Columna de Gonzalo Cordero: Carabineros de jornada parcial
En las últimas semanas nos hemos enterado trágicamente de carabineros que trabajan como guardias privados o manejando vehículos de pasajeros con aplicación. En palabras simples, fuera de servicio son “uber”. Si en poco tiempo dos policías han fallecido en incidentes violentos durante estas labores, es razonable presumir que estamos frente a una actividad más o menos extendida.
La reacción espontánea y equivocada es enfrentar esto sencillamente como un problema disciplinario, recordarles a los cerca de cincuenta mil funcionarios que hay disposiciones administrativas que les prohíben estos trabajos adicionales, aumentar la fiscalización y las sanciones. Pero eso no sería más que atacar el síntoma, sin hacerse cargo del problema real y las graves consecuencias a las que estamos expuestos.
De lo que aquí se trata es de que tenemos policías mal pagados, cuyas necesidades económicas los llevan a buscar una segunda fuente de ingreso después de jornadas extensas, sometidos a un régimen de disciplina estricto, que salen a la calle sin los medios, el entrenamiento, ni el respaldo político, para enfrentar una delincuencia organizada, extremadamente violenta y que crece a una velocidad impresionante. No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta que ninguno de esos carabineros buscaría un segundo trabajo si no estuviera bajo condiciones apremiantes.
Además, los trágicos casos conocidos corresponden, es verdad, a infracciones administrativas, pero desempeñando labores legítimas. La alternativa también la vimos hace poco, con un grupo que se había convertido en una banda extorsiva que cobraba por protección. A ese precipicio nos estamos acercando. En realidad, quiero creer que ya no estamos rodando cuesta abajo en esa pendiente y que aún tenemos tiempo de reaccionar.
La respuesta oficialista es obvia y predecible: subir impuestos. Mejorar remuneraciones, condiciones laborales y dar beneficios adicionales al trabajo policial es muy caro y el Estado no tiene los recursos para ello. No cuesta nada anticipar el argumento: “¿quieren más seguridad? Den sus votos para el pacto tributario”. Insisten tozudamente en el círculo vicioso de América Latina: estancamiento económico, frustración, violencia, corrupción y populismo.
Lamentablemente la izquierda, especialmente la que nos gobierna, tiene un punto ciego, que más que un punto es un hemisferio: el crecimiento económico. Cree, o se comporta en los hechos como si lo creyera, que la única fuente de recursos real es la redistribución. En palabras sencillas, hay que quitarles a los ricos: “la plata existe, pero el chancho está mal pelado”. El discurso es simple, identifica a un culpable, corre bien en las redes sociales y tiene una rentabilidad electoral que ya se la quisiera cualquier inversionista en el mercado.
Sin embargo, no es verdad. La economía no es un juego de suma cero, como la política, en que para que ganen unos tienen que perder otros. Pero así nos tienen, estancados, inseguros y con los carabineros trabajando de “uber”.
Por Gonzalo Cordero, abogado