Paula Narváez: “La unidad de la oposición requiere de generosidad y dejar intereses propios de lado”

Paula Narváez, candidata presidencial del Partido Socialista. Foto: Mario Téllez.

La carta presidencial socialista propone un plan de reconstrucción para enfrentar la crisis de la pandemia y llama a su sector a estar a la altura de ese desafío.


Los números no la acompañan, pero la candidata presidencial del Partido Socialista, Paula Narváez, asegura que su opción es competitiva. Afirma que el rol aglutinador del socialismo democrático y la construcción de una unidad en pos de un plan pospandemia -que detalla en esta entrevista- son las claves para enfrentar la presidencial de la centroizquierda. Con ese objetivo, llama a buscar máximos comunes, a la generosidad de todos los sectores y a dejar de lado intereses particulares. Además, tras semanas complejas en su relación con la directiva liderada por Álvaro Elizalde, la exvocera de gobierno da por superados los “ripios”.

Esta semana, la oposición hizo el esfuerzo más significativo que se ha visto hasta ahora para avanzar en función de la unidad. ¿Cuáles son para Paula Narváez los mínimos comunes de entendimiento?

Para mí son máximos comunes. La tarea y misión que tenemos como país es de una envergadura significativa y tiene que ver con la pospandemia. Lo más importante es una unidad que permita poner a todas las fuerzas del centro y de la izquierda tras un objetivo común, que es la reconstrucción del país al estilo casi posguerra. Y para mí, el máximo común es un plan de reconstrucción que yo he llamado plan de reconstrucción sustentable y solidario. Hay otros, por supuesto. El tema de pensiones es otro y, asimismo, el abordaje de las violaciones a los DD.HH. ocurridas en democracia y que requieren de una acción decidida de parte del Estado para avanzar en verdad, justicia, reparación y el compromiso de no repetición.

¿Cuál es el diagnóstico que tiene sobre la división que enfrenta la oposición? Porque si no han llegado a mínimos, lograr máximos comunes se ve complejo…

Primero, hay que reconocer que hay fragmentación. Pero la crisis producida por la pandemia, pero también por las lecciones del estallido social, requiere que todos tengamos el criterio de realidad para dimensionarla y que eso lleve a las fuerzas políticas del centro y la izquierda a disminuir esta fragmentación.

¿Se atreve a calificarla? Algunos dicen que es muy profunda, otros dicen que en realidad no lo es tanto.

Lo importante es que es superable, pero requiere de política, requiere de diálogo, de sinceramientos, de generosidad y también de humildad, la que no se ve en muchos.

Carolina Tohá planteaba que la situación de la oposición más que un problema de voluntad política tiene que ver con una disputa hegemónica. ¿Lo comparte?

Mi visión es más pragmática. Y es superar el análisis desde la lógica del poder y hacer un llamado a que se pondere el tamaño de la tarea, porque la política finalmente se juega en la medida en que es funcional a mejorar la calidad de vida de las personas. Pero en el contexto del Chile de hoy, continuar por esa vía es perder la oportunidad absoluta de jugar el rol que a la política le corresponde jugar y que a la centroizquierda le corresponde jugar, porque de lo que estoy segura es que un nuevo gobierno de derecha es nefasto para Chile.

Eso supone que si hablamos de una centroizquierda desde la DC hasta el PC, van a tener que dejar de lado ciertas cosas, resignarse a que ciertas reformas no prosperarán.

Por eso es importante la discusión previa de lo que compartimos. Se trata, por cierto, de un gesto de generosidad de que si hay otros intereses sobre la mesa, en términos de hegemonía de ciertos sectores, se puedan dejar de lado.

¿A quiénes ve hoy actuando en base a esos intereses? Hay quienes han planteado que el PC y la DC están en eso.

Eso hay que preguntárselo a ellos. Desde mi punto de vista, calificar desde fuera cuáles puedan ser sus intenciones no contribuye a lo que yo misma estoy tratando de construir, que es un diálogo con todos ellos.

¿Pero cuánto hay de voluntarismo en eso, si finalmente priman otros intereses?

En cuanto sea funcional a lo que el país demanda... Todo lo que tenemos que hacer tiene que estar en función de esta situación de emergencia en la que está Chile.

En la reunión de los presidenciables se reconoció que era voluntarista pensar en un entendimiento en materia presidencial. Se proponía, en cambio, un acuerdo para segunda vuelta. ¿Cómo lo ve?

