Chini.png lanza su disco más íntimo: “Quiero desafiar expectativas sobre cómo debe ser un proyecto de rock femenino”
El proyecto de María José "Chini" Ayarza, uno de los nombres sorprendentes del indie chileno, lanza Vía Lo Orozco, un disco arrojado y personal, que repasa imágenes de la infancia. Grabado en directo en el GAM, su segundo álbum suma samplers y grabaciones de la niñez de la misma artista. Acá se explaya sobre el proceso y las expectativas. "Mi mayor logro no es tanto musical, sino que humano".
Lo Orozco es una apacible villa rodeada de bosques, en la zona de Casablanca, e inserto en la ruta que conecta hacia Quilpué, en la región de Valparaíso. A casi una hora de Santiago, fue un lugar muy recurrente en la infancia de María José “Chini” Ayarza, la mujer detrás del proyecto Chini.png.
“Veraneábamos todo el tiempo ahí. Todos los fines de semana, siempre que podíamos íbamos como familia para allá”, recuerda la cantante y compositora. Esas temporadas, junto a su familia y sus hermanos (ella es la del medio), fueron decisivas, porque le permitieron desplegar su inquietud creativa.
“Jugábamos mucho a la radio, grabábamos cassettes de la radio, a hacer nuestra propia radio -recuerda Chini-. Como que había que ingeniárselas para entretenerse y creo que ahí ya empezamos a crear personajes, jugábamos mucho. Leíamos a Asterix y creíamos que éramos druidas, teníamos hondas y arco ¿mi personaje favorito de Asterix? yo creo que Asterix mismo, estaba un poco enamorada de Asterix cuando niña. También me daba mucha risa la dinámica entre Karabella y Abraracúrcix".
Los viajes a Lo Orozco y los apacibles fines de semana resonaron en Chini cuando comenzó a trazar su nuevo disco. Un paso decisivo, tras el reconocimiento logrado con su sorprendente disco debut como solista, El día libre de Polux(2023), que le valió ganar el Premio Pulsar 2024 a Mejor Álbum de Rock. Un proyecto sostenido en su peculiar timbre de voz, las bases rítmicas arriesgadas y las guitarras eléctricas tormentosas y etéreas (ahí destaca el trabajo del guitarrista Juan Pablo Órdenes) como base del sonido.
Por eso, Chini trazó un nombre como eje. Así surgió Vía Lo Orozco, el que da título al segundo disco de la artista. “Siempre parto por el nombre del disco -cuenta-. En este caso, yo estaba viajando mucho a Talca porque estaba en una relación a distancia. Mi pareja es de Talca, pero yo empecé a pensar mucho en los buses que he tomado en mi vida, los recorridos que han sido importantes para mí. Y para mí, el recorrido más importante ha sido Lo Orozco”.
El recuerdo de esos viajes, o más bien, de los años formativos de la niñez, comenzó a permear las canciones que Chini estaba componiendo. “Creo que con la distancia puedo observar cómo uno sigue ciertos patrones que aprendió en la infancia respecto a amar, para bien o para mal -dice la artista-. Hay ciertas heridas de niño que uno nunca sana o si uno nunca la sana, está destinado a tirársela sin querer a la otra persona. Entonces, revisar un poco eso, revisar cómo las relaciones familiares permean para el resto de la vida”.
Así, Chini comenzó a trabajar a partir de algunas canciones que tenía en barbecho desde hace algún tiempo, mientras otras fueron escritas especialmente para el disco. La primera que cerró fue Lava, una composición de rítmica martilleante en que la voz de Chini, saturada en efecto, suena lejana. “La compuse en un momento muy nutritivo, en que estaba viviendo con el Simón Campusano [de Niños del Cerro] y cada uno estaba componiendo mucho. Yo recuerdo que él me dijo como: ‘Oye, esa canción que te escucho tocar a veces está buena, como que está súper bueno el coro’”.
Vía Lo Orozco se grabó durante el invierno de 2024, tocando en directo, al viejo estilo, en el estudio del GAM. La producción musical estuvo a cargo de Arturo Zegers, quien ya había colaborado en el primer álbum. “Fue muy emocionante estar esas semanas como sintiendo que era como ir a la oficina, como que ese era nuestro trabajo. Ojalá poder vivir así siempre”, dice la cantante. La única excepción fue Hierro, una canción oscura y acústica, de rítmica cercana al folklore, grabada en Talca por Diego Lorenzini.
