El boom de la literatura surcoreana en Chile: un fenómeno que se expande
Han Kang, último Nobel de literatura, demostró la consolidación de la literatura surcoreana a nivel mundial. Sin embargo, en Chile ya tenía camino recorrido, con textos como Hierba, Almendra o Tantas sombras. Además, de buena venta, han generado comunidad y un creciente nicho en la industria.

La literatura surcoreana llegó para quedarse. De ello dan cuenta editores, libreros y los mismos lectores chilenos, quienes ven en estos libros una opción distinta, diversa y actual.
Si bien el Premio Nobel de Literatura otorgado en 2024 a Han Kang dio un espaldarazo a sus compatriotas, los libros escritos en Corea del Sur ya tenían camino recorrido en Chile, en especial, gracias a la consolidación de otras literaturas asiáticas y a manifestaciones culturales como el kpop y los kdramas.
“Pienso que el interés del público lector chileno por las literaturas asiáticas es anterior al fenómeno editorial de Han Kang”, explica a Culto Melanie Jösch, directora editorial de Penguin Random House (PRH), casa que trae a la Nobel al país. “Hemos dejado de ser conservadores—en ese sentido—y tenemos amplia curiosidad a la hora de leer. Su Premio Nobel llegó a tierra fértil”.

Valentina Figueroa, Coordinadora Académica del Instituto Rey Sejong Santiago, de la Universidad Central, explica que la literatura japonesa fue la primera en echar raíces en el mercado chileno. En ese sentido, “la literatura coreana tiene todavía un camino largo que recorrer para alcanzarla”.
Por ejemplo, la Librería del Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) comenzó su sección de literatura asiática con textos de origen japonés, para luego saltar con un catálogo chino. Fue en 2018 que llegaron los primeros libros sobre contenido coreano, en especial de kpop, periodo en que el libro juvenil Almendra, novela de Won-Pyung Sohn, fue un éxito. “Ese libro se esperaba harto, con eso empezamos”, dice la librera Claudia Yáñez, encargada de la sección de literatura coreana de la librería.

Sunme Yoon fue quien tradujo al español La vegetariana, de Han Kang, para publicarse en editorial Bajo la luna en Argentina, en 2012. La traductora surcoreana dice a Culto que el interés en el país trasandino por la literatura está consolidado, pero que en Chile es incipiente.
Las personas “empiezan con el kpop, después ven kdramas, el cine, comida...van adquiriendo productos coreanos y terminan leyendo literatura. Todo va encadenado”, explica.
“Las artes circulan de diferentes maneras y se ramifican también y se conectan desde diferentes partes”, dice Figueroa, quien además constata que los estudiantes llegan a aprender traducción motivados por la música y series surcoreanas.
La presencia de editoriales argentinas como Hwarang, dedicada exclusivamente a la publicación de libros surcoreanos al español, ayudó a masificar la oferta de estos títulos.
Libros como Kim Ji-young, nacida en 1982, de Cho Nam-joo, o la novela gráfica de Keum Suk Gendry-Kim, Hierba, también llegaron a consolidar aún más la presencia de literatura surcoreana en Chile.
“Percibo una mayor apertura y curiosidad hacia autores y autoras de Asia, algo que hace diez años era mucho más de nicho”, comenta Catalina Infante, escritora y una de las dueñas de Librerías Catalonia. “La industria ha respondido a este interés, hoy nos llegan muchos más autores asiáticos y hay más traducciones directas al español; como hay más oferta se empiezan a masificar los lectores”.
Libros surcoreanos en el mercado chileno
Tal como decía Infante, la industria nacional se adaptó a estos nuevos intereses. Por ejemplo, surgió en Chile la editorial independiente Asiática Ediciones y RIL Editores tiene una colección llamada Corea desde América Latina, en colaboración con el Centro de Estudios Comparados de Corea (CECorea).
Claudia Yáñez, de Librería del GAM, señala que en su catálogo cuentan con 133 libros sobre Corea, de los cuales 54 son de literatura.
Asimismo, “está el caso de Corea: apuntes desde la cuerda floja, de Andrés Solano (2015), estupendo libro que publicó UDP hace diez años y que nos cuenta la relación entre un escritor colombiano y Corea, y, por cierto, el caso de Paulina Flores, quien incorpora en Isla Decepción (2021) la cultura y la identidad coreana a su literatura. La presencia de la literatura coreana es un fenómeno particular dentro de un largo proceso de diálogo“, explican Juan Manuel Silva e Ignacio Rebolledo, editores de Grupo Planeta Chile.

En librería Ulises, por ejemplo, el librero Nicolás Letelier dice que cuentan “con el catálogo de Editorial Abducción, que ha traducido una buena cantidad de autores, modernos y clásicos. Eso puede ayudar a fomentar el fenómeno que editoriales españolas como Satori habían logrado captar hace ya un tiempo”.
Sin duda, el Premio Nobel de Han Kang marcó un hito para la literatura surcoreana en el país y en el resto de los países hispanohablantes. Sunme Yoon, una de sus principales traductoras, explica que los pedidos que llegan al LIT (Instituto de Traducción de Corea) “se han duplicado o triplicado. Llegan más pedidos de todo el mundo”, comenta.
“Este es el comienzo−agrega—. El Nobel es un gran espaldarazo para la literatura coreana y para todos los géneros de la literatura coreana".
“Todas las obras de Han Kang publicadas desde que se le concedió el Premio Nobel han tenido una gran acogida en Chile. Han Kang tiene todos sus libros en la lista de más vendidos”, dice Melanie Jösch, directora editorial de PRH Chile, apuntando a su obra más célebre, La vegetariana, y otras como Imposible decir adiós, La clase de griego, Actos Humanos y el reciente publicado por Lumen, Guardé el anochecer en el cajón.

