2020, ¿el año perdido?

Foto: Reuters

La pandemia ha aplazado planes, postergado planificaciones y generado una infinita sensación de pérdida. ¿Qué tan asertivos son esos sentimientos?


“Fue un año malo, porque en una interacción presencial con un docente, la actividad académica es más provechosa. El hecho de estar en clases desde casa, sin poder salir a causa del confinamiento, generó un estrés y ansiedad que en un aula nunca había sido tan alto”, resume Byron Díaz, estudiante de Ingeniería Civil en Computación de la Universidad Tecnológica Metropolitana.

Javiera Rivera, alumna de cuarto medio del Colegio Pedro de Valdivia de Peñalolén, coincide. ““Como era cuarto medio, uno espera un año con muchas cosas simbólicas, ceremonias. El último año era para estar con mis compañeros, que los conozco hace 14 años”, se lamenta.

Los estudiante, son en general, uno de los segmentos más damnificados con la actual pandemia. En muchos sentidos, dicen, sienten que 2020 es un año perdido, aunque prefieren rescatar lo positivo. “Obviamente va a ser un año que voy a recordar por siempre. Recuerdo que tuve mis dos primeras semanas de clase, que fueron súper buenas. Y me quedo con eso. Después he ido una sola vez al colegio, que fue la semana pasada. Pero es muy distinto, con los protocolos covid, distancia, entonces no fue muy ameno ir”, dice Javiera.

La crisis sanitaria ha modificado hábitos, costumbres, horarios, trabajos, estilos de vida, entre muchas otras cosas. Pero el valor que se le otorgue al año, depende también en gran medida de quién haga la evaluación.

Rodrigo Carrasco, investigador y docente de la Universidad Adolfo Ibáñez, cree que no es un año perdido, por el contrario.Si bien lograr los objetivos educacionales de nuestros cursos ha sido un desafío, también ha sido una tremenda oportunidad. Hemos podido poner foco en las habilidades que queremos que logren nuestros alumnos, y eso nos ha obligado a buscar maneras de seguir entregando una educación de calidad”.

"Varias de las mejoras que he hecho en mis ramos las voy a mantener cuando volvamos a clases presenciales”, asegura Carrasco.

Los alumnos de posgrado de la UAI volvieron a clases el 27 de agosto. Fueron los primeros de la Región Metropolitana en regresar a las aulas presenciales.

Diana Aurenque, filósofa de la Universidad de Santiago, dice que es natural sentir que ha sido un año perdido. “Las horas y los meses pasan sin cesar, mientras vivimos a medias, encerrados e improvisando nuevas rutinas. Y eso nos pasa a todos, porque independiente de los planes o proyectos de cada cual, sean grandes cambios o simplemente hacer lo cotidiano, todo se vio interrumpido”.

Pero en realidad, asegura que no se ha perdido nada. “El tiempo no es una cosa, como un par de llaves en el bolsillo, seguras, disponibles y que podemos perder. Somos cada vez tiempo, no el tiempo del reloj o del calendario, sino existimos siempre siendo tiempo; por ejemplo cuando pienso que el domingo veré a mi familia o que más rato debo ir a comprar fruta”, argumenta la filósofa.

“La pandemia, que es una crisis radical, nos ha puesto enfrente de ese tiempo verdadero e indisponible que nos precede y que es muy distinto al tiempo cronológico”, añade Aurenque.

“Todo nuestro existir está estructurado, lo sepamos o no, bajo un supuesto implícito de que contamos con tiempo para tales o cuales actividades”, señala Aurenque.

La sensación de “perder el tiempo” se relaciona, además, con la idea de “desaprovechar” el tiempo. En ese sentido, durante el confinamiento muchas personas declararon sentirse aburridas. No sabían qué hacer con ese tiempo de encierro. La filósofa de la Usach señala que “ahora bien, el aburrimiento no es falta, sino exceso de tiempo; lo que nos aburre nos hace sentir el tiempo extendido, como una lata”.