A diferencia del proceso del disco debut, en que Chini partió tocando solo con el baterista Pepe Mazurett (Niños del Cerro), y después fue sumando músicos, esta vez, la cantante decidió aprovechar el rodaje que ha ganado su banda de directo, con quienes se ha presentado en escenarios como en Lollapalooza, o hasta en las célebres sesiones en KEXP.
“Grabamos en el GAM como banda, entonces dos meses antes empezamos a ensayar estos temas nuevos -apunta Chini-. Fue un momento muy nutritivo de banda. Fuimos viendo todas las partes, cómo calzar y ensamblar todo para grabar tocando todo al mismo tiempo”.
Hoy la banda la completan Tiare Galaz, además del buen guitarrista Juan Pablo Órdenes (o Juan Desordenado en su alias solista) y Vicente Dávila en el bajo eléctrico. “La banda que tenemos hoy por hoy, ya lleva un año tocando junta -apunta Chini-. Es la mayor estabilidad que hemos tenido en términos de formación. Y creo que eso se nota en el vivo, estamos disfrutando mucho de estar mostrando estas canciones nuevas”.
La grabación de Vía Lo Orozco se concretó gracias a postulaciones a convocatorias y fondos concursables. “Yo hice dos postulaciones y con eso pudimos solventar esos gastos, e irnos por un tubo -detalla Chini-. Pudimos grabar el disco en el GAM y después hacer la mezcla y la masterización mediante un Fondart. Entonces, todo salió bastante como más expedito que otras veces, en que hay que tocar mucho para poder conseguir la plata para hacer un disco”.
-¿Cuánto cambió tu forma de encarar la manera de escribir canciones desde El día libre de Polux hasta Vía Lo Orozco?
-De escribir no, pero sí en términos de producción creo que lo tengo mucho más claro. Igual yo me siento como en un continuo de trabajo y pienso los discos como trabajos conceptuales que se cierran en un tema en particular. Pero a su vez cada canción me pide una exploración diferente en términos de producción; por ejemplo, a veces necesito que algo en particular esté muy mal grabado, o a veces que algo esté muy bien grabado. O ciertas palabras resuenan más conmigo y necesito que tengan cierto efecto en la voz, una reverb o un delay corto o pasar toda una batería por el phaser. En este caso, creo que fue un trabajo mucho más ordenado que el anterior.
En sus 11 canciones, el álbum se mueve en distintos territorios musicales. Hay canciones de sonoridad más abierta y directa, como Tímida, y asimismo, momentos más intensos y herméticos, como la dramática Pide un deseo, con su dominante figura de guitarra. “Están estos contrastes. Hay canciones que son muy para afuera, muy extrovertidas y alegres, y hay otras que son muy oscuras, muy muy hacia adentro. Y por lo general me gusta hacer eso en los discos. Partir muy hacia afuera y que progresivamente se vaya haciendo como más introspectivo”.
La oscura Pide un deseo, partió desde un arpegio de guitarra, el que resuena en toda la canción, que Chini tenía desde hace años. Perfeccionista, esperó con paciencia poder tocarlo bien y cantarla al mismo tiempo. “Era un arpegio que en realidad vengo practicando hace muchos años, sin que tuviera letra encima -cuenta-. Estaba ahí, pero nunca imaginé poder cantar encima de eso, porque al principio me costaba mucho tocarla. Y ahora puedo. Creo que es bonito cuando uno practica algo como un oficio mucho tiempo y de repente dices: Ya, estoy listo para mostrarlo”.
No solo estuvo lista para mostrar ese arpegio. El videoclip de la canción, construido entre Diego Jorquera, Juan Maturana y la misma Chini, muestra parte de universo del álbum, en un bus Vía Lo Orozco (donde aparece una suerte de monstruo peludo, armado a partir de cintas de cassette) y una pareja de adultos mayores tocando música y bailando...que resultan ser los mismos padres de la artista.
“Es muy personal esa canción, porque la parte que ellos salen tocando, estoy nombrando cosas que me gustaría pedir antes de soplar las velas -dice-. Y en esa parte digo como que desearía que nunca se murieran. Es un poco infantil, porque uno se empieza a enfrentar desde los 30 para adelante que los papás están en otro tramo. Quizá puede ser un poco burdo hacer una representación tan directa, pero si voy a hablar de mis papás, no voy a traer unos actores para que representen a mis papás y mi miedo a que me fallezcan. Mi papá me dice: ‘ese verso donde nos estai matando’. Y yo digo: no, estoy celebrando su vida”.
Los padres, o más bien la madre, también aparece en Tímida, una canción que Chini conservaba inacabada desde los días del proyecto Chini and the technicians, y que terminó junto a Juan Desordenado. La letra habla de una niña algo retraída, un retrato de la propia artista. “No, yo no puedo, mi mamá no me deja, hoy es el fin del mundo”, dice la letra.
