Mario Marcel: “El Imacec de diciembre no debería cambiar la visión del 2024 como un año en que la economía chilena recuperará el crecimiento”

Mario Marcel: “El Imacec de diciembre no debería cambiar la visión del 2024 como un año en que la economía chilena recuperará el crecimiento”

Pese a la contracción de 0,2% que registró la actividad económica en 2023, el ministro de Hacienda reivindica que “dijimos que era posible hacer un ajuste sin tanto sacrificio de actividad y así fue”. Para este año, insiste en que el PIB crecerá cerca del 2,5%, y que hacia adelante la deuda pública se estabilizará en torno a 41% del PIB. Desestima la posibilidad de ser candidato presidencial.


A mediados de enero, el secretario general del PS, Camilo Escalona, lo propuso como candidato presidencial. “Reúne las condiciones de seriedad, responsabilidad, de conocimiento del Estado”, dijo en ese entonces el exsenador. Ese nombre no era otro que el ministro de Hacienda, Mario Marcel.

¿Cómo ve esa posibilidad?

-A lo que tengo que dedicarme es a ser ministro de Hacienda, a hacer bien mi trabajo, lo que es incompatible con ser candidato, precandidato, pre precandidato, porque uno debe ser capaz de garantizar en este cargo que está trabajando para la economía, para el país, y no para el futuro político de uno mismo.

Y en su rol de jefe de la billetera fiscal, Mario Marcel tuvo una ajetreada semana: el martes visitó Chiloé para el gabinete económico; el miércoles, Machalí, para anunciar las comunas beneficiadas por royalty, y el jueves estuvo en Temuco. En medio de ello se publicaron las cifras de finanzas públicas 2023 y el dato de crecimiento de diciembre, que no trajo noticias positivas. “Desgraciadamente en esta oportunidad ha sido una cifra negativa, inesperadamente negativa”, dijo el jueves, luego de conocer que el Imacec de diciembre cayó 1%, y con ello el PIB anual retrocedió 0,2%.

A principios de 2023, a la hora de evaluar la gestión del primer año de gobierno, usted dijo que eran más los goles que los autogoles. ¿Mantiene esa visión para la primera mitad de la administración Boric?

-En lo económico, 2023 ha sido el año en que se ha completado el ajuste que tenía que hacer la economía y se comienzan a ver sus frutos. El año anterior, en este mismo mes, todavía teníamos una inflación de dos dígitos y había mucha incertidumbre. En aquel entonces, el mercado pronosticaba para 2023 una caída de 1,5% del PIB, incluso algunos llegaban a 2%. Nosotros nunca validamos esos números. Dijimos que era posible hacer un ajuste sin tanto sacrificio de actividad y así fue como ocurrió. Hoy tenemos una inflación de 3,9% al término del año, la que, de acuerdo a lo dicho por el Banco Central (BC), convergerá a 3% en los primeros meses de 2024. Ese es un logro importante. Por supuesto, es producto de la política monetaria del BC, pero el gobierno también ha aportado a través de la consolidación fiscal que se produjo en 2022 y el cumplimiento de las metas de política fiscal en 2023.

En materia legislativa, ¿”la gran deuda” es el rechazo de la reforma tributaria?

-Por supuesto. Su rechazo en marzo fue una gran decepción, porque muchos de los temas que han surgido posteriormente los teníamos previstos para la discusión en el Senado, pero tuvimos que volver a fojas cero. Eso no significa que se haya perdido el tiempo, porque en el camino se fue generando la oportunidad de construir este pacto por el crecimiento económico, el progreso social y la responsabilidad fiscal que hoy ordena nuestra agenda. Ahora, así como se rechazó la reforma tributaria en marzo, en mayo se aprobó el royalty minero. Eso fue un paso bien importante, porque era un proyecto que llevaba mucho tiempo discutiéndose y que había generado mucha incertidumbre en un sector clave de la economía. Terminar con esta incertidumbre abrió el camino para la inversión, porque desde que se aprobó la ley, se han incorporado al catastro de la Corporación de Bienes de Capital US$13.700 millones en inversiones en la minería. Eso, sin considerar todavía el proyecto de Los Bronces, lo que elevará el incremento a casi US$16.000 millones.

Pero que todavía se produzcan errores como el tema de las pensiones de gracia, o las reuniones de algunos ministros con empresarios en casa de Pablo Zalaquett, por ejemplo, ¿es un problema de gestión?

-No me corresponde evaluar la gestión política del gobierno.

02/02/2024 MARIO MARCEL, MINISTRO DE HACIENDA FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

Entonces, ¿siguen siendo más los goles que los autogoles?