Todas esas alternativas hoy están abiertas. Lo que hemos hecho ha sido dar un primer paso. Es un paso importante, pero es solo el primero. Queda un camino largo por recorrer para ir confluyendo hacia una unidad lo más cohesionada posible. Si eso no fuese así, y los escenarios que pudiesen darse tienen más que ver con llevar más de un proyecto político a la primera vuelta, lo que podemos construir, que no es poco, es el compromiso del apoyo para la segunda vuelta. Me parece que apoyar a quien pase a la segunda vuelta es casi un deber democrático.

El PC votó en contra del acuerdo del 15 de noviembre, se le enrostra haber validado la violencia como método de acción política. Ni siquiera tomando en cuenta posturas distintas con respecto a las AFP o política exterior, ¿es posible un entendimiento sin estar de acuerdo en temas como estos?

Por eso la conversación es política, por eso es tan importante sentarse a la mesa. Las salidas institucionales al estilo de lo que fue el acuerdo del 15 de noviembre es algo que valoramos y que tiene la más alta importancia en el marco de una institucionalidad democrática. Hay que ver con perspectiva cómo el PC frente al proceso constituyente se ha ido incorporando y a eso también hay que darle un valor político. En relación al tema de las políticas públicas, por ejemplo respecto del sistema de seguridad social, tendremos que tener más conversaciones dedicadas a eso. Ahí es importante retomar muchos de los acuerdos, que en el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet logramos también con el PC. Ahí hay un reservorio de experiencia política y técnica que podemos poner al servicio del futuro.

¿Supone la unidad la izquierdización de la oposición?

La unidad tiene que ver con la lectura del país de hoy, más que con una experiencia pasada de fuerzas y contrafuerzas políticas. Tenemos que mirar el país con lentes actuales y futuros, y esos lentes actuales nos demuestran que hay una agenda de país puesta por el estallido social, que es la que realmente marca la pauta de lo que tienen que ser las propuestas de la centroizquierda. El giro es muy grande y los actores políticos más tradicionales que han estado en la política desde la transición democrática hasta ahora tienden a mirar esto con los lentes de los años 90 y a no a darse cuenta de que la correlación de fuerzas cambió. Ya no es la lógica de izquierda o derecha, cambió desde el punto de vista de lo que la ciudadanía le exige a la política y ahí es donde tiene que estar la capacidad nuestra, de los actores políticos, de poder traducir eso en una propuesta, por supuesto, con gobernabilidad, con estabilidad y con responsabilidad.

¿Cuál es la mayor piedra de tope para la unidad?

Para no nombrar un actor en específico, sí me parece importante la lectura de lo que fueron los 30 años de gobiernos democráticos. Ahí hay un elemento de diferencia, de distancias, de énfasis que hay que seguir elaborando sin quedarse pegados en eso. Lo he dicho, hay que mirarlo con honestidad, hay que mirarlo con toda la crudeza que significa, pero también con ponderación para avanzar. No hay tiempo para quedarse pegados en ese diagnóstico.

Hay sectores que se benefician de esa crítica permanente a los 30 años y eso perjudica, por ejemplo, opciones como la suya.

Pero llega el minuto en que tienen que empezar a proponer para construir y ellos saben que aquí no hay ningún gobierno de minorías que vaya a lograr las transformaciones que Chile requiere.

Si somos optimistas y logran ponerse de acuerdo en máximos comunes, ¿da lo mismo el candidato?

Si estoy en esta carrera es porque creo que yo puedo hacer un aporte distintivo. Entonces, no da lo mismo. Tengo la convicción de que puedo hacer la diferencia. Porque tengo trayectoria en lo público, tengo una experiencia que va desde lo subnacional hasta lo internacional. Porque soy de una generación intermedia, porque conozco la realidad diversa de nuestro país, porque tengo un compromiso con una agenda de igualdad sustantiva en materia de género y de inclusión.

"Me imagino que no hay candidato o candidata que no tenga ripios con sus directivas en su instalación. Salvo que sea presidente de partido, además de candidato", dice Paula Narváez.

Se lo pregunto porque algunos han planteado que hay cierto consenso respecto de que este país no va a elegir a una figura comunista. En ese sentido, la carta del PC sería menos competitiva en una segunda vuelta, por ejemplo.

