¿Por qué no recordamos lo vivido de cuando éramos bebés? Esto es lo que sabe la ciencia

La mayoría de los primeros recuerdos parten desde cierta edad de la infancia, por ejemplo a los 4 años, y no de cuando éramos bebés. Foto: Getty Images.

A la falta de recuerdos que reflejen quiénes éramos en los primeros meses de vida, los científicos la han llamado "amnesia infantil". ¿A qué se debe? ¿Los bebés no pueden recordar nada? Acá, las respuestas que han dado los científicos a esas incógnitas.


Al preguntarnos cuáles son nuestros primeros recuerdos de la vida, es probable que aparezcan experiencias muy significativas que nos marcaron: la primera vez que anduvimos en bicicleta, cuando entramos al jardín en prekínder o el día en que se nos cayó un diente.

Sin embargo, la mayoría de ese tipo de recuerdos ocurrieron desde cierta edad de la infancia, por ejemplo a los 4 o 5 años, pero no cuando éramos bebés.

A eso, la ciencia le ha llamado “amnesia infantil”.

¿Por qué ocurre esto? ¿La memoria comienza a funcionar a una determinada edad? ¿Qué es lo que sabe la ciencia sobre la relación de la infancia y la memoria? Esto es lo han podido dilucidar los especialistas hasta ahora.

Los recuerdos de los bebés

“Si bien las personas no pueden recordar mucho antes de los 2 o 3 años, las investigaciones sugieren que los bebés pueden formar recuerdos, pero no el tipo de recuerdos que cuentas sobre ti mismo”, asegura Vanessa LoBue, académica de psicología en el área del desarrollo de bebés y niños de la U. de Rutgers, en conversación con el medio The Washington Post.

La especialista sostiene que en los primeros días de vida de los bebés, ellos sí pueden reconocer fácilmente la cara de su madre, en comparación a una persona desconocida. Y un par de meses más tarde, los bebés pueden identificar varias caras conocidas: eso se ve demostrado cuando sonríen más a quienes ven seguido.

Según LoBue, en los humanos existen recuerdos de diferente índole, además de los autobiográficos. “Hay recuerdos semánticos, o recuerdos de hechos, como los nombres de los diferentes tipos de manzanas o la capital de tu lugar natal. También están los recuerdos procedimentales, es decir, los recuerdos sobre cómo realizar una acción. Por ejemplo, abrir la puerta de casa o conducir un auto”, dice.

En la década de los ‘80 y ‘90, la psicóloga Carolyn Rovee-Collier pudo ejecutar investigaciones que evidenciaron que los bebés sí pueden presentar ciertos tipos de recuerdos. Quizás no autobiográficos, pero sí de otra clase.

Evidentemente los bebés no podían decir lo que recordaban. No obstante, para la experta fue significativo pensar en una forma que reflejara los cambios corporales de los bebés, además de pensar en un método para identificar si los lactantes podían recordar por periodos largos.

Bebé murió tras parto en una casa de Santiago
En la década de los '80 y '90, la psicóloga Carolyn Rovee-Collier realizó investigaciones que evidenciaron que los bebés sí pueden presentar ciertos tipos de recuerdos.

El estudio se realizó en distintas edades de la infancia. En primera instancia, probaron con aquellos bebés que tenían de 2 a 6 meses. Para ejecutar el experimento, dejaron a un bebé recostado en su cuna y acompañado de un móvil que colgaba de la estructura.

Allí, identificaron cuán seguido el bebé pateaba en instancias normales. Posteriormente ataron una de las piernas del pequeño con el final del móvil. De esta manera, en cada ocasión que el bebé pateara, el móvil se movería junto con él.

El resultado arrojó que los bebés reconocieron en poco tiempo que ellos tenían el control de que se moviera el móvil: daban muchas más patadas para que se moviera el objeto, en comparación a cuando no tenían amarrado el móvil.

