Culto

El rap de alto voltaje de Kendrick Lamar remeció la noche del Estadio Monumental

En el regreso de los conciertos a Pedreros, el rapero estadounidense confirmó sus pergaminos como uno de los nombres ineludibles a nivel mundial. Una presentación basada en su reciente disco GNX, que desplegó una ambiciosa puesta en escena. Antes, el dúo argentino Ca7riel y Paco Amoroso, mostraron una porción de su vibrante espectáculo, que hoy los tiene posicionados como uno de los nombres más populares entre la fanaticada local.

Foto: Achraf Issami

La oportunidad de ver a dos artistas en la extensión de un estadio, es la que ofrecía el show que reunía en la noche de este martes en el Monumental al rapero Kendrick Lamar y al dúo de pop urbano, Ca7riel y Paco Amoroso.

Hasta ahora, en Chile, ambos se habían presentado en venues de menor capacidad o en festivales. La oportunidad coincidió con que el recinto de Pedreros volvió a recibir conciertos tras casi un año, pues el último fue el del colombiano Feid, en noviembre de 2024. En esta ocasión albergó las presentaciones de dos nombres relacionados al universo urbano, aunque, ciertamente, ambos ya han cruzado hacia la vereda del pop.

En la noche primaveral de octubre, Kendrick Lamar, presentó su primer show en solitario a gran escala en el país, tras su debut como headliner en la edición local de Lollapalooza 2019. En esta ocasión llegó con un espectáculo basado en su nuevo disco, el celebrado GNX (2024), que interpreta casi al completo. El rapero tuvo a un espectador de lujo, pues entre sus invitados asistió el reggaetonero Rauw Alejandro, el mismo que se alista a presentar tres fechas en Movistar Arena la próxima semana. También se vio a exponentes de la bullente escena urbana chilena, como Drefquila.

Pasadas las 21.00 horas, el juvenil público bramaba por el ídolo. “¡Kendrick! ¡Kendrick!”, gritaban. Por fin, tras casi 20 minutos de espera, se apagaron las luces. Sonó el sampler de la voz de la cantante mexicana Deyra Barrera, que abre el disco GNX y fue coreado por la gente. Lamar se hizo esperar. Se le veía a contraluz, rapeando desde la pantalla, mientras estaba tras el escenario. Unas atronadoras descargas de fuegos artificiales lo recibieron cuando decidió salir. Su sentido del espectáculo es su presentación, mientras rapeaba Wacced out murals, como subrayando el momento.

Kendrick Lamar en Chile. Foto: Achraf Issami.

El show de Lamar está organizado en 4 actos, a su vez separados por segmentos de video, protagonizados por él mismo (en el primero, se le ve en un interrogatorio). En escena es acompañado a ratos por un cuerpo de baile, que entra y sale tan rápido como el flow del californiano. Los fuegos artificiales arrancan los gritos del público.

Pasaron temas como Squabble up, N95 y King Kunta, uno de los pocos temas que incluyó de su álbum To pimp a butterfly (2015), el primer álbum que le dio un mayor reconocimiento (fue su primer disco que logró el número 1 del Billboard 200), y que esta temporada cumple 10 años. Quizás el hito merecía algo más de atención.

“¡Chile!”, gritó Lamar cuando estaba por pasar al segundo acto del show, para saludar a la gente. No es un tipo de personalidad avasalladora, pero su rima, el repertorio sólido y la construcción del show son las claves de su espectáculo. Pasaron temas como Euphoria, mientras Lamar subía y bajaba por la gran escalera montada en el escenario, para luego caminar por la pasarela que conectaba con el escenario, justo cuando caía una cascada de fuegos artificiales. Pasaron Hey now y Reincarnated, el corte de GNX que evoca a Tupac Shakur, donde también suena la voz doliente de Deyra Barrera. En las pantallas, la dirección del show priorizó el dramatismo del blanco y negro, y los planos cerrados. El segundo bloque sobresalió con Alright, marcando uno de los momentos intensos del show.

Aparecieron en escena dos adornos de dados gigantes y un pino aromático, como los que se cuelgan en los autos, en consonancia con los videos de acompañamiento que ocurren al interior de un vehículo. Todo rima.

El cuerpo de baile asomó para remarcar ciertos momentos de los temas; podían hacer de personajes secundarios, como fundirse con la escenografía. Prueba de que Lamar los emplea con sorprendente ductilidad. Para entonces ya sonaban Peekaboo, la midtempo DNA, que igual invita al movimiento, además de Bitch don’t kill my vibe y ese hit que es Love. La rima de Lamar, por momentos resulta hipnótica.

Por supuesto, hacia el final no faltaron cortes como Luther, uno de sus hits más recientes que publicó junto a SZA, y las ineludibles Not like us y Gloria. La noche terminó entre más cargas de fuegos artificiales y los duros beats, tan maquinales y callejeros. En suma, un show que colmó las expectativas de los fanáticos y subió un listón respecto a lo que mostró en 2019.

Kendrick Lamar en Chile. Foto: Achraf Issami.

En la previa, pasó uno de los ganchos que tenía la noche. La presencia como artistas invitados de los argentinos Ca7riel y Paco Amoroso, en su tercer show en el país en la temporada. Justo cuando ha pasado un año de su irrupción a nivel mundial gracias a su sesión en el Tiny Desk, la misma en que acaba de hacer historia 31 Minutos.

A menos de un mes de su memorable show en el Movistar Arena (que está entre los mejores del año), el dúo se presentó por primera vez en el contexto de un estadio en el país (antes lo hicieron en el Teatro Coliseo, la Blondie, el Festival Lollapalooza y el Arena). Salieron a escena poco antes de las 20:00 horas, con los compases de Dumbai, el tema con que arrancó su afamada sesión para NPR. Los trasandinos confirmaron su arrastre en el país ante el público en su mayoría juvenil. Vestidos con unos atuendos que mezclaba ropa deportiva con balones de fútbol, presentaron una versión acotada de su show de estadios, eso sí, incluyendo en el escenario a las cabezas inflables gigantes que les representan.

Los trasandinos derrocharon carisma, cantaron a la cámara e interpretaron con total fidelidad temas como Baby Gangsta, Bad Bitch (con Ca7riel a la guitarra), La que puede, puede, Sheesh, entre otros. Primero sentados en las banquetas, para luego pararse y moverse hacia la pasarela que conectaba con el escenario. Habitual en sus shows, sus respectivos momentos solistas también fueron seguidos por el público que maneja la expansión del universo del dúo. Su show no decae y parece sorprender a cada instante, a lo que se le suma la eficiencia de su banda de directo y un repertorio consolidado.

“¿Cómo estamos esta noche Chileeeee? Estamos felices de estar acompañando al mejor rapero del mundo, ¡Kendrick Lamar!”, dijo Paco, para luego pedir unos gritos por el rapero. El show cerró con un tramo marcado por la funkera #Tetas seguida sin respiro por el hit El día del amigo y el remate con El único. Así, en un contundente show, los argentinos volvieron a dejar en claro que son el dúo del momento y están sacando provecho del mismo. Un estadio propio sería un paso.

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