Ampuero a Madrid y Jiménez al Segundo Piso: Las "compensaciones" de Piñera a sus ex ministros

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El recién removido canciller y la ex ministra de Energía fueron reclutados rápidamente por el Presidente. Piñera a veces retribuye a quienes les pide el cargo: desde invitaciones a acompañarlo a cenas o eventos, hasta ofertas de nuevos cargos en el gobierno o en organismos internacionales. Algunos han aceptado, otros no; a veces llega casi de inmediato, otras toma años. A veces, nunca.


De los cuatro ministros que perdieron su cargo el jueves pasado, que no siguieron en el gabinete y que este martes fueron invitados a cenar por el Presidente Sebastián Piñera, al menos dos no tendrán que preocuparse por su futuro laboral. Roberto Ampuero Espinoza podrá –según insistían hoy desde las entrañas de La Moneda- escribir su próxima novela desde la embajada chilena en España. Y Susana Jiménez Schuster asumirá el lunes como asesora presidencial en políticas regulatorias del Segundo Piso.

El saliente canciller, que reemplazará al funcionario de carrera Jorge Tagle, tendrá como nuevo jefe a su sucesor, el RN Teodoro Ribera. Y la ex secretaria de Energía se integrará a la unidad de Proyectos Especiales, uno de los tres grupos -junto con Políticas Públicas, y Contenido y Discursos- que conforman el equipo de asesores que dirige Cristián Larroulet. El último fichaje de ese staff fue el economista de la Universidad Católica Ignacio Parot, que venía del Tribunal de la Libre Competencia. En Palacio también barajan la idea de que Jiménez, más adelante, esté disponible para algún otro cargo, como una empresa pública u otro que asome en el tiempo.

Los otros dos ex secretarios de Estado a los que el mandatario invitó el martes a su casa fueron José Ramón Valente (Economía) y Emilio Santelices (Salud). En las conversaciones que tanto Piñera como Larroulet han sostenido con el primero, las posibilidades que se han puesto sobre la mesa son que parta a algún organismo internacional o a un cargo en La Moneda. Con el segundo aún no han tratado el tema.

Cuando el martes en la mañana los nuevos titulares de RR.EE., Energía, Economía y Desarrollo Social juraron "en diferido" en el Salón de Audiencias, solo Ampuero asistió. Ni Valente ni Jiménez se dejaron ver.

Esa misma noche, Piñera recibió a los cuatro en su casa, junto a sus parejas. Uno de los invitados cuenta que en la cena no hubo ofrecimientos ni diálogos bilaterales, pero que sí lo leyeron como un gesto "humano". Lo de la cena en la casa de Camino La Viña no es un rito típicamente piñerista, pero en el historial que el Presidente ha acumulado desde su primer cuatrienio figuran casos de compensaciones y retribuciones a las y los daminificados, desde invitaciones a acompañarlo a cenas o eventos, hasta ofertas de nuevos cargos en el gobierno o en organismos internacionales. Algunos han aceptado, otros no; a veces llega casi de inmediato, otras toma años.

A veces, nunca.

Varela, Pérez & Rojas

No hubo cena de desagravio el año pasado, cuando el Presidente tuvo que intervenir por primera vez su gabinete (9 de agosto). Fue un poco a regañadientes y más que nada forzado porque su entonces ministro de Educación, Gerardo Varela, había completado el cartón del bingo de tanta intervención desafortunada. Ni el aparato comunicacional –casi una decena de periodistas- lo habían impedido y el mandatario ya lo había reprendido en privado y en público.

Además removió a Alejandra Pérez (Culturas), a quien también había retado con vehemencia, pocos días antes. Su evaluación era deficiente y la habían criticado en su propio bando, partiendo por esa vez que el senador RN Francisco Chahuán pedía que "la sacaran a patadas". Esa vez se salvaron Santelices y Valente.

No hubo tiempo para desagravios, porque en las 94 horas siguientes Piñera debió sacar a Mauricio Rojas, reemplazante de Pérez, inhabilitado políticamente por haber calificado de "montaje" el Museo de la Memoria en un libro. Lo removió, además, para que el incendio no alcanzara a Ampuero, que había dicho lo mismo. A Pérez y Varela los recibió unos minutos en su despacho antes de bajar al Montt-Varas: el segundo le hacía preguntas y cuando ella consultó por su caso, el gobernante le dijo que hablarían después.

