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El informe de Hacienda sobre el impacto y las urgencias del desplome de la fecundidad en Chile

En Chile, la Tasa Global de Fecundidad ha disminuido de forma acelerada y las cifras preliminares de 2024 lo sitúan como uno de los países con menor tasa de natalidad del mundo. Esta tendencia, un análisis del gobierno encargado por Mario Marcel antes de irse de Hacienda, plantea desafíos “de gran magnitud” en diversos frentes, tanto “en el económico, como el social, político y fiscal, con el potencial de generar una transformación de la estructura del país y reducir el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) tendencial”, subraya el documento.

Estudio revela las razones detrás de la baja natalidad en el país.

Es un tema de preocupación constante entre los economistas: la caída de la fecundidad y su impacto en el crecimiento y en el empleo. Es por eso que antes de dejar el Ministerio de Hacienda, Mario Marcel, encargó a la asesora en Políticas Laborales, Loreto Reyes, y a la Coordinadora de Microeconomía, María Pilar Cruz, un estudio para abordar esta problemática.

Y eso fue lo que desarrollaron en el documento “La compleja disminución de la fecundidad en Chile y revisión de las políticas internacionales y su efectividad”.

En el diagnóstico mencionan que, en las últimas décadas, casi la totalidad de los países de la OCDE ha experimentado un descenso sostenido y sustantivo en sus niveles de fecundidad, situándose actualmente por debajo del nivel de reemplazo generacional de 2,1 hijos por mujer.

Y en Chile, la Tasa Global de Fecundidad (TGF) ha disminuido de forma acelerada y las cifras preliminares de 2024 lo sitúan como uno de los países con menor tasa de natalidad del mundo. “Esta situación adviene en ausencia de un set de políticas orientadas a enfrentar la tendencia, lo que alerta sobre una posible agudización de este fenómeno en los próximos años, con un escenario de disminución de las mujeres en edad fértil (2030 en adelante), lo cual elevará significativamente la dificultad de revertir o frenar la disminución en los nacimientos y, en definitiva, de la población total del país”, puntualizan.

Bajo ese contexto mencionan que Chile ha sido también afectado por este mismo fenómeno y la TGF ha disminuido de 5,4 hijos por mujer en 1960, a 1,16 hijos por mujer en 2023 y a 0,9 hijos por mujer en 2024 según estimaciones preliminares. “Esta tendencia plantea desafíos de gran magnitud en diversos frentes, tanto en el económico, como el social, político y fiscal, con el potencial de generar una transformación de la estructura del país y reducir el crecimiento del PIB tendencial”, subrayan.

En primera instancia, dicen que la disminución de la tasa de natalidad produce un envejecimiento de la población y una reducción de las personas en edad de trabajar. Esto a su vez tiene una merma en la capacidad de crecimiento de la economía a través de la menor expansión del factor trabajo.

Pero no solo afecta esas variables, sino que también el consumo y la inversión, particularmente en materia de vivienda, erosionando el stock de capital de la economía, y por esta vía, el crecimiento del PIB.

También destacan que los efectos en el ahorro “son importantes, ya que las poblaciones envejecidas tienen una menor capacidad de ahorro, y una propensión a mayor gasto por los requerimientos de salud y cuidados. Y, además, los efectos se manifiestan en la sostenibilidad del sistema de pensiones, por los mayores gastos requeridos en los sistemas de protección social”.

De hecho, se estima que la población alcanzará un máximo de 20,5 millones de habitantes en 2041, para luego comenzar a disminuir.

Los factores compensatorios a la caída de la población económicamente activa pueden ser complejos de impulsar, en especial ante la necesidad de generar políticas que conlleven incrementos sustantivos y sostenidos en el tiempo en la productividad factorial. Para ello, dicen que “resulta necesario orientar la economía hacia sectores altamente innovadores y un fortalecimiento del capital humano”.

En ese contexto, las economistas destacan que “la evidencia muestra que el éxito de las políticas para enfrentar la caída en la fecundidad depende en gran medida de una implementación oportuna, intencionada, articulada, sistemática en el tiempo y con foco específico. Ello implica que países que hoy se encuentran con bajos niveles de fecundidad y sin políticas específicas para abordar este fenómeno, arriesgan mayores deterioros en fecundidad y crecientes grados de dificultad para enfrentarla exitosamente en el futuro”.

