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David Byrne a fondo: “Mon Laferte me parece una artista realmente increíble”

Uno de los artistas más inventivos en la historia de la música popular habla con Culto de su nuevo álbum, de por qué hace canciones optimistas en días de crisis, de cómo descubrió a la intérprete viñamarina y, además, promete visita a Chile para 2026. “Con este nuevo álbum encontré una forma de ponerme incómodo de nuevo”, advierte.

David Byrne a fondo: “Mon Laferte me parece una artista realmente increíble”

En algún día de 2023, David Byrne (73) entró a un cine y se vio a sí mismo. Ahí estaba para presenciar el reestreno de Stop making sense, el filme de 1984 que captura los electrizantes shows que su desaparecida banda Talking Heads dio en el Teatro Pantages de Hollywood y habitualmente catalogado como el mejor concierto jamás grabado, un episodio nuclear en la historia de la música en vivo

“Fue muy extraño, no lo había visto en mucho tiempo. Pero quería apreciar cómo se veía ahora”, admite en conversación vía Zoom con Culto.

Cuando la película comenzó a rodar -cuando el propio vocalista se vio bailando con tics espasmódicos, ondeando brazos y piernas en perfecta sincronía, corriendo a ritmo maratónico y usando un abultado traje que se convirtió en símbolo de ese espectáculo,- sintió ganas de tener de frente a su versión de hace 40 años y hablarle: “Los colores me parecieron geniales, el sonido era genial. Pero vi a este joven cantando y pensé: ‘¡oh, es tan serio! ¡Es tan intenso!’. Quería decirle: ‘tómatelo con calma. Relájate, relájate. Ten un buen momento’ (se ríe). Y bueno, creo que al final eso pasó: tuvo muchos buenos momentos”.

Efectivamente, Byrne ha inscrito una de las trayectorias más reputadas e inventivas de la música popular, generosa en buenos momentos.

En lo colectivo, en 1975 formó los mismos Talking Heads, la banda parte del embrión punk neoyorquino de ese decenio, pero que rápidamente pudo distanciarse al abrazar new wave, experimentación electrónica, sonidos latinos, cadencia funk y ritmos africanos, quizás por consejo de Lou Reed: fue él quien les sugirió que tocaran más lento que sus contemporáneos Ramones y que Byrne usara camisas de manga larga para camuflar los pelos de sus brazos.

Ese detalle ayudó a que el músico perpetuara su imagen de sofisticado estudiante de arte -que lo era-, en contrapunto a los vocalistas fálicos y bestiales de esa misma época, como Robert Plant de Led Zeppelin o Ian Gillan de Deep Purple. Ello no impidió que la agrupación conquistara una serie de éxitos con eco hasta hoy, como Psycho killer, Burning down the house, Wild wild life o And she was; de hecho, el eterno rechazo a una reunión tras separarse en 1991 les ha conferido un carácter aún más mitológico.

“Ha sido una gran historia”, remata el también guitarrista.

En lo personal, Byrne escaló como artista plástico, amante furibundo de la bicicleta y, sobre todo, difusor de autores de latitudes menos consideradas por la gran escena anglo, como África, Brasil, Cuba o México, en un espaldarazo similar al impulsado por Peter Gabriel en Inglaterra. Su sello Luaka Bop sirvió de vitrina hacia el mundo para nombres como la peruana Susana Baca, los venezolanos Los Amigos Invisibles o los brasileños Os Mutantes, así como su recordado disco Rei Momo (1989) vio desfilar como invitados a Celia Cruz o Willie Colón.

En el final de ese trayecto, en pleno 2025, el británico-estadounidense nuevamente ha decidido ir de alguna manera a contramano de los tiempos y estrenó a principios de septiembre el álbum Who is the sky?, un trabajo en colaboración con la Ghost Train Orchestra -un ensamble neoyorquino de jazz-, y que rebosa un optimismo y un colorido que parecen fuera de época, de escasa relación con el planeta gris, amargo y de dientes apretados que han diseñado en sus últimas obras otros músicos de su generación.

