Romance, drogas y Charly: viaje a la infancia y juventud de Fito Páez

Fito Páez en 1993. FONDO HISTORICO - CDI COPESA

Infancia & Juventud se llama el libro de memorias del célebre compositor trasandino. Se concentra principalmente en sus años iniciales; el núcleo familiar, sus influencias, el vínculo con Charly García y Luis Alberto Spinetta, los romances y alguna breve mención a Chile.


Fue en un pasillo del Teatro Coliseo, en que ocurrió el primer encuentro entre un joven Fito Páez y Charly García, por entonces ya una leyenda del rock argentino. Directo, Charly se sentó junto al rosarino y le espetó: “¿por qué me dicen que vos tenés mala onda conmigo?”. Aterrado, Páez solo reaccionó una vez que García le dio un abrazo y sacó un porro de su chaqueta.

Todo había sido un malentendido, pero tras arrodillarse y hacerle una reverencia, Páez dejó en claro su total fanatismo por García. Al fin y al cabo, su decisión de dedicarse a la música se asentó tras asistir a un show de La Máquina de Hacer Pájaros en 1976. Fue un primer paso para el músico, quien poco después se incorporó como tecladista a la banda de Charly en la época decisiva de Clics Modernos (1983), uno de los discos capitales del rock latino.

Fito Páez

Ese tipo de historias en que se cruzan nombres claves de la escena trasandina, surgen entre las casi 400 páginas de Fito Páez: infancia & juventud, el libro de memorias del músico editado por Planeta, ya disponible en las librerías y tiendas del rubro. Una tendencia que se suma a los relatos de músicos en primera persona, que ya han publicado nombres como Morrissey, Elton John, entre muchos otros.

Se trata de una obra surgida durante el período de encierro a causa de la pandemia. Sin la posibilidad de salir a tocar, Páez se animó a escribir tras la insistencia de Nacho Iraola, el exdirector editorial del sello en Argentina. “El tiempo libre y la desesperación fueron el terreno donde se abonó este libro”, detalla el músico en el prólogo. Comenzó una noche con un breve relato de los días de infancia, en que recordó una visita a la tumba de su madre, junto a su papá, en el cementerio El Salvador, de su natal Rosario. “Escribí esa página de un tirón. Al otro día me levanté. Increíblemente, me gustó”, agrega.

Así, con una pluma que lo revela como un consumado lector, Páez articuló el libro en torno a los dos ejes que detallan el título. De un lado, los años de niñez, viviendo con su estructurado padre y sus abuelas en la gran casa familiar. Los días jugando al fútbol con los amigos, las fiestas juveniles en que las hacía de DJ, los estudios de piano en el Conservatorio (y con el mismo maestro que su madre), el descubrimiento del rock con discos de Zeppelin, Carpenters, The Beatles (“en este libro, Dios existe y se llama The Beatles”, dice en una parte), Genesis (con Peter Gabriel) y por supuesto, clásicos trasandinos como Invisible, Almendra, Sui Generis, Vox Dei, entre otros.

Mientras que la sección dedicada a la juventud no escatima en romances, borracheras, drogas (en especial la marihuana) y aventuras propias de la edad. Así, vemos a Fito desarrollar su talento en bandas locales, para luego foguearse como tecladista en la banda de Charly. Algo así como el ritual de paso hacia la adultez en la industria musical. “No saben lo que se pierden al no poder ver en acción a un artista como Charly García. La música y el swing le brotan como agua de un géiser”, cuenta.

Un paso decisivo que además lo llevó a conocer a su primer gran amor, la cantante Fabiana Cantilo. Más adelante detalla su historia con la actriz Cecilia Roth, a quien conoció en una fiesta, pese a que ambos estaban emparejados. En los temas amorosos, el autor no escatima en revelar detalles y explayarse en reflexiones. “Todas las compañeras con quienes tuve vínculos de novios o maritales terminaron dejándome. Les doy la derecha. Que Dios las bendiga”, acota en alguna parte, acaso riéndose de sí mismo.

De allí llegan las anécdotas en la carretera, los encuentros con Luis Alberto Spinetta (a quien considera un referente), los discos solistas como Giros (1985) y la furia eléctrica de Ciudad de pobres corazones (1987), que lo encumbraron en el panorama del rock trasandino. En estos pasajes, el músico se explaya sobre algunos detalles propios de las grabaciones, sin caer en demasiados tecnicismos. Por ejemplo, describe parte del proceso tras el muy exitoso El amor después del amor, el disco más vendido de la música popular argentina, en que pasaron una pléyade de invitados desde Charly, pasando por Spinetta, Calamaro y hasta Mercedes Sosa. Ese período, además marca el final del libro.

En la extensión del texto apenas hay algunas menciones a Chile. Se concentran en las primeras presentaciones, en la época de Giros, que le permitieron llegar incluso hasta la televisión como lo hacían los grupos argentinos a mediados de los ochentas. “Hice varias jornadas de prensa presentando giros y filmé mi primer videoclip bajo la dirección de Eduardo Domínguez”. También, como ya se ha contado, el vínculo con la actriz Catalina Guerra. “Desde aquella visita quedaríamos amigos y viviríamos un montón de aventuras en los años por venir”, detalla el artista. Aunque, lamenta no haber conocido a Pedro Lemebel. “La actriz Vanessa Miller, me contó que Pedro era muy fan. Y yo de él. Presiento que nos perdimos una hermosa amistad”.

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