-Ha sido un año en el cual, por lo menos desde el punto de vista económico, se logró cumplir con los propósitos que nos fijamos. Eso no es solo para los temas de estabilización de la economía, sino también para el manejo fiscal, donde la ejecución presupuestaria de 2023 fue muy consistente con las metas que se habían fijado. El gasto se ejecutó en un 100% de lo presupuestado y la meta de balance estructural se habría cumplido exactamente. Desde que comenzó la regla fiscal, en 2001, nunca habíamos tenido un año en que las metas fiscales se alcanzaran con este grado de precisión. Todo eso, a pesar de que en el año hubo que hacerse cargo de un montón de desafíos como las inundaciones, los incendios, las ayudas económicas a los sectores de menores ingresos por los efectos de la inflación. Solo en materia de emergencias, de desastres naturales, hubo que destinar más de US$600 millones, sin embargo, la ejecución del año fue del 100%, lo cual quiere decir que esto lo rebalanceamos dentro del Presupuesto para afrontar esos gastos.

El hecho de haber ejecutado el 100% del Presupuesto 2023, ¿significa que se están controlando el gasto fiscal y el déficit?

-Por supuesto. Pensemos que no solo hubo mayores necesidades de gasto que surgieron en el año y que no estaban presupuestadas, sino que además tuvimos una caída importante de los ingresos tributarios, porque desde el punto de vista de la demanda interna, fue un año débil. Pero a pesar de eso, por la vía de controlar rigurosamente el gasto, se pudo cumplir con la meta fiscal.

No obstante, donde sí hubo un deterioro fue en la deuda pública en relación al PIB, que se acercó al 40%, superando la última proyección de 38,2%. ¿Le preocupa?

-Cuando se preparó el Presupuesto, se pensaba que superaría el 41% del PIB este año, luego se fueron actualizando las proyecciones y llegamos a un 38,2% en el Informe de Finanzas Públicas del tercer trimestre y terminó siendo 39,7%. La diferencia entre estas dos cifras se explica, en tres cuartas partes, por el alza del tipo de cambio. El dólar subió entre octubre y diciembre de 2023 y, por lo tanto, dado que una parte de la deuda pública está en dólares y el denominador está en pesos, aumentó ese cociente. Eso no significa que el Estado haya incurrido en más deuda, sino que simplemente esa relación es sensible al tipo de cambio. Por lo tanto, el aumento de la relación deuda/PIB no se debe a que se haya emitido más deuda.

Pero el haber terminado con una mayor deuda en relación al PIB, ¿los hará cambiar su proyección de mediano plazo?

-No debería cambiarla significativamente, porque en el futuro el tipo de cambio se irá normalizando conforme Estados Unidos vaya normalizando su propia política monetaria, lo que debilitará el dólar a nivel global, y eso debería traducirse en un tipo de cambio más bajo para Chile y una menor relación deuda/PIB.

Entonces, ¿mantiene el que la deuda se estabilizará en torno al 41% del PIB?

-Se están actualizando las proyecciones de mediano plazo, pero puedo asegurar que la trayectoria de la política fiscal en términos del balance estructural va a seguir siendo la misma y, por lo tanto, la relación deuda/PIB, con un tipo de cambio más normal, debería estabilizarse en torno a 41% del PIB.

En cuanto a la diferencia que hubo del déficit fiscal efectivo, ustedes proyectaron 2,3% del PIB en octubre, y fue 2,4%...

-Es 0,1% del PIB. Una diferencia marginal. Pensemos que venimos de un año 2021 en que el gasto se excedió en 30%, en que el déficit fiscal fue más del doble de lo que se había presupuestado y además se ocuparon los Fondos Soberanos. Una diferencia de 0,1% en el déficit efectivo no da ni para una nota al pie de página. Las finanzas públicas delinean una trayectoria sostenible hacia adelante. Tenemos que completar la etapa siguiente, porque estamos en el segundo año de la aplicación de una regla fiscal que contempla para los años siguientes, 2024, 2025, 2026, reducciones adicionales del déficit estructural hasta llegar al -0,5% del PIB, que es la cifra con la cual la relación deuda-PIB se estabiliza hacia adelante.

02/02/2024 MARIO MARCEL, MINISTRO DE HACIENDA FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

Sin embargo, el CFA advirtió que hay riesgo que la deuda no se estabilice bajo 45% si se mantiene un déficit fiscal estructural de 0,5%. ¿Qué responde a esos reparos?

-Es propio de la función del CFA advertir riesgos. Eso es, en buena medida, el mandato que tiene y es bienvenido. En lo que se refiere a esto, vamos a tener una reunión con el CFA para entender bien los modelos con los que realiza sus proyecciones. Su planteamiento es que para que se estabilice la relación deuda-PIB el balance fiscal estructural tiene que ser cero. Para que ello fuera cierto, se requiere una combinación bien especial de parámetros, particularmente de tasas de interés reales, crecimiento del PIB y de los ingresos fiscales, porque con tasas normales de interés eso no ocurre. Normalmente, dadas las tasas de interés que tradicionalmente hemos tenido en Chile, con un déficit fiscal estructural pequeño se estabiliza la relación deuda-PIB. Así que hay que entender un poco mejor los modelos con los que trabaja cada uno. Estos son temas técnicos habituales en el manejo de proyecciones a largo plazo.

