Columna de Gabriela Clivio: Paso el tiempo... demoliendo puentes



El riesgo y la incertidumbre son en realidad dos conceptos bien distintos aun cuando muchas veces se confundan. El riesgo describe una distribución de probabilidades conocida para un conjunto de eventos, mientras que la incertidumbre caracteriza la incapacidad de evaluar la probabilidad de ocurrencia de los eventos y por supuesto los resultados asociados. La incertidumbre parece entonces bastante más caótica que el riesgo, y en efecto lo es. Justamente, la incertidumbre económica afecta de manera negativa al crecimiento. Lamentablemente, estos últimos tiempos en Chile han estado muy marcados por un aumento de la incertidumbre tanto económica como política a nivel nacional, regional y global. Pareciera que si elegimos el camino de reducir la incertidumbre estaríamos entonces adoptando una buena estrategia para atenuar el impacto negativo de esta en la economía. Lo anterior, sería a todas luces algo recomendable o podría decirse de manera más elegante que se trataría de una buena política a ser implementada.

No voy a escribir una columna hablando de la importancia de retomar la senda del crecimiento ni del hecho de que este tema no esté presente en ninguna de las reformas que están en discusión en la actualidad. Tampoco voy a hablar de la libertad de elección que se nos podría restringir y menos aún voy a hablar de cómo es posible que no parezca una locura tomarse vacaciones en medio de una situación de emergencia como la que se vive en Chile con los incendios. Voy a hablar precisamente de la mala política de avivar la incertidumbre. ¿Cómo sucede esto en el país? Muy fácil, cada vez que en vez de construir acuerdos entre el mundo privado y el público se opta por el enfrentamiento entre empresarios y el gobierno. Cuesta entender cómo el gobierno se dedica a demoler “puentes” y me hace acordar a la canción de Charly García que decía “hoy paso el tiempo demoliendo hoteles”.

Hace apenas unos días, los empresarios y el gobierno trabajaban juntos para enfrentar los incendios en el país. Pero, el clima de colaboración duró poco y nuevamente volvió a escalar la tensión. Como lo mejor es siempre distraer la atención en vez de enfocarse en solucionar los problemas, ahora el Ejecutivo ha puesto como responsables de la crisis a la industria forestal. Sin embargo, y de acuerdo con la última encuesta Cadem, apenas el 32% de la población opina que la actual administración tomó las decisiones de forma oportuna y adecuada para enfrentar la emergencia. Pareciera ser que en vez de hacer un mea culpa lo mejor es buscar otros culpables.

El planteamiento anterior esconde algo más grave aún, ya que cambia el eje de la discusión. Al insinuar que la responsabilidad de los incendios forestales es de la industria forestal se deja de lado el problema de la seguridad pública. A su vez, si hablamos de un problema de seguridad pública, corresponde al Estado solucionarlo. Es por esto que me parece grave el tono del discurso. Adicionalmente, y tal como dijo la ministra del Interior, no corresponde aplicar un royalty a las forestales, ya que esta no es una industria extractiva sino renovable.

Hace apenas unos días, parecía que la colaboración era posible; hoy, nuevamente volvemos a la incertidumbre. Me pregunto qué catástrofe tiene que pasar para que los llamados a la “unidad” dejen de ser más que solamente un llamado o un pedido de auxilio y den finalmente paso a un ambiente de colaboración.

Por Gabriela Clivio, economista, directora de Business Valuations de Mazars

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