Opinión

Medición de la pobreza y el fortalecimiento de políticas para el ingreso autónomo

La pobreza es uno de los desafíos más importantes que enfrenta Chile en la actualidad y está hoy presente en la agenda pública. A pesar de los avances en materia de crecimiento económico y reducción de la pobreza en las últimas décadas, todavía existen relevantes brechas y desigualdades que afectan a millones de personas en nuestro país.

La Comisión Asesora para la Actualización de la Medición de la Pobreza entregó, hace algunas semanas, su propuesta al Presidente de la República, Gabriel Boric, sugiriendo una actualización en la metodología para medir pobreza en el país. Y sus resultados no nos deben alarmar, sino que nos tienen que ocupar: según la nueva fórmula de medición, un 22,3% de personas se encontraría bajo la línea de la pobreza en Chile, cerca de tres millones de chilenos y chilenas. Un escenario al que debemos dar respuestas.

Lejos de las críticas, el informe de la comisión plantea dos aspectos a destacar. Primero, que independiente de la manera en que se mide la pobreza, una proporción importante de la población ha salido de esta situación en los últimos 35 años en Chile. En segundo lugar, hace énfasis en una mirada de la pobreza que contempla la calidad de los bienes y servicios entregados a las personas —como una canasta básica de alimentos saludables—, y no solo el acceso. De esta manera, la comisión propone un estándar ampliamente superior a los de otros países de la región y, al mismo tiempo, reconoce lo mucho que hemos avanzado en esta materia, sin olvidar que aún tenemos enormes desafíos.

Aumentar la exigencia en la medición de la pobreza significa incrementar los esfuerzos de quienes cumplimos un rol en la generación de políticas públicas. En consecuencia, también la calidad de las intervenciones del Estado –implementadas junto a la sociedad civil y el sector privado– debe ser revisada. Así, desde el inicio del gobierno del Presidente Gabriel Boric, como Fosis (Fondo de Solidaridad e Inversión Social) hemos estado desarrollando iniciativas con énfasis en el impacto en las comunidades con las que trabajamos. Como resultado, podemos señalar que un 82% de las personas que participan de nuestros programas de emprendimiento aumentan sus ventas y un 10% de estas mejoran significativamente sus indicadores de pobreza. Estos datos son una muestra concreta de que las personas apoyadas por el Estado, junto con tener acceso a financiamiento para sus negocios y capacitaciones logran superar la pobreza, mediante el ingreso autónomo.

La vulnerabilidad social es un desafío país y el Estado no es capaz de atenderlo por sí solo. Por esta razón, entre 2022 y 2026 el Fosis habrá realizado el mayor número de alianzas público-privadas en la historia del servicio para robustecer la oferta programática dirigida a las familias que la requieren.

En definitiva, apoyar la generación de ingresos autónomos es una herramienta efectiva para superar la pobreza y mejorar la calidad de vida de las personas. Y como institución pública dedicada a la promoción del desarrollo social y económico de los sectores más vulnerables de la sociedad, continuaremos trabajando intensamente en este sentido.

*El autor de la columna es el director nacional del Fosis

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