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El taller griego más austral del mundo está en barrio El Almendral

El artista, que se inspira en la antigüedad, es autor de obras como el escudo del Salón de Honor del Congreso Nacional.

Imagen-WEB

Despoblado y con presencia de focos delictuales, el barrio El Almendral de Valparaíso esconde el taller de Francisco Javier Torres. Es un escultor "desde la cuna", afirma, y dice que solo hace "lo que le dicta su corazón".

Al cruzar su puerta emerge la antigua Grecia. Cientos de piezas talladas en mármol están apiladas sobre las estanterías. Bustos, estatuas, relieves y frisos destacan por su belleza. "Mucha gente lo ve como un templo, como un lugar de paz", relata.

La propiedad la adquirió con el dinero que recibió por el escudo del Salón de Honor del Congreso Nacional. A fines de 1989, el entonces ministro de Obras Públicas, Modesto Collados, le encargó al artista tallar una figura que representara "el paso de un gobierno militar a la democracia".

La pieza debía estar lista para la inauguración del edificio, el 11 de marzo de 1990. De este modo, y contra el tiempo, elaboró la pieza alegórica: un huemul mitológico que "va trepando, poderoso" y un cóndor con "pecho de águila y un ala sacada de una pintura de un ángel del Renacimiento".

En el taller de calle Juana Ross también ha esculpido algunos de los bustos que se exhiben hoy al interior de La Moneda. Otra de sus obras es el monumento al militar y jinete Alberto Larraguibel, en el borde costero de Viña.

Quien también le hizo un encargo fue el excanciller Roberto Ampuero. En marzo lo visitó en Valparaíso para pedirle un busto de Homero. Tras esa visita, le habría dicho: "Este es el taller griego más austral del mundo", afirmación que el artista comparte. "Trato de recuperar el arte griego en 100 m²", asegura.

Torres se enamoró del arte clásico "a primera vista" cuando ingresó a la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar, en 1975. Allí admiró "la armonía entre las partes y el todo, donde nada sobra y nada falta".

"Me cansé de la retórica y estética del arte moderno", reconoce.

En paralelo a Bellas Artes estudió Teología. La carrera "me dio una formación humanista muy importante", afirma.

Pero no todo es talento. Hijo del rigor, solo trabaja por encargo. El 90% de las peticiones, dice Torres, provienen de empresarios y políticos de Santiago y regiones. Con el dinero que recibe se permite trabajar durante meses en sus propias esculturas que, por cierto, no están a la venta. "Han venido coleccionistas a ofrecerme dinero, y les digo que no. Qué sentido tendría venderlas", asegura.

Sin embargo, espera recibir una pensión de parte del Estado. "Como no voy a tener jubilación, espero una para seguir trabajando", dice.

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