-De hecho, el disco se inicia con el tema Everybody laughs (Todos ríen). Es una canción y un título que suenan muy luminosos en un mundo con crisis políticas, guerras, o en un país como Estados Unidos, con una fuerte polarización ideológica. ¿Por qué mostrar este tema como carta de presentación del disco?

Buena pregunta. Quizás lo hice como una forma de terapia. Pensé que necesitaba esto para mí mismo. Necesitaba esta energía positiva, esta sensación de que vamos a apreciar a la humanidad con las cosas buenas y las malas con que vivimos y morimos. Me traté de preguntar: ¿por qué reímos? ¿Por qué lloramos? Todas esas cosas. Esto es lo que somos. Quizás empecé haciéndolo por mí mismo y luego me di cuenta que contagiaba a otros. Después, trabajando con mis colaboradores, Ghost Train Orchestra y el productor Kid Harpoon, lo llevaron a otro nivel.

-Su libro más importante y citado es Cómo funciona la música, de 2012. Pero, ¿cómo funciona hoy su música para usted? ¿Qué lo inspira hoy?

Creo que la razón por la que hago música ha cambiado en los años. Al principio podría haber sido una forma de expresar quien soy, de mostrarme y presentarme a mí mismo, de estar presente con otras personas. Y ahora no necesito hacer eso. Entonces, puedo explorar un poco más. Puedo intentar otras cosas y decir: ¿puedo decir esto? ¿Puedo contar una historia en una canción? ¿Puedo colaborar con estos otros músicos? ¿Cómo será? Así que sí, encontré una forma de ponerme en una posición un poco incómoda de nuevo. En un lugar donde intento algo nuevo y eso siempre se convierte en algo emocionante.

-En su mismo libro, usted traza la historia de cómo hemos ido escuchando y relacionándonos con la música a través de los siglos. Es muy probable que hoy gran parte del público haya escuchado su nuevo disco por streaming. ¿Le agrada esa idea?

Me parece que la cosa buena del streaming es que el oyente tiene muy poca información. A veces no saben cuándo fue hecha la música que escuchan. No saben, realmente. Tienen muy poco contexto alrededor de la música. Y eso es bueno. Permite a la gente de diferentes generaciones escuchar todos los distintos tipos de música. Conozco a jóvenes, miro su playlist y está repartida por muchas partes. Tienen música nueva, tienen música antigua, tienen jazz, tienen música pop, de todo. Lo mezclan todo junto.

“Eso es lo bueno del streaming. Sus listas se convierten en algo muy inclusivo, en parte porque no saben nada. No saben que esta música fue hecha en tal año, o que el artista fue muy poco popular o muy popular. No saben nada de eso, lo cual es bueno. Pero la otra cosa es… yo soy un músico al que le gusta conocer esas cosas. Entonces, desearía de alguna manera que fuera más fácil. Siempre quieres saber quién está tocando el disco, quiénes son los músicos, quién es el productor. ¿A la gente le gustó cuando salió? ¿O lo odiaron? Sí, hay veces en que en el streaming me gustaría saber más”.

-Entonces prefiere los vinilos en comparación con las plataformas digitales, por ejemplo.

Como mucha gente, empecé a comprar vinilos de nuevo. Es mucho más divertido. Tuve una fiesta hace poco en mi casa y uno de los invitados decidió ser el DJ. Él simplemente lo hizo. Le dije ‘aquí están mis discos. Anda, toca lo que quieras’.

-Uno de sus objetivos como cantante de Talking Heads fue que la forma en que se movía en el escenario no debía ser igual a nada. Esa obsesión por ser único es una constante en su carrera. ¿Cómo intenta ser único hoy, en este punto de su trayectoria?