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13/08/2018

PRESIDENTE SEBASTIAN PI"ERA NOMBRA A CONSUELO VALDƒS, COMO MINISTRA DE LAS CULTURAS, LAS ARTES Y EL PATRIMONIO, QUIEN ASUME EN REEMPLAZO DE MAURICIO ROJAS

EN LA FOTO, EX MINISTRO D ECULTURA MAURICIO ROJAS SALUDA A PRESIDENTE DE LA REPUBLICA SEBASTIAN PI"ERA

Foto: Mario TŽllez / La Tercera[/caption]

Con Varela –una de las apuestas personales del mandatario en este segundo período- pasaron varios meses hasta que se reencontraron, en febrero de este año. No se reubicó en el gobierno. Pérez, dolida por haber salido junto con él, se fue de viaje a Europa y a las tres semanas la llamó el Presidente para invitarla a La Moneda. Ella puso la hora. No le pidió disculpas por haberla destituido, pero fue amable y atento. Las versiones sobre si hubo una nueva oferta laboral o no difieren, pero Pérez no salió de Palacio con un nuevo trabajo en el gobierno.

A Rojas -que en campaña le había dedicado dos libros al Presidente- le agradeció en público al menos un par de veces, recalcando en esas mismas intervenciones su ánimo de compensarlo, diciendo que "espero que podamos seguir colaborando". Rojas diría varios meses más tarde en una entrevista que estaba ayudando a elaborar el reciente discurso de la Cuenta Pública. Piñera, eso sí, no fue al lanzamiento de su libro 94 horas de Infamia, donde el converso Rojas argumentaba, recolectando tweets, que hubo un complot en su contra. Sí lo hizo Varela.

Cuando dejas de ser su ministro

Entre quienes han sido ministros de Piñera bromean en serio con que hay categorías. Uno, los que son destituidos por mala evaluación o por conflictos, avisados encima de la hora y sin reubicación inmediata: se van picados y molestos. Dos, los que salen por razones similares pero reciben cuidados presidenciales intensivos y son redestinados a cargos nada o poco despreciables. Tres, a los que por consideración a leales y vitales servicios anteriores -más allá de cómo lo hayan hecho en el cargo que pierden- se les saca por arriba (ver el caso de Rodrigo Hinzpeter, que pasó de Interior a Defensa). Cuatro, los escasos ejemplos en que piden que otro los suceda. Y así.

También incide la situación económica, además de sus contactos y redes.

Eso, más allá de la repetida frase que esgrimen sus colaboradores de que al mandatario "le cuesta mucho echar o sacar a alguien", que en algunos casos es cierto. Pero también lo es que hay ejemplares con los que ya no hay trato posible. Fue lo que le pasó con Jaime Ravinet, el ex DC al que reclutó para Defensa, y que después de enfrascarse en una durísima discusión telefónica con él, y tras varios conflictos con sus asesores y polémicas que fueron públicas, lo desobedeció: mientras el Presidente estaba fuera de Santiago, fue a renunciarle a su ministro del Interior, Hinzpeter, a La Moneda (enero 2011). Acá no hubo retribución.

Casos en los que tampoco hubo compensación, al menos inmediata, fueron el de Camila Merino Catalán, su primera ministra del Trabajo, casi desde el comienzo mal evaluada por Presidencia. Pero con Ricardo Raineri Bernain (Energía) fue distinto. Su salida fue ruidosa porque con su frase "a los magallánicos se les acabó la fiesta" incendió la crisis del gas en Punta Arenas cuando puso en duda ese subsidio para la calefaccción. Estallaron protestas, el gobierno demoró una solución y se vino encima la amenaza de una acusación constitucional. Cuando los equipos de la Secom comenzaron a entrenarlo para enfrentar a los diputados, el ministro colapsó. En La Moneda estaban impresionados y conmovidos con que llegara a sollozar de la presión durante los ensayos.

Piñera decidió no correr el riesgo de perder un ministro, y sacó a Raineri en enero del 2011. Se conocían de años, él había trabajado en las versiones tempranas de los denominados Grupos Tantauco que habían esbozado su programa de gobierno. Al año siguiente, en julio de 2012, el gobierno lo designó su representante ante el Banco Mundial.

Felipe Bulnes Serrano (RN) fue otro caso. Debutó en Justicia, pero Piñera le pidió el 2011 cambiarse a Educación. Entonces, las primeras manifestaciones habían dejado sin margen a Joaquín Lavín Infante (UDI), pero a éste lo sacó por arriba y lo instaló en el entonces recién creado Ministerio de Desarrollo Social, que estaba en Palacio (ahí fue cuando el Presidente le dedicó en público la broma cruel de "Ministro, finalmente llegó a La Moneda").