La letra viene de una reflexión de la cantante, desde su propia historia hasta el presente en que su pareja es también padre, lo que la ha llevado a compartir con niños. “Esa canción viene de este sentimiento como de mucha sobreprotección, como no, no puedes salir, como que afuera todo es terrible, ese temor de que afuera todo es peligroso y que yo antes no lo entendía bien, me parecía como demasiado. Y ahora que me enfrento a que haya infancias alrededor mío, al cuidado, enfrentarme a cuidar de otro, me doy cuenta que claro, el miedo es real”.
En el disco también se puede escuchar a la madre. Antes de la canción Reliquia, suena un sampler de un diálogo real entre Chini, de niña y la madre, una tarde perdida de los 90’ cuando estaban de compras. “Me gusta ese choque entre el mundo de un niño y un mundo adultocentrista. Últimamente, me he dado cuenta de la paciencia que requiere el cuidado. Me llama mucho la atención ese tipo de diálogo, porque mi mamá lo que está tratando de hacer era probarme un pantalón, y yo estoy tratando de grabar algo sorprendente o que diga algo entretenido y como que no nos encontramos”.
Para eso, Chini debió sumergirse en el universo de cassettes que grababa en su infancia. “Hay muchos guiños como al Eurodance que estaba de moda. Hay un par de guiños a Silvio Rodríguez, ruidos que yo guardaba cuando chica. Más que canciones enteras, guardaba fragmentos que me gustaban. Y todavía me siento un poco así, como que pienso las cosas de manera muy fragmentada”.
-Con tu primer disco ganaste un reconocimiento, fuiste a Lolla, a KEXP, te invitó a cantar Pedropiedra, abriste el show de Kim Gordon y St. Vincent, estuviste recientemente en Ruidosa ¿sientes algo de presión, una expectativa con este disco?
-Me gusta mucho la frase de una canción de la Courtney Branett, que dice: Pónme en un pedestal y solo voy a decepcionarte, me da mucha risa. Yo me siento así constantemente, entonces trato de ir y hacer mi pega lo mejor posible nomás y pasarlo bien. Porque en realidad, el que te quiere odiar, te odiaba antes de escucharte. No puedo convencerte de lo contrario. Aunque sí lo he hecho y eso me ha hecho feliz también. Es interesante desafiar expectativas que se tienen respecto a cómo tienen que escucharse o verse un proyecto de rock femenino. Pero claro, también estoy haciendo algo que es para mí. Soy una persona que siempre me costó mucho adaptarme. En ese sentido, mi mayor logro no es tanto musical, sino que humano. Todas las personas que he conocido, todas las personas con las que he colaborado, todos los amigos que he hecho. Yo lo que más quería era conectar y encontrar gente parecida a mí. Entonces ahí está mi foco, más allá que si a la crítica le parece bueno o le parece malo.
-¿Pero es tema para ti los comentarios, las críticas en las redes sociales?
-Sí, pero porque tengo esa herida como del rechazo. Yo creo que todo niño que ha sido rechazado, todo niño que ha recibido bullying queda para siempre como un poco buscando esa aceptación. Y yo creo que es importante recordar que la única aceptación que realmente importa, es la de tus seres queridos.
Si la portada de El día libre de Polux, está basada en la pintura El jardinero, de Rafael Yaluff, en Vía Lo Orozco, Chini lanza el trompo un poco más allá. La portada se construyó a partir de una fotografía en que se le ve niña, jugando con una máquina del tiempo construida junto a su padre. “La hicimos en una caja de zapatos, con tapitas de remedios, con tapitas de cremas, con tapitas de cútex. Ahí estoy mostrando como funciona”, recuerda.
Luego, la cantante recurrió al talento del artista Marco Sánchez, a quien conoció en el Festival Chilemonos. “Ha sido muy hermoso trabajar con él. Yo ya tenía clara esta portada en enero de este año, desde ahí nos empezamos a juntar y como a tirar de este rollo”.
En estos días, Chini.png está tocando sus primeros shows en México, donde aprovechará de mostrar el material del nuevo álbum. Un hito que había buscado desde hace años, con un par de postulaciones por ventanilla abierta de por medio. “Esta es la primera vez que viajo. Estoy muy contenta, siempre he querido ir, me hace mucho sentido. Vamos a tener hartas fechas en Ciudad de México y en Puebla. Va a ser una semana muy intensa, muy seguida, de mucho trabajo, pero también de presentar este disco estando allá. Eso es algo que me emociona”.
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