Columna de Cristián Valenzuela: Un gobierno de mierda

23 DE ABRIL 2023/SANTIAGO Luego de la Reunión de la comisión política llevada a cabo en la sede del Partido Socialista, La presidenta del Partido, Paulina Vodanovic, es ratificada en unanimidad para reemplazar a Álvaro Elizalde en el senado. FOTO:LUKAS SOLIS/AGENCIAUNO

Los chilenos no son tontos y estos intentos de lavado de imagen no sirven de mucho para aminorar la responsabilidad que le cabe al Partido Socialista en esta grave crisis.


“Es un gobierno de mierda, pero es nuestro gobierno”, dijo Osvaldo Andrade. “Me da vergüenza enorme estar apoyando al gobierno”, dijo el senador Juan Luis Castro. “Son una red de sinvergüenzas, que ya perdieron el pudor”, remató el senador Fidel Espinoza.

¿Cuál es el común denominador? Son todos importantes dirigentes del Partido Socialista que, en el contexto de la grave crisis de corrupción que afecta a este gobierno, buscan desmarcarse de “lo malo” de esta administración e intentan separar aguas respecto de su adherencia política y programática al gobierno encabezado por el Presidente Boric.

¿Se puede ser oposición y gobierno a la vez? ¿Puede el Partido Socialista tener cargos en ministerios, subsecretarías, jefaturas de servicio y lavarse las manos respecto de una crisis de corrupción extendida a lo largo de todo el aparato estatal? ¿Pueden situarse, como lo haría Giorgio Jackson, desde una altura moral distinta al interior de una organización corrupta? Creo que no.

Los chilenos no son tontos y estos intentos de lavado de imagen no sirven de mucho para aminorar la responsabilidad que le cabe al Partido Socialista en esta grave crisis. Si bien en primera vuelta no apoyaron al candidato Boric, en segunda vuelta concurrieron con sus votos y con su apoyo a elegir a este gobierno. Fue el Presidente Boric el que invitó formalmente al entonces senador Elizalde a formar parte del gobierno y fue la comisión política del PS la que acordó su ingreso estelar. Partieron con tres ministros y, luego de sucesivos cambios y ajustes, hoy hegemonizan los cargos en el gabinete y en la estructura de gobierno.

De poco sirve llorar y quejarse, si ellos tienen en sus manos la solución política a la desastrosa gestión de este gobierno. No solo podrían demandarle al Presidente, en el comité político de los lunes, una gestión más activa para combatir la corrupción. También podrían exigir la salida del niño símbolo de la corrupción, Giorgio Jackson, que sigue protegido en el Ministerio de Desarrollo Social.

¿Cómo hacerlo? Por lo pronto, haciendo valer su peso en el gabinete y en el gobierno, condicionando su permanencia en el mismo si no se toman medidas radicales. Lo propio podrían hacer en el Congreso, donde sus votos tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado son decisivos para apoyar las iniciativas de gobierno.

El punto de fondo es que no bastan las declaraciones altisonantes ni las exhibiciones públicas de vergüenza y decepción, si ellas no van acompañadas de acciones concretas para canalizar ese malestar y esa indignación.

Decía Cicerón: “De todos los hechos culpables ninguno es tan grande como el de aquellos que, cuando más nos están engañando, tratan de aparentar bondad”. Precisamente lo que intenta hacer el Partido Socialista que, de tanta indignación moral sin acciones concretas, está mucho más cerca de ser cómplice que denunciante de la corrupción.

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