Cuando se hizo el experimento con bebés de 6 a 18 meses, pasó algo parecido. Eso sí, en esta ocasión los científicos tuvieron que hacer ciertas variaciones: los bebés tenían que sentarse sobre el regazo de sus padres, y desde sus manos, se posaba una palanca que hacía que un tren se moviera.

Al comienzo del estudio, la idea era que la palanca no funcionara: así se probaría cuánto presionaba el bebé.

Un experimento identificó que los bebés se daban cuenta de que si ellos movían una pierna, también se movería el móvil. Foto: Getty Images.

Luego, encendieron la palanca para que funcionara. Mientras más apretaba el bebé con sus manos, más se movía el tren. Tal como en el caso anterior, los pequeños aprendían y recordaban el juego rápidamente.

“Lo más inteligente de esta investigación es que, tras entrenar a los bebés en una de estas tareas durante un par de días, Rovee-Collier comprobó posteriormente que sí la recordaban. Cuando los pequeños volvían al laboratorio, los investigadores les mostraban el móvil o el tren y medían si seguían dando patadas o pulsando la palanca”, afirma la académica de psicología.

Fue así como Rovee-Collier y el resto del equipo investigador pudo reflejar que los bebés de 6 meses que han sido entrenados durante un minuto, consiguen rememorar una experiencia un día después.

Mientras más edad tenían los niños, podían recordar durante periodos más prolongados.

En el caso de los lactantes más pequeños, si se les entrenaba por tiempos más extensos y con recordatorios incluidos, ellos conseguían recordar sus memorias por más tiempo.

Qué sucede con la memoria autobiográfica al ser bebés

Aunque las investigaciones de Rovee-Collier arrojaron que los bebés pueden formar recuerdos de otro tipo, sigue abierta la incógnita de por qué no conseguimos recordar las experiencias que vivimos en los primeros meses de vida.

“Todavía no está claro si las personas experimentan amnesia infantil porque no podemos formar recuerdos autobiográficos o simplemente porque no tenemos forma de recuperarlos. Nadie sabe con certeza lo que ocurre, pero los científicos tienen algunas conjeturas”, enfatizó LoBue.

Según la experta, una posible respuesta a esto es que la memoria autobiográfica exige a cualquier persona que tenga algún sentido de sí misma, es decir, de que existe: “Tienes que ser capaz de pensar en tu comportamiento con respecto a cómo se relaciona con los demás”.

LoBue cuenta que en la década de los ‘70, científicos probaron esa exigencia del “sentido del yo” a través de la denominada prueba del colorete. En breve, este experimento consistía en marcar la nariz de un infante con un poco de lápiz labial rojo o “rouge”, y una vez hecho eso, se ponía al pequeño frente al espejo.

Bebé mirándose al espejo. Foto: iStock.

“Los bebés menores de 18 meses se limitan a sonreír al lindo bebé del reflejo, sin mostrar ninguna señal de que se reconocen a sí mismos o a la marca roja de su cara. Entre los 18 y los 24 meses, los niños pequeños se tocan la nariz, incluso con cara de vergüenza, lo que sugiere que relacionan el punto rojo del espejo con su propia cara: tienen cierto sentido del yo”, afirma la especialista.

Entre los científicos, también ha surgido otra opción para explicar por qué se produce la amnesia infantil. Esta tiene que ver con la arista de que los bebés no pueden comunicarse verbalmente hasta más o menos los dos años de edad, y por tanto, se les imposibilita crear relatos coherentes sobre sus experiencias significativas que puedan recordar cuando son más grandes.

Además, hay que tener en cuenta que el hipocampo —área del cerebro relacionada con la memoria y el aprendizaje— no se ha desarrollado en su totalidad en este periodo de la vida.

“Los científicos continuarán investigando cómo cada uno de estos factores podría contribuir a que no puedas recordar mucho, o si es que recuerdas algo, sobre tu vida antes de los 2 años”, advierte LoBue.

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