Páginas al lado de la estufa: 10 libros para pasar el frío

John William Polidori, Laura Fernández y John Fante.

Con la llegada del invierno al país, reunimos a una pléyade de gente del mundo del libro para preguntarles qué título es el ideal para leer al lado de la estufa, con un poncho o un mate para capear la temporada más propicia al encierro en la casa. Desde la novela gótica, pasando por la no ficción, hasta el cuento y la poesía.


El Vampiro - John William Polidori

Invierno es invierno, me parece ultra adecuado leer o releer El Vampiro, de John William Polidori, médico del poeta Lord Byron, escrita en una noche gótica, alucinante. Uno de los sentidos del vampiro es la explotación. Como adicto a la sangre se sostiene mediante la depredación de las mujeres y de los trabajadores. Esa misma noche extremadamente hostil, atrapados por el frío y la tormenta, Mary Shelley escribió la novela más orgánica e indiscutiblemente vigente Frankenstein. Esta se publicó en 1818 y El vampiro, en 1819 (Diamela Eltit, escritora)

Arthur Lee: esplendor y decadencia de Love - Barney Hoskyns

La idea comenzó a incubarse cuando jugábamos al fin del mundo a comienzos de milenio, tal vez mientras escuchaba The red telephone en la sala Repvbblica. La traductora Elvira Asensi vio un show de Arthur Lee en Valencia, casi recién salido de prisión y acompañado por una banda sueca. El líder de los fundamentales Love había vuelto a los escenarios apenas un mes antes y, acaso entusiasmada por el show, Asensi llegó hasta el libro de Barney Hoskyns, Arthur Lee: alone again or, publicado dos meses antes que el músico recuperara su libertad tras zanjar una pelea con un vecino con un balazo al aire.

En 2022, casi veinte años después —y en pleno fin del mundo—, la traductora daba los últimos retoques a Hotel California —otro libro de Hoskyns—, cuando le propuso a Contra la historia de Love y su principal compositor. Lo cuenta en la introducción de Arthur Lee: esplendor y decadencia de Love, el volumen que recrea el mestizaje creativo y la caída estrepitosa de un grupo que grabó discos importantes como Forever changes.

Saboteados por un frontman “ligeramente agorafóbico” y difícil de tratar, el libro cuenta —a la manera de las biografías corales— la grandeza frustrada de Love y el reconocimiento tardío de Lee. Miembro del grupo de grandes músicos “angustiados, solitarios y desconcertantes”, como Captain Beefheart y Brian Wilson —según plantea el fundador del sello Elektra—; su historia es también la resaca del Verano del Amor en Los Ángeles, entre el consumo problemático de heroína, crímenes y luchas de ego, parecidos a la mezcla de electricidad y calidez de las cuerdas y vientos que llevaron el sonido de ese legendario álbum a la altura de los clásicos. Una lectura para abrigarse con Forever changes de fondo. (Alejandro Jofré, editor de Paniko.cl)

Terremoto blanco – Natacha Oyarzún

Recomiendo Terremoto blanco, el primer libro de Natacha Oyarzún (Alquimia, 2022). “El invierno siempre tenía una grieta por donde hablarnos”, dirá la narradora de uno de los diez relatos que integran este libro. Y aunque el invierno de Tierra del Fuego nos hable al oído todo el tiempo, por la grieta se colará también la calidez de una prosa que nos envolverá en medio de la tormenta. (Alejandra Costamagna, escritora)

