Si vas a legislar, no consumas drogas
La discusión sobre consumo de drogas no puede plantearse desde si alguien es "santurrón", "cartucho" o "liberal", con el que los algunos de manera superficial pretenden encapsular el debate.

Hace algunos días publiqué el examen de drogas que me hice, como un acto de transparencia pública y un llamado a otros parlamentarios a imitar. Algunos saltaron de inmediato a criticarme y otros, muchos, me apoyaron con algún mensaje o valorando el gesto.
La discusión sobre consumo de drogas no puede plantearse desde si alguien es "santurrón", "cartucho" o "liberal", con el que los algunos de manera superficial pretenden encapsular el debate. Como legisladores, estamos sujetos a un estándar de probidad y transparencia más alto que el ciudadano común, puesto que somos sus representantes y descansa sobre nosotros una alta responsabilidad con la que enfrentar los distintos temas que afectan al país. En esa condición y desde ese prisma es como tenemos que enfrentar éste debate y preguntarnos, ¿es correcto que un Diputado fume marihuana o consuma cocaína en el contexto de su labor parlamentaria?. Yo creo que no.
Primero, porque como parlamentarios, en alguna medida somos el reflejo de aquellos a los que representamos. Muchas personas, aunque algunos no lo crean, nos ven como un modelo a seguir, imitan nuestras acciones y replican nuestras actitudes. Desde nuestro lugar de privilegio, somos una plataforma de mensajes hacia la sociedad y aquello que hacemos y decimos, es también un señal a la ciudadanía de aquello que pretendemos normalizar. Si un Diputado hace su pega bajo el efecto de las drogas o alcohol, es un mensaje directo al resto de la ciudadanía para no sea condenable el que lo que hagan también en sus propias labores.
Segundo, y en relación con lo anterior, existe evidencia suficiente de que el consumo de drogas afecta el desempeño cognitivo, la capacidad de reacción y las habilidades de una persona. No se está con todos los sentidos activos y las decisiones, qué duda cabe, no son las más racionales. ¿Es ese el modelo de parlamentario que queremos promover? ¿Da lo mismo que quienes toman las decisiones que afectan a todos los chilenos estén volados o parcialmente incapacitados?, por supuesto que no. Esto no se trata de condenar ni apuntar con el dedo a quienes ha consumido marihuana de forma recreativa y esporádica – como yo mismo he hecho en contadas ocasiones- sino que me refiero al consumo problemático, que afecta el trabajo parlamentario.
Tercero, porque es un objetivo de transparencia y responsabilidad con la ciudadanía, el que los parlamentarios nos sometamos a controles más estrictos y rindamos cuenta no solo de nuestros intereses, sino también de la existencia de factores que puedan condicionar nuestra libertad a la hora de legislar en pos del bien general.
Son estas perspectivas las que me motivan a transparentar mi propia condición y sobre el cual hago un llamado a otros parlamentarios a seguir con ese ejemplo. Cuando asumimos un compromiso frente al país, lo hacemos conscientes de los derechos que ello acarrea, pero también con los deberes que debemos asumir. Si vas a tomar, no manejes; si vas a legislar, no te drogues.
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