Bueno, estoy respondiendo a lo que me mueve, lo que me hace sentir bien. Así que solo sigo eso. Pongo a mis colaboradores, los elijo. Me gusta el trabajo de esta persona y digo: tal vez podamos trabajar juntos. El movimiento mantiene el cambio. Ahora tenemos más bailarines que nunca en los shows, así que hay mucho movimiento en el escenario.

-Y a propósito de cómo se planta en el escenario, ¿se sigue considerando una persona tímida e introvertida?

No tanto. Un poco, pero ya no tanto.

-¿Su manera única de bailar y cantar en el escenario lo ha ayudado a superar la timidez?

Bueno, especialmente cuando nos movemos juntos y estamos todos haciendo algo, entonces tienes esta sensación de unidad con los otros bailarines. Con los músicos, con los bailarines, con los cantantes, te conviertes en algo en que te vas fuera de ti mismo.

De Mon Laferte y regreso a Chile

David Byrne realiza esta entrevista a fines de esta semana desde Boston, donde llegó como parte de la gira que promociona su reciente disco. Y, por supuesto, ha vuelto sobre la especialidad de la casa: bailar sin tregua sobre un escenario.

Tal como sucedió en el anterior tour y musical American Utopia, su actual performance vuelve a incluir el concepto de banda móvil, o sea, músicos que están todo el show parados y moviéndose de forma coreográfica gracias a equipos inalámbricos, lo que incluye hasta un arnés que sostiene, por ejemplo, un teclado.

El concierto también suma a un quinteto de coristas bailarines que le entregan un golpe de energía a la puesta en escena y que ha llevado a la crítica especializada de su país a expresiones rotundas: “Un concierto de David Byrne no es como la mayoría de los conciertos: es un espectáculo en toda la extensión de la palabra”.

“Para mí el baile sigue siendo parte esencial del show”, califica ahora el artista. De hecho, cuenta que cuando está cantando bajo los focos, su forma de medir si una presentación está despachando buenos resultados es observar cuánta gente se levanta de sus sillas y comienza a moverse con goce y placer.

“Estoy viendo a la audiencia cada noche y creo que ha ido mejorando con el transcurso de la gira”, evalúa. Luego sigue: “ Con algunas de las nuevas canciones, la gente está bailando y pasando un buen momento, lo cual es genial.Y en otras, me di cuenta de que realmente están escuchando. Están escuchando la música, pero también las palabras. Algunas de las canciones cuentan una pequeña historia y puedo ver sus caras. Están siguiendo lo que yo estoy diciendo. Aún me resulta sorprendente”.

En esa escala David Byrne en que mientras más bailas mejor es el show, hay un recuerdo en dirección directa hacia Chile. El festival Lollapalooza de Santiago 2018 fue su última vez en el país -además de sus pasos de 1990 por Martes 13 y el Estadio Chile, y de 2004 por la Estación Mapocho-, concierto que rememora como uno de los más agitados de ese viaje por la región, donde precisamente vino a mostrar el espectáculo American Utopia.

“Recuerdo en Lollapalooza que la audiencia en Chile fue la única donde tuvimos mucha gente bailando cerca del escenario. La gente imitaba y copiaba todo nuestro baile. Así que, a medida que empezamos a hacer algo, el público empezó a hacerlo. Fue el único lugar en que sucedió. Fue maravilloso”, describe.

-Usted siempre ha sido un artista muy interesado por la música latina. ¿Conoce artistas chilenos?

Vi en Nueva York a Mon Laferte. Ella es una artista realmente increíble. ¿Es chilena, no?

-Sí, exactamente. Es la gran estrella de la música chilena. Nació en una ciudad llamada Viña del Mar.

Sí, sé dónde está. Nunca la he conocido a ella, pero realmente amo sus discos y amé todo su show en Nueva York.

-¿Qué es lo que más le gustó de su show?

Hay cosas que me sorprendieron completamente. Había una gran escultura de una persona llorando en el escenario. Pensé: ¡Dios mío!, y aun así las canciones tienen esta alegría y exuberancia, pese a la presencia de esta persona llorando en el escenario. Pensé también: esto es una combinación realmente interesante. La tristeza y la alegría podían existir en el mismo lugar.