La economía cerró en 2023 con una caída de 0,2% y usted había insistido en que ello no ocurriría. ¿Es una señal de alerta de que la actividad este año pueda estar más fría?

-La cifra con que estaría cerrando el año es producto de un Imacec en diciembre muy por debajo de todas las estimaciones, lo que veo como un dato más bien puntual. En agosto tuvimos un Imacec malo y en ese momento hubo mucha discusión, incluso un exministro de Hacienda dijo que había que prepararse porque iban a venir varios datos negativos en los meses siguientes y en realidad los tres meses siguientes fueron todos de cifras positivas. No se debe sobreinterpretar el dato de un mes. El Imacec de diciembre no debería cambiar la visión del 2023 como un año en el que Chile completó el ajuste que requería para bajar la inflación, sin que la economía cayera en una recesión. Este dato de un mes tampoco debería cambiar la visión del 2024 como un año en el cual la economía chilena recuperará el crecimiento.

Usted dice que no hubo recesión, pero la economía se contrajo un 0,2%...

-Los economistas definen una recesión como dos trimestres seguidos de caída de la actividad respecto al trimestre anterior. En 2023 tuvimos solo un trimestre en que cayó la actividad, que fue el segundo. En el tercer y cuarto trimestre ésta aumentó. En el cuarto trimestre incluso, a pesar de la cifra negativa de diciembre, será positivo el crecimiento trimestral. Así, no se cumplen las condiciones de lo que los economistas definen como recesión.

¿Mantendrán la proyección de 2,5% para el PIB de este año?

-Estamos en el proceso de actualizarla, pero no creo que tengamos cambios importantes. Hoy la economía chilena está por debajo de su potencial para este año, que se ubica en torno a 2,3% según el Banco Central y el comité de expertos. Teniendo capacidad ociosa podemos crecer por encima de estas cifras. ¿Cómo podemos llegar a crecer a ese ritmo? En primer lugar, a partir de un mejoramiento en las condiciones financieras de la economía. Durante 2023 la economía chilena funcionó con un pie en el freno, que eran las altas tasas de interés y las restricciones por el lado del crédito, que ha sido más restrictivo de lo que fue en la crisis financiera internacional, tanto en términos de tasas como en términos de los flujos de crédito. Eso cambiará en la medida que la política monetaria continúe normalizándose, como lo ha anticipado el Banco Central. Acabamos de tener un recorte de 100 puntos base en la tasa de interés, pero ésta todavía se ubica en 7,25% y el Banco ha señalado que debería reducirse hasta la tasa neutral de 4% en el transcurso del año.

Hay un debate sobre si la economía puede tener un sobreajuste. De hecho, dos expresidentes del BC, José De Gregorio y Rodrigo Vergara, dijeron que había espacio para una baja de más de 100 puntos base de la tasa de interés en enero. ¿Lo comparte?

-Prefiero no emitir juicios respecto de la política monetaria, porque somos respetuosos de la autonomía del Banco Central. Hay un debate y voces suficientes para alimentar ese debate, sería innecesario agregar la nuestra. Prefiero mirar hacia adelante. Por las señales que ha dado el Banco Central, tendremos nuevas bajas en la tasa de interés de política monetaria. El sistema bancario deberá ir recogiendo estos cambios, así como los que vayan ocurriendo a nivel de la economía internacional.

¿Cuáles son las prioridades de Hacienda en 2024, más allá del pacto fiscal y pensiones?

-La inversión. Para crecer en 2024 y continuar en los años siguientes necesitamos que la inversión se recupere. Tenemos señales interesantes del lado del catastro de proyectos de inversión de la Corporación de Bienes de Capital que muestran un nuevo aumento de proyectos para el quinquenio 2023-2027, de más de US$6.000 millones respecto del catastro de septiembre. Con eso llevamos acumulado cerca de US$20.000 millones respecto a lo que teníamos en marzo. Pero cuando uno ve cómo están distribuidos en el tiempo, el mayor aumento de inversión viene en 2025. El 2024 todavía es un año que debemos llenar en términos de un mayor avance en inversión. Eso es muy central dentro de lo que debería ser la gestión económica de este año.

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¿Y qué medida de corto plazo impulsará para reactivar la inversión, dado lo que describe?

