¿Vocación o empleabilidad?
Nos acercamos al término del año y, con ello, miles de jóvenes comienzan a explorar alternativas para continuar sus estudios superiores. Según cifras del último SIES 2025, 364.042 personas ingresaron a la educación superior este año, reflejando el desafío que implica para cada uno tomar decisiones que marcarán su futuro profesional. En medio de esa búsqueda, surge un dilema que muchas veces es más impuesto por el entorno que sentido como propio: Seguir la vocación o estudiar una carrera con buena empleabilidad y renta, como si ambas cosas no pudieran convivir.
La vocación es, sin duda, el punto de partida. Es lo que da sentido al trabajo y alimenta la motivación en momentos difíciles de la vida laboral; es lo que nos impulsa a innovar, a disfrutar lo que hacemos y a dotar de propósito nuestro día a día. ¿Cuánto perdemos al no querer lo que hacemos?, ¿cómo podríamos ser buenos en algo que no deseamos? La vocación debiese ser entonces una condición esencial en la elección de una carrera, pero no puede ser el único criterio.
Pero, ¿es suficiente? Por supuesto que no. La profesionalización de la vocación, ese proceso capaz de entregar conocimientos, competencias, disciplina y técnica a lo que nos apasiona, es tan importante como la vocación misma. De poco sirve el talento y las ganas si no derivan en un grupo de competencias articuladas capaces de ser reconocidas y valoradas por el mercado laboral, lo que se logra, en gran medida, a partir del aprendizaje formal y el esfuerzo propio.
¿Supone entonces que todos los estudiantes con vocación y estudios superiores asociados a esta, tendrán éxito laboral? Tampoco. La formación técnico profesional y el modelo de competencias -que sumó nada menos que 204.920 estudiantes el 2025 según SIES-, aporta en gran medida a “estandarizar conocimientos y capacidades”, pero quienes participamos de ella, no podemos diluir la impronta personal de cada estudiante, el sello que los hace únicos y que define, por consiguiente, sus propias trayectorias y éxito. La homogenización excesiva puede con facilidad apagar lo que hace a cada profesional único y que, en definitiva, le permite encontrar su propio lugar en el mundo.
Es entonces parte del rol de las instituciones de educación superior articular vocación y profesión; formando personas capaces de desempeñarse con éxito en el mundo laboral a partir de su propia identidad. Profesionalizar el talento, contribuir con método y disciplina, con conocimientos y técnica, pero por sobre todo con calidad; la que combinada con la capacidad e identidad de cada estudiante, hará de ellos profesionales competentes y exitosos.
*Por Gastón Ramos, director de Operaciones Académicas de Duoc UC.
Lo último
Lo más leído
1.
2.
3.
4.
5.
6.
⚡¡Extendimos el Cyber LT! Participa por un viaje a Buenos Aires ✈️ y disfruta tu plan a precio especial por 4 meses
Plan digital +LT Beneficios$1.200/mes SUSCRÍBETE