Hambre – John Fante

Al margen de los barómetros, al margen incluso del termostato que cada cual tenga en su interior, me cuesta creer que exista mejor libro que Hambre (Anagrama, 2022), de John Fante, para esperar este invierno. El volumen reúne 18 relatos excepcionales, mayoritariamente de juventud, escritos entre los años 1932 y 1959, rescatados por el biógrafo del escritor, Stephen Cooper, de los archivos que quedaron a su muerte en 1983, cuando el escritor ya estaba ciego y le habían amputado las piernas por culpa de la diabetes. Los temas que tocan estos notables escritos -varios de los cuales fueron bocetos que desarrolló más tarde en sus novelas- son los típicos de todo artista ítaloamericano de extracción proletaria: la familia, la infancia, los amigos, los bares, las mujeres, el fracaso, la pobreza, los tipos duros y los tipos turbios. Siendo difícil no reconocer el talento que tuvo Fante para la provocación, la injuria y el sarcasmo, también hay que conceder que pocos autores manejaron el lirismo y la emoción con tanto pudor como él o combinaron con tanta maestría el humor con la ternura. Fue un novelista resueltamente literario que se alimentó, entre otros, de Mark Twain, Sherwood Anderson, Mencken y Knut Hamsum. Porca miseria: el éxito le llegó después de muerto, en buena medida luego que Bukowski lo canonizó. Aunque la traducción al peor español de España sea a menudo lamentable, es un gran libro que, con frío o calor, este año no te debieras perder. (Héctor Soto, columnista La Tercera)

La señora Potter no es exactamente Santa Claus - Laura Fernández

Creo que el invierno puede ser perfecto para irse a vivir a un libro enorme con muchos mundos en su interior como el prodigioso La señora Potter no es exactamente Santa Claus de la escritora española Laura Fernández. Un mundo, además, donde no deja de nevar, donde hay fantasmas que se arriendan para embrujar casas, donde se construye una ciudad sumergida y tantas, pero tantas, maravillas más. Y ya que estamos con la nieve y el hielo, aprovecho de recomendar otros librazos: Postales de invierno (de Ann Beattie), Melvill (de Rodrigo Fresán) y Los Cuentos (de Mavis Gallant) en el que se encuentra uno de mis relatos favoritos: The Ice Wagon Going Down the Street. Más hielo, más maravilla, más mundos en un mundo. Porque también el invierno puede ser perfecto para irse a vivir a una gran colección de cuentos reunidos: como los recién mencionados de Gallant, los de Joy Williams o Amy Hempel, por mencionar algunos. (María José Navia, escritora y académica Letras UC)

Un poema de amor – Matías Rivas

Quizás la mejor novela —una especie de nouvelle— sobre un no-tan-simple e intenso mortal masculino es Un poema de amor. Es ideal para leer durante el poco rato que entra el sol y entibia algo. Porque cuando el sol desaparece, estos poemas te pegan un combo inesperado, cuando llega el frío verdadero y la devastación. Este libro del a veces irascible y otras polémico y complicado, y en muchas ocasiones temido y odiado, pero también irrepetible y necesario agitador cultural que es Matías Rivas deja claro muchas cosas, partiendo por ser alguien que quema y arde por todos lados. Un libro que se lee como cuentos cortos o el borrador de una novela que transforma los departamentos, las camas y sus almohadas, los jardines-del-lado, los platos sucios en una nueva geografía capitalina. Aquí el amor no es rosa y el deseo es más bien oscuro. Rivas ha leído a todos los hombres tóxicos y los ha depurado hasta transformarse en unos de los compositores de canciones emo-con-culpa y guitarra de palo. Su narrador es un infiel mental compulsivo, la culpa y el miedo lo transforma en un héroe como pocos narradores han logrado armar. Acá la pareja o parejas salvan o ahogan. Deja claro que se puede hacer una poética sin ser cándido ni tierno. Al revés: goza en mostrarnos lo que no se narra de las relaciones, incluso de aquellas que no se concretan. Acá hay amor pero también odio, rabia y deseo, una exposición de la real, no la que se contenta con mostrar lo que conviene, sino lo que no se procesa. Son poemas para gente que no lee poemas, porque sus condensados poemas, gecos para esta era, parecen trozos de hielos afilados por la onda polar que nos ataca, donde, por un rato, uno se quema con las páginas de Un poema de amor. (Alberto Fuguet, escritor)