-¿Planea volver a Chile con esta actual gira?

Absolutamente. Creo que tal vez estaremos yendo en junio o julio del próximo año. Estoy esperando ver qué sucede con eso.

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-En su último disco, hay mucha influencia de la música latina en varias canciones, como What is the reason for it?, que tiene toques mexicanos. ¿Qué encuentra aún en la música de lugares como Latinoamérica, o incluso África, que no encuentra en la música de Estados Unidos o Europa?

Hay muchas cosas diferentes. Obviamente, los ritmos son diferentes. Los ritmos latinos han sido muy influyentes. Creo que en mucha música latina hay una gran sensualidad en cada canción, en las melodías. Pero, incluso con esa sensualidad, el contenido, lo que se dice, puede ser muy profundo y serio al mismo tiempo. Eso fue una mezcla que nunca escuché demasiado en la música norteamericana. Si algo era serio o se trataba de política o cosas por el estilo, siempre sonaba enojado y desagradable. Por eso encontré que en América Latina los músicos podían lidiar con todos estos temas de una manera muy hermosa. Eso fue muy emocionante para mí.

-Usted un poco como pionero en el tema, ¿cree que la música latina vive su mejor momento en Estados Unidos? Ahí está por ejemplo el éxito de Bad Bunny.

¡Eso es increíble! ¿Quién podría haber previsto esto? ¿Quién podría haber dicho que sucedería? Creo que es increíble. Es increíble el éxito de Bad Bunny y otros músicos que están teniendo éxito en Norteamérica y otros lugares. Es quizás lo que siempre esperé que pudiera suceder. Así que aquí estamos ahora, está sucediendo.

-En la actualidad, hay muchas artistas jóvenes que lo observan como una gran influencia. Con muchos de ellos ha colaborado, como Lorde, Olivia Rodrigo, St. Vincent o Hayley Williams. ¿Se siente cómodo siendo un objeto de culto de una generación tan joven?

(Se ríe) No, no lo pienso así, no me gusta pensar como que soy un héroe de culto o algo así. Pero claro, me gustan esos artistas. Es maravilloso que pueda conocerlos y a veces trabajar con ellos. Y, por supuesto, es muy emocionante que las personas más jóvenes estén interesadas en mi música. Que los fanáticos de lo que hago no sean solamente los más viejos.

-¿Piensa constantemente en el legado que dejará como músico, en lo que se escribirá de usted con los años?

No, para nada, no lo pienso eso. Sólo estoy pensando en lo que estamos haciendo en este momento. ¿Qué será el show de esta noche? ¿Hay cosas que tenemos que arreglar? Algo así es lo que se me cruza por la cabeza, no mucho más.

-A usted no le gusta mirar al pasado, pero tengo que preguntarle por un show tan legendario como Stop making sense. ¿Por qué aún es un espectáculo insuperable y una de las cimas creativas de la música popular?

Bueno, no tengo ni idea. Quizás no encajaba del todo en la época. Era muy diferente de muchas cosas que estaban pasando en ese momento. Quizás. En algunas maneras, estuvo muy bien, pero no parecía algo exclusivamente de los años 80. Hay algunos elementos, puedes mirar algunas de las ropas y otras cosas y dirás ‘oh, eso es muy de los años 80’. Pero el resto parecía un poco más inesperado y atrevido, quizás eso fue lo que ayudó.

-A propósito de la ropa, ¿me imagino que aún cree que fue una gran idea usar un traje que le quedara muy grande y ancho? ¿Cómo se le ocurrió?

Estaba en un tour en Japón y vi un montón de teatro japonés. Me sorprendió que algunas de las costumbres a la hora de usar vestuario era ponerse cosas muy grandes. Así que esa fue un poco la inspiración. Pero pensé en ese momento: adaptaré esa idea y lo haré con una ropa occidental. Así nació. Fue una gran idea que quedó hasta hoy.

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