Paula Ilabaca, escritora: “No lo pasé bien en la PDI, me parecía una institución sin memoria”

Paula Ilabaca, escritora: “Tengo buenos recuerdos y un aprendizaje de la PDI, pero soy súper crítica” Foto: Lorena Palavecino / Penguin Random House

La destacada poeta y narradora nacional publica su novela La mujer del río, una ficción basada en un caso real a mediados de los 80, donde pone en relieve el rol de las mujeres detectives en la PDI, institución donde trabajaron su padre y ella misma. En charla con Culto, profundiza en la novela, recuerda sus años en la policía civil y comenta el paso de ser poeta a narradora.


En el Santiago de 1984, una noticia remece a la opinión pública. El cadáver de una mujer ha sido encontrado a orillas del río Mapocho. Los signos de violencia son crudos e impactan hasta al más duro de los policías. La historia comenzó a circular y llegó a oídos de Paula Ilabaca, a través de tardes de sobremesa y charlas con su padre, antiguo detective y subdirector de la PDI. Años más tarde, la historia regresó a su memoria y decidió convertirla en ficción. Primero, para un podcast, luego, para una novela.

“Estuve escribiendo un podcast con Marcos Silva, se llama Crimen -cuenta Ilabaca a Culto-. Ahí surgió la idea de convertir una de las historias del podcast en novela. Era un caso real que yo escuchaba desde chica, lo contaba mi papá. Entonces, cuando tuve que hacer la investigación para el podcast fui a los archivos policiales y ahí encontré algo de este caso. Eso me convenció de escribir la novela”.

Hoy, con 45 años, Ilabaca acaba de publicar su tercera novela, La mujer del río, a través de la casa editora Sudamericana. La autora tiene una respetable trayectoria literaria, amén de sus 4 volúmenes de poesía y otras 2 novelas. Como suele pasar, los narradores que vienen de la poesía publican obras de alta calidad. La mujer del río es quizás la mejor de sus novelas. Bien trabajada, con una narración ágil, va enganchando de a poco al lector en una trama donde combina tres ejes: la historia del crimen, la de la víctima, y la de la detective a cargo del caso, Mercedes Torrealba. Una mujer decidida, con carácter, sociable, además de atractiva, quien debe hacerse un lugar en un mundo muy masculino como el de la policía civil.

Foto: Lorena Palavecino / Penguin Random House

Como decíamos, Ilabaca tuvo una aproximación desde su infancia al mundo de la PDI. “Era hija de policía, y aparte de los amigos del colegio, tenía amigos que también eran hijos de policía. Entonces, todo estaba como muy protegido, habían códigos ahí. En ese sentido, tenía harto que contar con respecto a eso. Sin embargo, apliqué mucha verosimilitud. Por ejemplo, cuando descubren que hay una pareja de amantes, aplican separación del tipo uno se va a Concepción y el otro a Iquique. Los separan y se persiste en la idea de la familia”, dice. Incluso, la misma Paula Ilabaca también trabajó en la PDI, a cargo del Centro de Extensión Cultural de la policía civil, por lo que pudo conocer de primera mano la cultura interna de la institución. Por ello, asegura, los personajes son mezcla de varias personas que conoció.

La protagonista es una mujer detective, Mercedes Torrealba, ¿quisiste poner en relieve el rol de las mujeres en una institución tan masculina como la PDI?

Sí. Los amigos de mi papá eran todos varones, pero conocí a un par de mujeres detectives y eran muy regias, muy serias, muy cordiales. Muy de joyas, de cabello largo, súper bien cuidado, con sus trajes. Cuando yo ingresé a trabajar en la PDI en el 2004, todavía había como una idea de las detectives ochenteras, noventeras. Hay una tradición de no superar el trabajo del colega masculino, pero tampoco opacarse ellas. En ese sentido, para mí es súper interesante el trabajo que ellas realizan en cuanto a su rol de género en la institución. Como lo comento en una parte de la novela, a ellas siempre las envían a sitios del suceso donde hay madres y niños. Siempre están involucradas en un quehacer de acuerdo a lo que se le solicita por su rol social. Entonces, esta disyuntiva me parece súper atractiva: entre tener que cumplir los roles de género, pero al mismo tiempo también permitirse ser femme fatale.