Succión - Nicolas Poblete

Recomiendo encarecidamente la última novela de Nicolas Poblete, Succión (Cuarto propio). Es una inquietante novela sobre el duelo de una madre por su hija, se sitúa a distancia de la prosa elegíaca y doliente. Lo que Nicolás Poblete urde en este libro es la posibilidad de superar la pérdida mediante la producción y la venta, el consumo y la acumulación. Es la conversión (capitalista) del duelo lo que Sarai le va narrando a la difunta Ingrid, porque es precisamente su muerte lo que detona la estrambótica transformación de su discreta animita en un gigantesco a la vez que grotesco monumento (“mall”) de peluches, muñecas y cachivaches diversos: Ingrid (“niña hermosa”, “ángel de la carretera”) se va volviendo objeto de adoración popular, figura idolatrada y acaso milagrera para unos peregrinos urbanos que la visitan cargados de peticiones.

En estas páginas, Poblete extiende esa prosa aséptica y escéptica, a ratos desengañada, que caracteriza su obra tan deslumbrante como prolífica, tan incisiva en su abordaje de las cuestiones más complejas de nuestros tiempos. (Lina Meruane, escritora)

La amante de Wittgenstein - David Markson

Es una novela excepcional y sobrecogedora. Publicada en 1988, se trata de un monólogo, cuya protagonista, Kate, describe su presente solitario en un mundo apocalíptico. Vive en su casa en la playa con un atlas y una biografía de Brahms. Fue artista, perdió a su marido e hijo. Luego, buscó refugio en museos para pasar los inviernos. Estuvo en el Louvre, la National Gallery y el Metropolitan, donde prendía fuego a obras célebres para salvarse del frío.

Markson creó en este libro una voz única, capaz de hipnotizar al lector. Es una voz que fluye en fragmentos que se encadenan sin necesidad de hilo lógico. Cuenta la desaparición de la realidad tragada por la devastación y el dolor. Lo hace curiosamente con ironía, pese al paisaje terminal. Cruza del recuerdo a la reflexión paranoide y cultural. Seduce por su originalidad para describir los paisajes alucinantes que habitan una mente loca y afectada por el miedo. (Matías Rivas, poeta, columnista de La Tercera)

Ningún lugar adonde ir - Jonas Mekas

Un buen libro para dejar de sufrir por tener los pies congelados es Ningún lugar adonde ir (Caja Negra), del escritor y cineasta lituano Jonas Mekas. Se trata de un diario de migración, apuntes que fue tomando entre 1944 y 1949, años hostiles en que vagó por países como Austria, Suiza o Alemania tras escapar de su país por participar en actividades antinazis. Pasó por campos de trabajo forzado y campos de refugiados; durmió en barracas inmundas y apenas comió. “Desde Webern en adelante, nieve y frío (…). En Giessen, nieve… Dejamos Kassel con ropas ligeras para el clima cálido. Ahora nos estamos congelando como perros. Saltamos, intentamos calentarnos, pero nada ayuda”, escribe en 1947, dos años antes de llegar a Nueva York. Aunque el lector pueda tener las manos heladas mientras hojea el libro, es imposible que no se sienta afortunado de su vida cómoda: si Mekas logró encontrar poesía en la adversidad y el frío más absolutos, no queda otra que armarse de valor y dejar de sufrir por la pequeñez de tener los pies congelados. (Evelyn Erlij, editora revista Palabra Pública)

Atacama fantasma. Viaje a la memoria del desierto - Cristóbal Marín

Para pasar estos tiempos de frío y lluvia que han azotado las regiones del sur, recomiendo este libro, Atacama fantasma. Un libro que va recorriendo la historia del desierto. Desde la entrada de Diego de Almagro, pasando por las salitreras, las revoluciones sociales, la antropología y la arqueología. Un libro que da un panorama general -muy entretenido- de cómo entender la historia de Chile a través del desierto. Como hace frío, ¿qué mejor que el desierto? (Sergio Parra, librero Metales Pesados)

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