Columna de Gonzalo Cordero: Política y tribunales

Dragomir Yankovic/Aton Chile


En el último tiempo los sucesos más importantes se han desplazado hacia los tribunales y las páginas policiales: un día la noticia es el terrorismo en la Macrozona Sur, al otro es el Tren de Aragua y las organizaciones criminales, el asesinato del teniente Ojeda con sus consecuencias, libertades provisionales inexplicables o, mejor dicho, con una explicación tan obvia como aterradora.

El gobierno y los dirigentes políticos que lo sustentan reivindican haber estabilizado el país. Rebatir ese discurso sería caer en la misma frivolidad y banalidad en que se sustenta. Quién podría negar que las instituciones, esto es el conjunto de reglas y principios en virtud de los cuales se administran y resuelven los principales desafíos de la sociedad, muestran grados evidentes de corrupción, en el más amplio sentido de la expresión.

No se trata solo de la primera acepción, la que se refiere al efecto destructor del dinero que soborna, descompone y degenera las más nobles funciones. Basta recordar ese grupo de carabineros que, según hemos sabido, tal parece que habrían derivado en una suerte de banda extorsiva que cobraba por protección. Se siente algo que va más allá, una erosión que nos debilita en distintos frentes, al punto que día a día retrocede la confianza que podemos tener en el futuro.

El régimen venezolano, que destruyó la democracia, persigue a sus opositores y es una vergüenza para América Latina, se permite hacer escarnio público de nuestro país y nuestro sistema de justicia, sin ningún efecto real. El PC, partido de gobierno e integrante de la coalición en la que compitió el Presidente Boric, denuncia que el alcalde Jadue está preso como consecuencia de una persecución política, lo que es apoyado desde el extranjero por la camarilla de extrema izquierda latinoamericana y no pasa nada. Parece que es suficiente que los ministros de ese partido no asistan a su aniversario. Alto estándar de consistencia y adhesión a las instituciones.

¿Y en qué está nuestro sistema político? El gobierno dándole prioridad legislativa a la eutanasia y el aborto libre, discusiones de alto interés en seminarios “interseccionales” donde se lucha denodadamente por los derechos sobre las “cuerpas”. Buena parte de los dirigentes de oposición -no todos, para ser justo- dedicados a dar garantía que están dispuestos a avanzar en las reformas, la principal es la previsional que, de aprobarse, probablemente nos conducirá a alguna forma de reparto, negando el principio más básico de una sociedad de personas libres: la propiedad sobre el producto del trabajo.

Las sociedades que han vivido crisis profundas o han caído en largos ciclos de decadencia han experimentado previamente la alienación de su dirigencia que, por frivolidad, cobardía o ineptitud, se encerró en sus palacios a bailar o debatir cuestiones insustanciales mientras se incubaba la tragedia bajo sus narices. Sería hora que los políticos -todos- pusieran algo más de atención a lo que está sucediendo en los tribunales.

Por Gonzalo Cordero, abogado

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