Cuando la agenda de esa cartera mataministros comenzó a desgastar a Bulnes, él le pidió a Piñera que lo sacara de ahí. Pero el Presidente no quiso. Circularon rumores de que el ministro -una de las entonces promesas del ala liberal de RN- había presentado su renuncia y que su jefe no se la aceptaba. Conversaron el tema más de una vez, hasta que finalmente Bulnes dejó Educación en diciembre del 2011. En su caso la compensación fue casi inmediata: Piñera le ofreció irse de embajador a Estados Unidos, lo que se confirmó en enero del 2012.

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RODRIGO ALVAREZ - MINISTRO DE ENERGIA - PEDRO PABLO ERRAZURIZ - MINISTRO DE TRANSPORTES - POLITICA - CAMINANDO - PALACIO DE LA MONEDA - Ministros - 23 de Febrero de 2012/SANTIAGO. El Ministro de Energia, Rodrigo Alvarez junto al Ministro de Transportes Pedro Pablo Errazuriz se renen en el Palacio de La Moneda para informar de las acciones a realizar para satisfacer las demandas sociales en el conflicto de la Region de Aysen FOTO:PEDRO CERDA/AGENCIAUNO - Santiago - Regin Metropolitana - Chile[/caption]

Con Rodrigo Álvarez Zenteno (UDI) fue otra historia. El ex diputado, en su día etiquetado como el "delfín" de Pablo Longueira, debutó como subsecretario de Hacienda. Pero con el ministro, Felipe Larraín, fue casi enemistad a primera vista. En lo formal no se entendían. Así que fue upgradeado a ministro de Energía en julio de 2011, pero ahí le tocó enfrentar una complejísima crisis en Aysén, con varios flancos que alimentaban protestas. El gobierno enviaba delegados a negociar, él entre ellos, pero el acuerdo no llegaba nunca, y al final intervino la tríada de ministros políticos de entonces: Rodrigo Hinzpeter (Interior), Andrés Chadwick (Segegob) y Larroulet (Segpres).

Álvarez, sin ser notificado, fue excluido de la fase final de conversaciones, lo que devino en otro conflicto en La Moneda. El Presidente se encontraba en una larga gira por Asia y le pidió que lo esperara, pero al ministro se le había acabado la paciencia. Le envió un e-mail avisándole de su decisión irrevocable y también a los ministros políticos, lo que se filtró a la prensa y molestó en Palacio. Después, cuentan, el mandatario le dedicó palabras de agradecimiento durante un discurso suyo en un consejo directivo ampliado de la UDI. Álvarez sí fue a entregar su cargo al juramento de su sucesor, y se siguió viendo con el Presidente: en una ocasión fue anfitrión de una cena junto a él y a los subsecretarios, y también en el encuentro de despedida de su gobierno. Eso sí, acá no hubo cargos ofrecidos, y el ex diputado tampoco lo habría aceptado.

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29 Julio 2010.

El ministro de Transporte Felipe Morande camina hacia el edificio del Ministerio

fotos Eduardo Beyer La Tercera[/caption]

A Felipe Morandé Lavín (Transportes) lo tuvo que sacar en enero del 2011 y entre los cercanos a Piñera aún recuerdan que el ministro cometió el pecado de no enfocarse en mejorar el Transantiago, que precisamente era uno de las debilidades de gestión de la administración de Michelle Bachelet. Fue una mala evaluación, pero a él también lo compensó. Con retardo, pero lo hizo: en junio del año pasado, cuando su segundo gobierno iba en el tercer mes, el Presidente lo designó embajador ante la OCDE, con sede en París.

Este último era, precisamente, el consuelo que había pensado el mandatario hacia el final de su primer gobierno para Laurence Golborne Riveros, su ex ministro de Minería, Energía, Obras Públicas, y fallida carta para sucederlo. La idea de instalarlo en la OCDE se anunció después de que Golborne se olvidara de ser candidato presidencial cuando le recordaron que como gerente de Cencosud había aprobado un mecanismo de cobro unilateral a sus clientes y que tenía cuentas en un paraíso fiscal caribeño. Pero debió guardarse en un cajón cuando comenzaron a conocerse sus vínculos con el Caso Penta. Su situación sigue sin resolverse hasta hoy.

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