-Las contenidas en el pacto fiscal, algunas de las cuales ya estamos empezando a aplicar. Es así como ya se han enviado los dos proyectos de ley para reducir en un tercio los tiempos de tramitación de permisos para inversiones. Luego, en la reforma del impuesto a la renta se han comprometido incentivos para estimular la inversión y la productividad. También nos hemos propuesto acelerar la ejecución de la inversión pública, sobre la base de una serie de cambios normativos que se incluyeron en la Ley de Presupuestos, y estaremos monitoreando la situación de la construcción, que está muy rezagada en el ciclo, en parte por la restricción del crédito.

“No vamos a proponer una ampliación de la base para el impuesto a las personas”

El jueves hubo una reunión con representantes de partidos políticos para activar el proyecto de renta con el cual ustedes quieren recaudar 0,6% del PIB. ¿Cuál va a ser la fórmula para aumentar los impuestos?

-En la reunión se acordó un calendario para ir tratando los distintos temas que están comprometidos para el proyecto de impuesto de la renta. Dentro de la propuesta está incluida la reducción de la tasa del impuesto de primera categoría, que evidentemente reduce la recaudación. Entonces, los aumentos de recaudación tienen que venir por los impuestos a los ingresos personales, tanto en lo que se refiere a la estructura del global complementario -las tasas para los tramos más altos de renta-, como para el cambio en el tratamiento de las rentas personales provenientes del capital.

¿El impuesto a las empresas bajará para todas o se incluye ahí la tasa de desarrollo?

-Está comprometido que baje la tasa del impuesto de primera categoría para acercarlo a la mediana de los países de la Ocde.

¿Qué cambiará para las rentas del capital?

-Lo vamos a discutir en estas reuniones, pero lo que estaba propuesto en el proyecto anterior era el régimen dual, que es el régimen de impuesto a la renta más común entre los países más desarrollados en el mundo.

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¿Se aplicará una tasa distinta a las rentas de las personas provenientes del capital?

-El sistema dual implica gravar con una tasa plana los ingresos provenientes del capital, particularmente los dividendos de sociedades.

Sobre el impuesto a las personas y los tramos, ha vuelto a plantearse la noción de ampliar la base para que más contribuyentes paguen ese tributo. ¿Hay espacio para esa discusión o usted le cierra la puerta?

-Este es un tema que no es simplemente una cuestión del gobierno. Tenemos que entender que es muy complejo pedirle a personas que ganan $650.000 que paguen más impuestos si, al mismo tiempo, no están recibiendo beneficios significativos de parte del Estado. Los países que tienen bases tributarias más amplias, tienen servicios públicos que son de cobertura amplia. Me parece comprensible que personas que ganan $650.000 digan que primero quieran ver ‘cuánto me va a apoyar el Estado’, antes de pagar más impuestos. Eso es propio de la economía política del sistema tributario, lo cual no significa que no pueda cambiar en plazos más largos.

Entonces, definitivamente, ustedes no lo van a proponer…

-Nosotros no vamos a proponer una ampliación de la base para el impuesto a las personas.

Con los cambios al tratamiento de las rentas del capital y el alza impositiva para los ingresos más altos, ¿se logra recaudar 0,6% del PIB?

-Es la meta que tenemos que alcanzar. Para ello también debemos considerar una reducción de exenciones y estamos estudiando las demás propuestas que nos están llegando de distintos actores, siempre dentro del ámbito del impuesto a la renta. El impuesto al patrimonio y la tasa sobre impuestos retenidos acumulados ya los hemos descartado.

En la reforma previsional, la discusión está entrampada en la distribución del 6% de cotización extra. En ese contexto, ¿es viable que el gobierno pudiera abrirse a un escenario en que ese 6% vaya entero a capitalización individual y la solidaridad financiarla vía impuestos generales?

-El hecho de que se logró un acuerdo respecto del financiamiento para la Pensión Garantizada Universal (PGU) no significa que vayamos a tener “impuestos generales” para todo. Si uno considera el aumento de la PGU y le agrega el aumento en la tasa de cotización de los empleadores, se llega a un costo fiscal de 1,2% del PIB, lo cual ya es desafiante y requiere modificaciones tributarias. Entonces, pensar que, además, el seguro social pudiera financiarse con impuestos, significa que hay que más que duplicar ese esfuerzo fiscal, y, por lo tanto, más que duplicar el aumento de impuestos. Aquí hay que ser realista. A veces hablar de “impuestos generales” parece que es algo fácil, que no compromete nada, pero los impuestos no son “generales”, son bien concretos: es el IVA, es el impuesto a la renta en primera categoría, los impuestos a las personas, las contribuciones de bienes raíces. Entonces, si hay voces que se oponen a cualquier aumento de impuestos, ¿cómo podría plantearse el que otros beneficios de la reforma previsional, más allá de la PGU, pudieran financiarse con impuestos? Es una cuestión de pura consistencia lógica.

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