Los hechos en que se basa la novela ocurren en 1984. Hoy 40 años después podría pasar algo similar. ¿En qué ha cambiado Chile en estos 40 años respecto a la violencia contra las mujeres?

Yo creo que hemos cambiado súper poco. Por eso la historia real del crimen -el tema de la violencia hacia las mujeres- me parecía escandalosamente actual. Es verdad que cuarenta años después en Chile seguramente una mujer no iría a hacerse un aborto al quinto mes de embarazo. Tampoco aceptaría una relación donde es totalmente abandonada y es constantemente escondida. Como la amante que llega a destruir familias. Pero no veo muchos avances. Si hubiera una educación sexual desde la escuela no sé si estaríamos pidiendo el aborto (libre). Además, todavía hay mujeres luchando por sus puestos de trabajo, teniendo que construirse día a día para poder sobresalir, para poder permanecer.

Foto: Lorena Palavecino / Penguin Random House

¿Cómo te sirvió tu experiencia en la PDI para narrar esta historia y construir los personajes?

Yo siempre fui la hija de un subdirector. Entonces, había muchas cuestiones que yo nunca me enteraba. Llegaba a una mesa y la gente se quedaba callada, por ejemplo, independiente de que mi padre ya estaba en retiro. Trabajé diez años en cultura, fue súper apasionante para mí, era súper joven, estaba llena de ideales, era un poco como Mercedes (ríe) así como que me arreglaba mucho, de cartera, de tacos y tal, pero al final nada resultó. Había un proyecto Bicentenario, pero con mucha tristeza tuve que pensar en mi vida, decir bueno no resultó y tuve que dejar la institución. Yo escribía poesía en ese tiempo, y todos mis amigos me decían ‘ahora escribe una novela policial’ y decía que nunca lo iba a hacer. Y fíjate que dos años después de haber salido finalmente la escribí. No lo pasé muy bien en la PDI, sentí una desilusión muy grande, me parecía una institución -por decirlo de alguna forma- sin memoria. Como no preocupada de sus símbolos. Se veía algo que estaba desestructurado por dentro. Entonces, cuando ocurrieron las caídas de los dos últimos directores de la institución yo dije ‘mira como son las cosas’. Las caídas han sido bien simbólicas de lo que está pasando con la PDI y quizá habría que hacer una revisión: hacia dónde van, qué es lo que esperan, cómo están trabajando, etc.

¿Tienes un resentimiento con la PDI?

(Piensa) No, no. Estuvo bien mientras duró. Con los jefes que estaban a cargo cuando yo me fui, tuvimos largas y muy buenas conversaciones a propósito de mi salida, trataron de convencerme para que me quedara, tengo buenos recuerdos y un aprendizaje que ahora se transforma en arte. Entonces eso para mí es invaluable. Pero sí soy súper crítica. Creo que los autores en general somos sujetos críticos y yo que vengo de la poesía tengo un ojo súper afinado. En ese sentido, no puedo evitar hacer las críticas pertinentes, pero resentimiento, no. En mi WhatsApp tengo a varios y varias excolegas que los saludo en sus cumpleaños y son personas que te quieren bien.

Foto: Lorena Palavecino / Penguin Random House

¿Cómo es ser poeta y también narrar una novela policial?, ¿cómo se logra esa ductilidad?

Los libros que yo escribí siempre tuvieron que ver con la violencia de género. Entonces, para mí, más que un cambio de tema es un cambio de formato. Trabajaba poesía donde miraba la violencia de género con cierta articulación del lenguaje. En la poesía estás todo el rato con un ritmo, como moviendo las palabras, estás ahí viviendo en el poema en la casa de la poesía -como decía Carmen Berenguer- pero la novela es como meterse al agua, como sumergirse y catear las olas. Ahí hay una cosa muy desafiante, muy atractiva y que me permite también seguir trabajando en mis temas. Creo que tanto los poetas como los autores y autoras de novela negra estamos como fuera del juego del poder, son grupos más o menos parecidos, como medios al margen. Y siempre ahí como con el ojo crítico, quizás a veces demasiado, pero yo creo que es necesario. Hasta que duela.

Paula Ilabaca lanzará La mujer del río el próximo 26 de junio a las 19.00, en el Centro Cultural de España (Av. Providencia 927). Presentan Pablo Illanes y Luis Valenzuela.

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