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Wolfgang Beltracchi, el estafador que se convirtió en artista

Engañó al mundo del arte con su talento para copiar el estilo de pintores como Max Ernst y Fernand Léger, y en 2011 fue condenado a cinco años de cárcel por corrupción y falsificación. Hoy en libertad, el alemán se redime con sus propias obras expuestas en Venecia, Hamburgo y Viena. Un documental en Netflix cuenta su historia.

beltracchi
A Wolfgang Beltracchi (1951) le bastó un sólo paso en falso para ver toda su artimaña descubierta. Luego de 35 años de falsificar con inigualable talento el estilo de artistas de los años 20, entre ellos Max Ernst, Max Pechstein, André Derain y Fernand Léger, y venderlos por millones de dólares, el alemán cometió un error que lo llevó a la cárcel. Siempre había sido cuidadoso, recorría ferias de pulgas donde compraba telas y marcos antiguos que reutilizaba, y con la misma dedicación mezclaba sus propios pomos de pintura con tal de no levantar sospechas. Ese día estaba pintando una obra supuestamente del expresionista Heinrich Campendock, cuando se quedó sin el blanco de zinc muy ocupado por el pintor holandés, y decidió reemplazarlo por un blanco de titanio, que no existía en 1915, año en que fechó el cuadro.

Cuadro rojos con caballos fue subastada en 2006 en US$ 3 millones, por una compañía maltesa que tras hacer analizar la obra se dio cuenta del engaño. Eso sí, tuvieron que pasar cinco años para que el verdadero autor cayera preso. Con su coartada perfecta, Wolfgang Beltracchi había engañado a tantos expertos, marchantes y coleccionistas de arte que muchos simplemente no querían creer que las obras maestras que habían comprado eran falsas.

Las pinturas provenían supuestamente de la misteriosa Colección Jäger, salvada en forma milagrosa del expolio nazi y heredada por un familiar del propio Beltracchi, quien la resguardó durante años en el sótano de su casa. Para fundamentar la procedencia, el estafador llegó incluso a fabricar fotografías donde se veían las obras colgadas en un antiguo comedor y a la "Señora Jäger" posando junto a ellas. Era nada menos que su esposa, Helena Beltracchi, quien fue sentenciada a cuatro años de cárcel por cómplice, mientras su marido, a seis años. Ella fue liberada en 2013 y él, dos años después.

La historia de la que muchos llaman "la mayor falsificación de arte del siglo" es narrada por sus propios protagonistas en el documental Beltracchi: the art of forgery, estrenado en Nueva York en 2015 y disponible en Netflix. El director del filme es Arne Birkenstock, sobrino del falsificador, y en la cinta intenta elevarlo al nivel de artista, cuestión que a tres años de su estreno parece haber dado resultado.

Ho ya en libertad, Wolfgang Beltracchi acaba de dar una entrevista al semanario británico The Art Newspaper a propósito de sus más recientes exposiciones en la Biblioteca Nazionale Marciana en Venecia y en la galería Barlach Halle K en Hamburgo (ambas financiadas por el coleccionista y galerista Christian Zott), donde el falsificador expone pinturas bajo su propio nombre. En septiembre de 2019, en tanto, su obra llegará al Bank Austria Kustforum Wien en Viena. Las obras están a la venta por precios entre US$ 300 y 400 mil. "Como regla general, mis pinturas ya se venden antes de que se terminen. No tengo un mercado en sentido estricto porque las grandes casas de subastas quieren mantenerse alejadas de mí, incluso si he tenido buenas relaciones comerciales con ellos durante 20 a 30 años. Obviamente, no sabían que las pinturas eran falsas, pero la realidad es que mis pinturas cuelgan junto a Richter o Warhol o quién sabe quién", dijo Beltracchi a The Art Newspaper. Lo cierto es que nada de lo que recaude por sus obras va directo a sus bolsillos, ya que aún debe pagar los más de U$ 45 millones a los que ascienden las 14 obras falsificadas por las que fue procesado, aunque él mismo declaró haber pintado más de 300.

Imitador sí, falsificador nunca

Nacido como Wolfgang Fisher en 1951 en el norte de Alemania, Beltracchi heredó el talento de su padre, un pintor de iglesias y restaurador de Aquisgrán. A los 14 años ya era capaz de reproducir un Picasso, aunque durante sus años de estafador nunca se atrevió a hacerlo, ya que un obra de un superventas como el autor del Guernica simplemente no se podría vender. Decidió entonces concentrarse en artistas alemanes y holandeses de un solo periodo que no levantaran demasiadas sospechas. Entonces, investigó profusamente los catálogos de esos artistas y le dio imagen a obras que ya estaban perdidas. Es por esto que Beltracchi no se considera un falsificador, sino un imitador de estilo, un camaleón, que hoy hace gala de su habilidad en sus propias telas. Puede pintar con la mano derecha o con la izquierda y tomar prestado libremente el estilo de Kandinsky, Campendonk, Durero y Gauguin.

Por ejemplo su obra Raunächten (La duodécima noche) tomó prestado el trazo de Max Ernst, pero escondió en él un conejo en referencia a Joseph Beuys. Lo cierto es que ya en los 70, Beltracchi había intentado de armar su propia obra. "Disfrutaba pintando mis propios temas, pero era mucho más fascinante pintar las obras no pintadas de otros artistas", confesó en una entrevista. Lo que está claro es que sólo después de triunfar como un estafador, Beltracchi tiene ahora la oportunidad de ser reconocido como un verdadero artista.

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