Columna de Rodrigo González: Navalny, el enemigo público número uno de Putin

Alexei Navalny en Navalny, la película ganadora del Oscar al Mejor Documental.

Navalny es un documental bastante tradicional desde el punto de vista formal sobre un personaje que es justamente lo contrario a la convención.



Es probable que la película ganadora del Oscar al Mejor Documental 2023 haya sido bastante inferior a todas sus contendoras, pero tenía bajo la manga aquel sentido de la oportunidad tan apreciado por la Academia de Hollywood. Navalny estaba desde hace más de un año en la plataforma de HBO Max, más bien languideciendo en medio de una oferta superabundante, con documentales como el también nominado All That Breathes para hacerle sombra. Pero, bueno, hay una guerra entre Rusia y Ucrania en curso y es de manual que la política beneficia a muchas obras que de otra manera no hubieran tenido una segunda oportunidad.

Dirigido por el realizador canadiense Daniel Roher y producido por CNN Films y HBO, Navalny es un trabajo bastante convencional desde el punto de vista formal sobre un personaje que es justamente lo contrario a la convención. Alexei Navalny, enemigo político número uno de Vladimir Putin, con pinta de estrella de Hollywood, asiduo exprimidor de las redes sociales y envenenado infructuosamente con Novichok en agosto del 2020 por las autoridades rusas. Tras ser trasladado a un hospital de Berlín y reponerse del intento de asesinato, Navalny busca desenmascarar al gobierno de su país, que sigue negando la evidencia de la sustancia química letal descubierta por los alemanes.

El político opositor ruso Alexei Navalny y la periodista Maria Pevchikh en una escena de la película.

Lo mejor de la película tiene que ver con la ayuda que este político ultramediático recibe de Christo Grozev, un periodista de investigación búlgaro con bastantes recursos monetarios como para crear una red de rastreo y hallar a los científicos que participaron en el intento de eliminar a Navalny. A uno de ellos lo engañan con facilidad y le hacen luego confesar el plan durante una llamada telefónica. Hasta ellos mismos se apiadan de la suerte que podrá correr el infausto funcionario bajo el aparato autoritario ruso.

Los hallazgos de Grozev y el propio Navalny salen a la luz pública casi al mismo tiempo que los medios CNN, Der Spiegel y El País tienen la exclusiva mundial sobre el fallido plan de homicidio del gobierno de Putin contra su principal opositor. A estas alturas se resiente algo que distancia a esta película del documental clásico y lo acerca más bien a la propaganda política: Alexei Navalny es demasiado listo y el realizador Daniel Roher sólo pareciera querer mostrar la perfección del personaje.

Hay un par de preguntas acerca del pasado político de Navalny (estuvo ligado a grupos neonazis y nacionalistas en su juventud) que le dan algo de matices a la propuesta, pero más bien parecen hechas a medida para no acusar de panegírico absoluto a lo que vemos. Lo que sí logra muy bien este documental es registrar el ritmo vertiginoso de la vida de un político moderno y que sabe manejar los recursos digitales como nadie, atento a sus seguidores en TikTok y YouTube, y siempre con su periodista de cabecera Maria Pevchikh (una de las productoras de la película) atenta a tapar cualquier flanco abierto.

Para quienes quieran empezar una carrera en la política, las lecciones de Navalny están a la orden, muy bien explicadas en este largometraje.

Yulia Navalnaya, la esposa del político Alexei Navalny, en una escena del documental.

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