Daniela Méndez, subgerente de la categoría Libros de Buscalibre, explica que Han Kang es “profundamente apreciada por nuestros clientes, ha vendido alrededor de 4.000 ejemplares de su obra desde 2024 hasta ahora”.
Desde las librerías independientes también constatan el éxito. “Han Kang está, sin duda, entre lo más vendido de la librería, sobre todo tras ganar el Nobel”, responde Catalina Infante, de Catalonia. Por su parte, desde Librería del GAM, Claudia Yáñez dice que “viene gente a ver la sección coreana. Y también vienen personas a preguntar directo por Han Kang o por Choo Nam-joo”.
El interés trasciende lo comercial y ha llegado a universidades y otros entornos académicos, con cursos y talleres sobre literatura coreana. “Podemos hablar de una visibilidad editorial, pero también de visibilidad en el entorno académico formal, lo que es muy importante, porque viene a ser un cambio en la manera en la que se entiende la literatura universal, que antiguamente no incluía mucho lo que es Asia”, explica Valentina Figueroa.
Traducción y temáticas
Los libros surcoreanos no podrían masificarse en Chile sin el rol de la traducción. En Corea del Sur, existen fondos estatales para que títulos “salgan” de sus fronteras. Gracias ese incentivo, por ejemplo, se tradujo Tantas sombras, de Hwang Jungeun, que en Chile fue publicado por Neón Ediciones.
La librera Claudia Yáñez destaca un punto no menor: “En este boom de literatura coreana se están haciendo traducciones directas del coreano, diferente a lo que pasa con literatura japonesa, que se traduce del inglés. Ahí se pierde contenido. Por ejemplo, salió el último libro de Han Kang, Guardé el anochecer en el cajón, y es un libro bilingüe, sale el poema en español y en coreano”.
Gracias a los incentivos para la traducción, Sunme Yoon tradujo La vegetariana al español hace ya casi una década y ahora apuesta con la traducción de Gangnam Lady, un thriller inquietante de Lee Hong, que tradujo con Paloma Nicolás.

Ese título llega recién a Chile con Neón Ediciones, gracias a la mediación de la agente literaria Vivian Lavín. María Paz Rodríguez, dueña de Neón, evidenció el éxito de Tantas Sombras y quedó interesada en la literatura coreana, con la idea, incluso, de generar un sello exclusivo para títulos de ese país.
“La literatura coreana tiene algo bastante parecida a la chilena. Tiene un sello intimista”, explica. Sobre la nueva apuesta de su editorial, dice: “Gangnam Lady es un libro tramposo, uno no logra terminar de identificar el misterio que hay detrás, ese es el atractivo. También es interesante por su estructura, es un thriller raro, donde hay crímenes, misterios y una prosa que juega con la sutileza, escondiendo los horrores que hay detrás”.
El libro, que está disponible en el sitio de la editorial, cautivó a Sunme Yoon por esas mismas características. “Me pareció realmente inquietante, es una cuestión muy rara, porque vas leyendo la novela y no sabes si la protagonista es buena o la villana”, profundiza.
Convencida, dice que puede gustar en Chile. “A todos nos gusta que nos sacudan la cabeza con un giro inesperado”.
Este texto va en la línea de thrillers como Quién sabe si mañana seguiremos aquí, de Kim Young-Ha (Temas de Hoy, 2019) y Won-Pyung Sohn, “cuya novedad Contraataque a los 30 (Temas de Hoy, 2025) será publicada en junio", indican Juan Manuel Silva e Ignacio Rebolledo, editores de Planeta.
Además, Sunme Yoon ve una tendencia en los libros surcoreanos “healing”, textos que están ambientados en tiendas comerciales, como lavanderías o librerías, en los cuales se presenta un conflicto, ayudantes y una solución.
Uno de estos libros es El gato que amaba los libros, de Sosuke Natsukawa, un “fenómeno puntual que sorprende”, dice Catalina Infante, de Catalonia. “Ha tenido una llegada muy transversal por su mezcla de ternura, filosofía y amor a la lectura”.

Los tópicos abordados en la literatura surcoreana han mutado. “Pasamos por diferentes etapas. Tenemos que pensar que la historia moderna de Corea ha estado relacionada a la búsqueda de un sujeto nacional, en vista de los precedentes de colonización y también de la guerra civil que termina separando la península. Por lo tanto, podemos encontrar diferentes etapas de la evolución de estas literaturas, tratando temas, como la búsqueda de un sujeto nacional, como las denuncias en torno a qué pasaba en esos periodos. La literatura de resistencia está resonando bastante”, explica Figueroa.
El Premio Nobel de Han Kang ayudó a consolidar la literatura coreana en Chile y en el mundo. “La vino a poner en otro nivel, a abrir puertas”, concluye María Paz Rodríguez. Así, esa puerta se abrió para no cerrarse.
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