Algunos datos

En un análisis de más largo plazo, el estudio muestra cómo ha ido bajando la fecundidad durante las últimas décadas en Chile. Así, indica que entre 1960 y 2023, los nacimientos se redujeron en 40%, disminuyendo desde 289 mil a 174 mil. Durante el mismo periodo, la Tasa Bruta de Natalidad, que mide el número de nacimientos anuales en relación con la población observada, también experimentó un rápido descenso, desde de 32,1 a 8,7 nacimientos por cada mil habitantes.

“La persistente disminución de la natalidad puede explicarse por la reducción de los nacimientos entre los grupos más jóvenes de la población y la postergación de la maternidad hacia edades más avanzadas”, apuntan.

En ese mismo período también dicen que hubo “una disminución de los nacimientos en todas las mujeres en edad fértil (15-49 años). Sin embargo, las mujeres más jóvenes (menores de 30 años), han experimentado las reducciones más significativas”.

natalidad

¿A qué responde la caída de la natalidad? Ante esta pregunta el informe clarifica que “mientras la disminución en los nacimientos entre adolescentes (15 y 19 años) puede atribuirse a la efectividad de los programas de salud y a la implementación de políticas educativas la reducción de los nacimientos observada entre las mujeres de 20 a 29 años puede vincularse a la decisión de postergar la maternidad por motivos laborales o académicos”.

De esta manera, enfatizan que “la estructura poblacional del país experimentará transformaciones significativas de mantenerse las tendencias observadas en fecundidad”. De seguir así, subrayan que “el país transitará hacia una estructura demográfica con un menor número de habitantes caracterizada por el envejecimiento de su población, la disminución de los nacimientos, de mujeres en edad fértil y el aumento en la esperanza de vida”.

Todo aquello hará que en los próximos años, la población de 60 y más años superará a los segmentos más jóvenes y crecerá de forma acelerada hacia el futuro. También, en el año 2045 la esperanza de vida aumentará en más de tres años, acentuando el envejecimiento poblacional.

Problema mundial

La caída de la natalidad no es un problema solo en Chile. En 2021, la TGF promedio de los países OCDE alcanzó 1,6 niños por mujer, lo que implica una reducción de más de la mitad del nivel observado a comienzos de la década de los 60. El nivel actual también se sitúa por debajo del nivel de reemplazo de 2,1, que es considerado necesario para mantener una población estable.

Cómo revertirlo

En el informe se entregan algunas medidas para revertir esta situación antes de que sea demasiado tarde. En ese punto sostienen que los países exitosos en contener la disminución de la fecundidad también han implementado sistemas de cuidado infantil accesibles y de calidad, con horarios de funcionamiento extendido que permiten a los padres compatibilizar sus jornadas laborales con el cuidado de sus hijos, contribuyendo a mitigar el impacto de la maternidad en la participación laboral femenina.

En esta dirección, también esos países disponen de licencias paternales extendidas con posibilidad de ser compartidas entre ambos padres e incorporan medidas de flexibilidad laboral que promueven la conciliación efectiva entre el trabajo y las responsabilidades. Por ejemplo, implementan jornadas laborales flexibles con horarios de entrada y salida adaptables, establecen el teletrabajo (o trabajo híbrido) como un derecho legal y proporcionan servicios de apoyo a la maternidad y al cuidado infantil en las empresas como salas cuna y salas de lactancia.

Otras medidas buscan generar cambios culturales mediante la implementación de campañas de promoción y fomento de la participación equitativa de ambos padres en la crianza y en la asignación de las responsabilidades familiares.

Sin embargo, en América Latina los países no han desarrollado políticas públicas con un enfoque explícito y sistemático para revertir o contener la disminución de la fecundidad. “Las medidas existentes responden a objetivos más amplios vinculados al empleo, protección social y la reducción de la pobreza y el fomento del desarrollo infantil, que si bien pueden tener efectos indirectos en la fecundidad no han sido diseñadas para abordar su descenso”, indica el texto.

Y en Chile esas políticas “tampoco se ha implementado pese a experimentar una caída sostenida y significativa de su fecundidad en las últimas décadas”, lo que contrasta con la creciente relevancia que esta temática ha adquirido en el diseño de políticas públicas a nivel internacional, dada las implicancias económicas que la disminución de la fecundidad puede generar en el mediano y largo plazo.

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