No reproduzco ese tipo de estereotipos, porque me parece que siempre son reduccionistas.

¿Pero ese gobierno garantizaría la mayoría y gobernabilidad necesaria que planteaba para, por ejemplo, enfrentar la pospandemia?

No creo en los pensamientos dicotómicos y no creo ser yo la que tenga que hablar acerca de la defensa de un gobierno comunista o no comunista. La gobernabilidad está dada justamente por la unidad del centro y de la izquierda. Y cualquier proyecto político exclusivamente minoritario no permite esa gobernabilidad.

¿Cuál es el Chile que plantea pospandemia? Ha sido crítica del manejo del gobierno.

Bueno, no es una impresión que sea solo mía. Está la evidencia, ¿no? Estoy hablando de un Plan Marshall, como el que permitió levantarse a Europa tras la Segunda Guerra Mundial, sostenible y solidario. En eso el Estado va a tener un rol central, debe ser el gran reactivador para este plan de reconstrucción, que va a requerir una inversión pública hiper expansiva. Estamos hablando de unos 5 puntos del PIB, por una única vez, que deberemos financiar con endeudamiento fiscal. Los cambios estructurales que van de ahí para adelante van a requerir mayor recaudación.

¿Una reforma tributaria?

Desde el punto de vista de las transformaciones que Chile necesita, en materia de garantías de derechos sociales y de una agenda social y productiva poderosa, van a ser de cinco puntos del PIB que se requieren recaudar. Y eso va a requerir revisión de exenciones tributarias, control de la evasión, un verdadero royalty a las ventas de la minería y una reforma tributaria que obviamente debe ser consensuada.

Vamos a su candidatura. ¿Está más reconciliada con el PS?

El PS es una categoría muy grande. Tengo una fraterna relación con las bases militantes de mi partido. Yo siempre digo que esta es una candidatura que no estaba en la planificación de nadie, me incluyo, y que por lo tanto ha tenido algunos ripios. Me imagino que no hay candidato o candidata que no tenga ripios con sus directivas en su instalación. Salvo que sea presidente de partido, además de candidato.

Escalona decía que su campaña había entrado en un periodo de dificultades y que el PS podía hacer más. ¿Lo comparte?

Se está haciendo harto, ha habido un apoyo bien importante en las últimas semanas, veo cada vez a más actores directivos involucrados en la campaña y lo que no voy a hacer es quedarme pegada.

Y en términos económicos, ¿se podría hacer más?

Se ha ido subsanando todo eso y todo va a hacerse por supuesto en el marco de la legislación vigente, como corresponde. El partido está haciendo su máximo esfuerzo en ese sentido.

Una dificultad objetiva de su candidatura sigue siendo bajo conocimiento público. Todos sus contendores tienen sus plataformas… ¿Cómo se enfrenta eso?

Es verdad, todos tienen distintas plataformas, es cierto. Hay encuestas con distintas metodologías y distintas preguntas que no son comparables. Nosotros tenemos información interna que muestra la competitividad de nuestra candidatura. Pero en esto hay que echarle para adelante nomás. Estamos, además, en cuarentena, la situación es totalmente inédita. Entonces, si caen limones hay que hacer limonada.

Varios han dado por muerta la opción de que el PS y el PPD lleguen con un candidato común a la primaria del 4 de julio.

Hay una conversación que siguen llevando los partidos. Obviamente el contexto ha cambiado producto de la pandemia, contexto del cual tenemos que hacernos cargo. Habría que revisar bien si realmente los tiempos son muy justos, pero si esos tiempos dan para una preprimaria durante mayo se debería cumplir el propósito de tener una candidata o candidato único para el fortalecimiento de este polo del socialismo democrático. Pero la verdad es que yo me adapto a cualquier escenario. Si eso no ocurre y no es posible, bueno, se va directo a la primaria legal.

Los senadores del partido fueron críticos de su intervención pública en el tema de Cerrillos, ¿fue un error?

Estoy tan segura de haber hecho lo correcto, guiada por una convicción que tengo, de siempre denunciar las situaciones de violencia contra las mujeres y las niñas en cualquier espacio y afecte a quien afecte. Me parece un asunto de principios y, por lo tanto, lo volvería a hacer. Quiero un Partido Socialista donde no tengan lugar los alcaldes que abusan de las mujeres.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.