De Soda Stereo a Fuerza Natural: las páginas más reveladoras de Cerati
La biografía sobre el músico repasa su infancia, sus amores, la creación de sus discos y sus últimos días. El libro, que llegará al país en septiembre, dedica varios capítulos a la relación del cantante con Chile.

Sin importar el lugar, la cantidad de público que había ido a verlo o cómo había sonado el show, Gustavo Cerati cerraba cada fecha de sus giras solistas con el mismo ritual en su pieza de hotel: revisando en Youtube los videos que sus propios seguidores habían grabado con sus celulares horas antes. “Era fanático de los videos de sus fanáticos. Los miraba con detenimiento, estudiándose a sí mismo desde la perspectiva del público”, relata Juan Morris en uno de los capítulos de Cerati: la biografía, una investigación de más de cuatro años editada recientemente en Argentina, coincidiendo con el que hubiese sido el cumpleaños número 56 del músico.
Escenas como esta se repiten en cada una de las 309 páginas del texto del periodista argentino, que en base al testimonio de familiares, colaboradores y amigos reconstruye diversos episodios y facetas de la mayor leyenda del rock latino. Un volumen en el que abundan detalles reveladores de las obsesiones artísticas y personales del cantautor, así como de las primeras señales de alerta sobre su salud, años antes del accidente, y de sus últimos días de vida.
Es justamente esto último lo que ha sacado más ronchas entre los seguidores y cercanos del autor de Crimen. Bastó que el diario Clarín publicara un adelanto del libro, en el que se narran los momentos previos y posteriores al ACV que sufrió el cantante en Caracas en mayo de 2010, para que el propio hijo del músico, Benito Cerati, saliera a desacreditar la veracidad de la publicación. Y aunque dicho pasaje da luces sobre un episodio que hasta ahora se mantenía bajo llave, y de paso desliza algunas responsabilidades, no es el único capítulo revelador del libro y ocupa una parte menor de éste.
En la primera biografía del trasandino abundan anécdotas de infancia y de sus primeros grupos escolares, historias suyas con otros ídolos del rock sudamericano e incluso detalles banales que ayudan a humanizarlo, como su fijación por la caída de su pelo.También, personajes sorprendentes, como Anastasia Chomyszyn, uno de los aciertos del libro. Una linda joven que encandiló a Cerati durante su adolescencia -fue una de sus primeras novias-, cuyo aspecto fue clave en el look con que Soda Stereo impactó en sus inicios, y a quien el músico recurrió cada vez que necesitaba una opinión externa.
A ella se suman otras mujeres que fueron vitales en la vida del músico. Desde la influencia de su madre Lilian Clarke -quien le abrió a Morris las puertas de su casa de Villa Ortúzar- hasta las novias que inspiraron buena parte de sus himnos, como Belén Edwards, su poco conocida primera esposa, y Paola Antonucci o Deborah de Corral, quienes distanciaron aún más a Cerati del baterista Charly Alberti, con quien mantenía “una hermandad conflictiva”, según el autor.
Pero, por sobre todo, la biografía incluye un exhaustivo recorrido por los procesos creativos de cada uno de sus trabajos, desde el debut homónimo de Soda Stereo de 1984 hasta Fuerza natural (2009), además de los múltiples grupos que formó en su prehistoria musical, como Proyecto Elektro, conjunto de sólo dos semanas de vida que también integraron Zeta Bosio y Andrés Calamaro. Ya en esos días de principios de los 80 aparecía el rasgo distintivo de la obra de Cerati, quien sin la genialidad innata de otros colegas del olimpo del rock argentino, trabajó incansablemente en busca de un nuevo sonido, buscando nuevas formas de componer, pidiendo opiniones y hurgando en sus propios archivos.
El abrazo
Una singular anécdota de la familia Cerati con el bolerista iquiqueño Antonio Prieto es el primer guiño local que aparece en las páginas del libro, pero no el único. Chile fue el segundo hogar del cantautor y sus historias en el país ocupan buena parte del texto, al tiempo que ayudan a dimensionar la importancia que tuvieron sus primeras visitas -al programa Martes 13 y al Festival de Viña- en el despegue continental de Soda Stereo. “Por primera vez en su carrera tenían una habitación de hotel para cada uno, pero no podía salir: el asedio de las fanáticas no tenía respiro”, describe Morris sobre la “sodamanía” criolla.
Pero fue una conferencia de prensa en el hotel Crowne Plaza, donde estaba una calcetinera de quince años mirando desde la última fila, la que terminó por unir a Cerati con Chile para siempre. Él tenía 29 años y Cecilia Amenábar 17. “Se estaba convirtiendo en una de las mayores estrellas del rock de Latinoamérica, pero la madre de su novia sólo los dejaba verse en living”, detalla el libro sobre el inicio de una relación que derivó en un matrimonio en 1993 y la separación en 2001, con una pelea y gritos en el Teatro Avenida de Buenos Aires, quince minutos antes que el cantante grabara sus 11 Episodios sinfónicos.
Veraneos en Vichuquén, viajes en metro, la creación del álbum Amor amarillo en su departamento de Providencia, el nacimiento de sus dos hijos con Amenábar y sus proyectos de música electrónica en Santiago son otros episodios incluidos en el volumen, que llegará a las librerías chilenas en septiembre, a un año de la muerte del ídolo trasandino.
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