“Perdón a los que no les gusté”: Laila Roth corta su show y se salva de las pifias y el naufragio

Foto: Dedvi Missene.

Tras 40 minutos, en los que se vio nerviosa -pese al apoyo del público- nunca pudo tener el total control de la rutina. Ante las leves pifias que sonaban, terminó su rutina y se marchó con Gaviota de Plata.


23.47 marcaba el reloj cuando apareció sobre el escenario del Festival de Viña la comediante argentina Laila Roth. “¡Hola, Viña!”, dijo con su voz algo chillona. Santafesina, 36 años, debut absoluto en la Quinta. “La risa no conoce fronteras”, dijo Martín Cárcamo para presentarla, como una forma de darle un aventón. Y de entrada encajó un chiste corto sobre Valentina Roth, que funcionó, aludiendo a que podía ser pariente de ella.

También metió a Willy Sabor al baile, en una jugada inteligente, además de reírse de sí misma haciendo referencia a su bigote -propio de la fanaticada que quiere imitar a Camilo- y bromeando con el desconocimiento que la gente tenía de ella. “Soy una mezcla entre Willy Sabor y Vale Roth”, acotó, para después decir que habría sido mejor que invitaran a Felipe Avello en vez de ella.

FOTO: DIEGO MARTIN / AGENCIAUNO

Desde el inicio, el público más bien familiar de esta jornada tuvo disposición a escucharla. Ahí Roth comenzó a despachar chistes sobre la idiosincracia del chileno, cortesía del trabajo previo de dos meses que hizo con el comediante local León Murillo (hasta mencionó el anunciado tren Santiago-Valparaíso). Eso sí, se le veía nerviosa, algo que nunca logró superar, y era el público el que trataba de afirmarla, como si quisieran resguardarla de la leyenda del “Monstruo”, ese que devoró a Belén Mora sólo días antes.

Notando eso, y tomándose firme de la cultura pop, la santafesina comenzó a molestar a Benjamín Vicuña y a Gonzalo Valenzuela, y este, ni corto ni perezoso, le dio un beso a la comediante (su tercer beso en la Quinta, a la mitad de los humoristas que pasaron por el certamen), como una forma de darle un auxilio a la rutina. Luego, Roth pidió “besar a una mujer”, y la elegida fue Yamila Reyna, conductora de TVN (aunque quería besar a Juanita Parra, dijo).

Foto: Dedvi Missene.
FOTO: DIEGO MARTIN / AGENCIAUNO

Enseguida pasaron otros chistes breves de doble sentido. Tras 10 minutos se soltó y dijo que “estaba nerviosa” (aunque en rigor, siguió mostrándose así). De ahí contó chistes de adolescentes, la relación con su marido, con la hija adolescente de una amiga, las palabras de doble sentido. “Los adultos tenemos la mente podrida”, decía como un aformismo y servía para darle agilidad al monólogo.

Un punto interesante fue un sueño que tuvo “con Ricky Martin”, quien le pedía “saldo en su cuenta” para que le cargara dinero en su celular. Y por supuesto, lanzó la nueva frase de moda: “Las mujeres no lloran, las mujeres facturan”. Ambas cosas demostraron que lo pop era parte importante de la rutina de Roth. Eso sí, este chiste pudo tener un mucho mejor remate, denotando que la trasandina no es lo suficientemente graciosa.

También contó una historia sobre su madre fallecida, algo larga, lo cual era un riesgo considerando que en general en este festival no han resultado las rutinas largas. Nadie, por lo demás, ha estado a la altura de alguien como Coco Legrand en ese casillero. Ahí la rutina entró en un médano de que ya no salió, incluyendo un chiste largo sobre un inodoro (aunque más soportable que el de la ensalada de Belenaza) pero la gente mantuvo su disposición con la comediante, acaso por su simpatía, pinta de buena persona y ángel, y por el público. Sí, el público. Cuán cierto es lo señalado por Daniel Alcaíno. El público familiar que le tocó a Roth quedó perfecto, es menos belicoso que el que fue por Christina Aguilera o el que pifió a Belén Mora.

Eso sí, queda claro que lo de Roth más bien es para locales pequeños (con 100 o 150 personas, funcionaría impecable). Sin ser tan divertida, Roth se defiende más por ángel, carisma, ser liviana de sangre, que por arrancar risas.

Foto: Dedvi Missene.

Hacia la media hora, sonaban leves pifias, justo en las partes más extensas que desarrollaba Roth. Estaba empantanada. Si uno le pregunta al taxista, dirá: “¿Y el remate?”. Es que el humor de bares cuesta que prenda en la Quinta. Seguían sonando pifias leves que cada vez iban aumentando de forma creciente y amenazante. Quizás no de manera agresiva porque Roth no es prepotente, que fue el error de Belén Mora o de Jani Dueñas. Viña siempre ha respetado al artista amable y ha castigado con dureza al que se planta con demasiada agresividad.

Pronto, Roth se dio cuenta que ya no le estaba alcanzando. “¿Ya no les está gustando?, ¿sigo?”, preguntó en un intento por retomar el control, y pidió perdón “a los que quieren divertirse y no se están divirtiendo”. Si esperaba aplausos cerrados como un segundo aire, no los obtuvo. Pocos momentos después, tras 40 minutos, ella misma cortó la rutina y decidió irse. “Perdón a los que no les gusté”, dijo. ¿Resultado? Se fue con aplausos, justo lo que debió hacer Belén Mora. Incluso obtuvo Gaviota de Plata, puesto que los animadores -a diferencia de lo ocurrido con Belenaza- entraron prestos a entregar rápido el premio y retirarla del escenario. Obtuvo 32,8 puntos de rating. La última comediante de Viña 2023 abandonó la Quinta con la amargura del peor mate.

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