 2026. ¿Es un camino lento y difícil? Sí. ¿Es insuficiente para la magnitud del problema? También. Pero cada baño construido es una victoria de mejor calidad de vida para una familia entera y un paso adelante.
Nuestra esperanza es que estas palabras sirvan de llamado a la acción. Que inspiren a otros a conversar, buscar alianzas y generar cambios reales que sean una prueba concreta de que la unión entre los sectores privado y social puede cambiar esta realidad. Quizá solo así, algún día, esos valiosos consejos sobre higiene encuentren un terreno fértil para florecer en todo el mundo.
Por Pía Fernández, Gerenta Regional de Relacionamiento Comunitario Softys e Irene Planchuelo, directora de Proyectos en TECHO Internacional
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