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Incidentes con drones gatillan preocupación en los países de la OTAN

Según el diario The Times, a medida que los drones se han vuelto más baratos y omnipresentes, se adentran cada vez más en lugares donde no deberían estar.

Esta foto, tomada el 12 de septiembre de 2025, muestra la terminal del Aeropuerto Chopin de Varsovia, en Polonia. Foto: Xinhua Jaap Arriens

Polonia y sus aliados de la OTAN movilizaron aviones de combate y pusieron a las fuerzas terrestres en alerta máxima el domingo por la mañana, cuando Kiev informó que Rusia había lanzado una nueva ola de ataques aéreos en Ucrania, incluida la región de Lviv, cerca de la frontera con Polonia, matando al menos a cinco personas.

“Aviones polacos y aliados están operando en nuestro espacio aéreo, mientras que los sistemas terrestres de defensa aérea y de reconocimiento por radar se han puesto al máximo estado de preparación”, dijo el comando operativo de Polonia en una publicación en las redes sociales.

Polonia calificó las medidas como acciones “preventivas” que tenían como objetivo “asegurar el espacio aéreo y proteger a los ciudadanos, especialmente en las zonas adyacentes a la región amenazada”.

Pero no fue solo eso, sino que también en el aeropuerto de Munich, en Alemania, el personal pasó dos noches preparando cientos de catres y colchones inflables para los pasajeros cuyos vuelos festivos habían sido cancelados.

El incidente del 10 de septiembre fue el primer encuentro directo entre la OTAN y Rusia desde que el Kremlin lanzó su invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022.

El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, declaró el 5 de octubre que al menos cinco personas murieron y otras 10 resultaron heridas en un “ataque ruso conjunto”, en el que se utilizaron más de 50 misiles y unos 500 drones. Los ataques dejaron sin electricidad a decenas de miles de personas y dañaron edificios e infraestructuras.

Autoridades examinan restos de un dron caído en Polonia. Foto: Archivo

Mientras que en Vilna, Lituania, cientos de personas se quedaron en tierra en el aeropuerto el fin de semana después de que más de una docena de globos meteorológicos procedentes de Bielorrusia fueran identificados en su espacio aéreo.

Frente a la costa de Saint-Nazaire, en el estuario del Loira, las autoridades francesas se vieron obligadas a liberar un misterioso petrolero, conocido también como Pushpa o Boracay, que navegaba desde el puerto ruso de Primorsk, en el Báltico, hacia el Canal de Suez. Había sido avistado previamente en las inmediaciones de una serie de incursiones con drones sobre aeropuertos y bases militares en toda Dinamarca.

Los tres incidentes son algunas de las manifestaciones más recientes de una ola amorfa de perturbación que ha recorrido los cielos del norte de Europa durante el último mes.

Desde que al menos 20 drones rusos violaron territorio polaco en la noche del 9 de septiembre, las alertas han llegado casi a diario, afectando al menos a 10 aeropuertos y 12 instalaciones militares en siete países de la OTAN (y estos son solo los casos de alto perfil que se han dado a conocer al público).

Según el diario The Times, a medida que los drones se han vuelto más baratos y omnipresentes, se adentran cada vez más en lugares donde no deberían estar.

Dedrone, una empresa estadounidense de tecnología antidrones entre cuyos clientes se incluyen prisiones, oficinas gubernamentales, centrales eléctricas y 50 aeropuertos, ha detectado más de un millón de violaciones del espacio aéreo en todo el mundo este año, indicó el periódico británico.

Durante el fin de semana, la autoridad de aviación civil alemana, DFS, reveló que los drones habían interrumpido los vuelos en los aeropuertos del país 172 veces desde el 1 de enero, incluidos 37 incidentes en Frankfurt, 13 en Colonia-Bonn y seis en el aeropuerto de Berlín-Brandeburgo.

También se supo que hubo vuelos sospechosos de drones sobre tres bases militares en el noreste de Alemania y otro caso hace dos semanas cuando un enjambre de drones que orbitaban una “nave nodriza” había volado sobre un astillero naval, una planta de energía y el edificio del Parlamento regional en la ciudad portuaria norteña de Kiel.

Friedrich Merz, el canciller alemán, dijo el domingo que asumía “que Rusia está detrás de la mayoría de estos vuelos con drones”, y agregó que la frecuencia de las incursiones estaba alcanzando niveles sin precedentes, incluso en comparación con la Guerra Fría.

Sin embargo, “a menudo es difícil determinar con rapidez cuáles de estos incidentes podrían ser obra de Rusia u otros Estados y cuáles son simplemente errores o provocaciones, como el caso del viernes pasado, cuando un alemán fue arrestado cerca del aeropuerto de Frankfurt. Afirmó que simplemente quería probar su nuevo dron”, dijo el diario.

Phil Miles, exfuncionario del Ministerio de Defensa de Reino Unido que trabaja en consultoría de riesgos para la firma financiera Kroll, afirmó que los Estados hostiles solían subcontratar operaciones con drones maliciosos a delincuentes locales, lo que les daba una apariencia de negación plausible. “A medida que la tecnología evoluciona, habrá cada vez más eventos de este tipo que son difíciles de contrarrestar y atribuir”, afirmó a The Times.

Un guardia fronterizo ucraniano lanza un dron que utiliza para vigilar la frontera con Rumania, en Tyachiv, el 26 de septiembre de 2023. Foto: Archivo THOMAS PETER

Otro exfuncionario de defensa, hablando bajo condición de anonimato con el diario, dijo que Rusia y China ya habían desarrollado métodos sofisticados para explotar las debilidades de la seguridad de los drones occidentales, como los umbrales para el procesamiento penal y la jurisdicción confusa entre las agencias.

En algunos de estos casos, las autoridades podrían estar reteniendo deliberadamente una respuesta completa para no mostrar las cartas que usarían en un incidente más grave, afirmó el experto. “Esa es una de las razones por las que a veces nos sorprende que los países simplemente dejen pasar estas cosas”.

Ash Alexander-Cooper, veterano del Ejército británico y exfuncionario antiterrorista que es vicepresidente de Dedrone para las regiones de Europa, Medio Oriente, África y Asia-Pacífico, dijo a The Times que en la práctica prácticamente todos los drones podrían ser detectados y neutralizados con tecnología relativamente barata y disponible comercialmente.

Además, indicó que la mayoría de los aeropuertos tenían una zona de exclusión con un radio de cinco a 10 kilómetros, dentro de la cual los drones podían ser identificados a través de sus emisiones de radio u otros dispositivos como radares y cámaras.

“Existe la idea errónea de que si se interfiere o neutraliza un dron, este simplemente caerá del cielo”, dijo Alexander-Cooper. “(De hecho), los drones generalmente se quedan en vuelo estacionario un rato intentando ver si pueden reconectarse con el piloto. Y si no lo logran, regresan a casa, de vuelta al piloto. Es una gran noticia para nosotros si obtenemos los datos que muestran dónde está el piloto y desde dónde despegó el dron”, apuntó.

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