El Deportivo

El día que nació la leyenda: cómo se gestó la llegada de Marcelo Bielsa a Chile

El 10 de agosto de 2007, surgió un pacto indisoluble. Ese día se concretó el arribo del rosarino, después de una intensa aventura encabezada por Harold Mayne-Nicholls y Jorge Contador.

Marcelo Bielsa y los 'alemanes', uno de los elementos que usaba para los entrenamientos en la Roja. (null)

El 10 de agosto de 2007, la historia del fútbol chileno agregó una de sus mejores páginas. En esa jornada, Marcelo Bielsa fue presentado, oficialmente, como el nuevo entrenador de la Selección, en una sala de plenarios de la ANFP a tope. Arrancaba, uno de los mejores ciclos deportivos que ha tenido la Roja: en los tres años, cinco meses y 23 días que duró, la cara del combinado nacional cambió drásticamente. Se posicionó como animador del fútbol sudamericano y llegó al Mundial de Sudáfrica ubicándose en el segundo puesto de las Eliminatorias, solo por detrás de Brasil. En la cita planetaria, alcanzó los octavos de final.

Harold Mayne-Nicholls recuerda cómo partió todo. “Se dio después del partido con Brasil, en la Copa América de Venezuela, en la derrota por 1-6. Al día siguiente, lo llamé y empecé a conversar con él. Después, fuimos con Jorge Contador a Rosario y él vino a Santiago. Hubo dos o tres reuniones más, telefónicas. En la primera semana de agosto, me dijo que sí, que aceptaba nuestra oferta. Se vino y comenzó a trabajar con nosotros”, resume el dirigente que firmó el contrato con el transandino, a cambio de US$ 1,5 millón anual.

El día que nació la leyenda: cómo se gestó la llegada de Marcelo Bielsa a Chile

El contexto que vivía la Selección exigía una intervención urgente. “Recuerdo que Nelson Acosta me dice ‘no puedo trabajar con estos muchachos, el mensaje no les llega’”, rememora el extimonel y actual candidato presidencial. Ahí nace una convicción: se necesitaba un entrenador que transmitiera principios como la disciplina y, sobre todo, la humildad. “Que les dijera cuáles eran sus carencias. Y, en mi caso, alguien que controlara lo de la cancha y me permitiera abocarme a la gestión directiva”, explica Mayne-Nicholls.

Hubo reuniones presenciales en Rosario y en Santiago y otras tantas por vía telefónica. Una de ellas sigue en la memoria del expresidente de la ANFP. Duró hasta las cuatro de la mañana. En esa cita, Bielsa lució su amplio conocimiento de los jugadores que podría dirigir, su sello. “Tenía una libreta con nombres y me iba preguntando”, recuerda el exdirigente, quien le planteó que le faltaba uno: Edson Puch, con el añadido del manejo del iquiqueño actuando con el perfil cambiado. “Seguimos conversando de otro tema. Al día siguiente, a las 8.30, me dice ‘es buen jugador ese Puch’. Ya lo había analizado”, grafica.

La convicción de la dirigencia chilena no admitía interpretaciones. Ni siquiera el planteamiento inicial de Bielsa. “Yo creo que ustedes necesitan otro entrenador”, les había dicho el rosarino a sus huéspedes. “Mire, Marcelo. Nosotros lo venimos a buscar a usted y queremos que usted sea el entrenador. Ahora, si usted no quiere ir, es otra cosa. Llegamos hasta aquí, no se conversa más y esto solo queda como una agradable reunión. Pero si usted está interesado, sigamos conversando”, le contestó Mayne-Nicholls.

Bielsa, en la Roja (Foto: Pedro Rodríguez) PEDRO RODRIGUEZ

Ahora, el expresidente del fútbol chileno destaca: “No podría decir que lo convencí. Lo que hice fue invitarlo a trabajar con nosotros. No usé ningún truco para convencerlo. Él pensó que era valioso y por eso aceptó. Todos tenemos formas de ser y actuar. Le gusta tener las cosas claras antes y eso facilitó todo. Eso toma su tiempo. Así es como se tiene que trabajar”, puntualiza.

La dirigencia del fútbol nacional tenía otros nombres a modo de reserva. Se buscaron alternativas como Gustavo Benítez, José Sulantay y Claudio Borghi. Al paraguayo y al coquimbano se les pidió un proyecto.

Con el Bichi, en rigor, se produjo un desencuentro que lo sacó de una carrera que corría como principal favorito: después de recibir el mensaje de texto del directivo para materializar la reunión que sellaría el acuerdo, le recriminó a Mayne-Nicholls por la alta presencia de periodistas fuera de su casa, insinuando una filtración de la cita. El extécnico de Colo Colo se había impuesto por 6-1 en la votación directiva. Tras el desplante, el directorio puso en manos de Mayne-Nicholls, quien representaba el voto de minoría, la decisión: así llegó Bielsa a la Roja.

Después, el rosarino se interiorizó de las condiciones de trabajo. Visitó Pinto Durán, que luego se transformaría, literalmente, en su hogar y se comprometió a ofrecer charlas que generarían recursos para la actualización del añoso complejo deportivo. Era parte de una petición que le había planteado Mayne-Nicholls.

Se creó una cuenta corriente para juntar el dinero que, luego, se destinaría a las obras. Se reunieron US$ 500 mil por esa vía.

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