“El aburrido quiere “matar el tiempo”, como dice el dicho, para que pase rápido. Así, para algunas personas este año ha sido “perdido” porque se han aburrido, sus proyectos se han pausado o sienten que han hipotecado sus vidas. Pero eso en realidad no es posible”, explica Aurenque.

Golpe a la salud

Otra de las áreas golpeadas por la crisis, es la salud. No solo por el exceso de demanda, sino por la postergación de muchas atenciones.

El Dr. Ricardo Espinoza, de la Facultad de Medicina y Clínica de la U. de los Andes, explica que considerando todo lo ocurrido a consecuencia de la pandemia por Covid-19, efectivamente durante el año 2020 se han empleado recursos en atender la pandemia, debiendo postergarse una serie de otros programas. “Entre ellos, las patologías GES que requieren atención pronta”.

“No solo aquí, en otros países también, se ha analizado el impacto en pacientes con patología tumoral por ejemplo, en quienes se han aplazado en el tiempo varios de los tratamientos que debían hacerse en plazos acotados: cirugías, radioterapias. Habrá que seguir investigando para conocer el real impacto en tasas de curación y sobrevida. Otro ejemplo lo constituyen los candidatos a trasplantes”, señala Espinoza.

A nivel mundial hemos sobrepasado el millón de muertes. Es algo grave y muy lamentable, asegura Espinoza.

Todo ello, dice Aurenque, nos ha obligado a pensar sobre la salud y la enfermedad, sino también, a experimentar el tiempo de un modo diferente. “La posibilidad de enfermar e incluso de morir de Covid-19 o de que mueran otros, significa reconocer a diario una finitud de la que sabíamos, pero que los ajetreos o divertimentos de la vida cotidiana esconden”, señala.

Con la pandemia hemos visto amenazada nuestra forma de vida. “Hemos tenido que tomar medidas, ha cambiado la forma de relacionarnos a la que estábamos acostumbrados y a un sinfín de otros aspectos que nos afectan en la cotidianidad. Muchos piensan que “no es posible” que en estos tiempos y con adelantos técnicos que disponemos, podamos morir por la acción de un virus”, explica el médico.

La filósofa cree que la incertidumbre que a muchos agobia en estos momentos, laboral, afectiva o del tipo que sea, tiene que ver con algo indisponible que tiene el tiempo. “Pero eso siempre es el tiempo. No solo hoy en pandemia”.

Pero Carrasco insiste en rescatar lo positivo. “Desde el punto de vista de investigación se ha normalizado el conectarse de manera remota, con lo que se han abierto nuevos canales de colaboración y para compartir conocimiento con la comunidad global”, señala.

El virus ha modificado los hábitos de las personas.

Grandes crisis a lo largo de la historia

A lo largo de la historia, hemos vivido profundas crisis, como los del siglo XIV, producidos por la peste negra en Europa. En el siglo XX hubo epidemias con decenas de millones de muertes. En ese contexto, afirmar que ha sido el peor año de la historia, parece ser algo lejano. La percepción tan negativa que tenemos de esta pandemia se debe principalmente a la globalización”, explica el médico de la Uandes.

“Si bien ha sido difícil, la pandemia también ha permitido que recuperemos tantas cosas buenas en el ámbito de las relaciones humanas y de la solidaridad”, señala Espinoza.

“Jamás tuvimos el 2020 seguro como pensábamos, porque nuestras existencias nunca son o pueden ser asegurables. Pero eso somos, una ambivalencia que construye planifica, promete y se proyecta al futuro pero, al mismo tiempo, sin poder verdaderamente disponer de un mañana. Si al menos eso hemos aprendido en pandemia, me atrevo a decir que este año entonces no ha sido perdido", explica la filósofa.

“Para nosotros el primer trimestre comenzó muy bien”

Juliana López, estudiante de Química industrial UTEM, dice que “desde mi perspectiva las clases online tienen puntos a favor, como por ejemplo que se buscaron metodologías de enseñanza, programas para realizar las clases y la universidad proporcionó distintos tipos de ayuda como tablet, computadores y internet a los estudiantes y académicos para que toda la comunidad estudiantil pudiera estar dentro de este tipo de clases”.

“Aunque también tiene puntos en contra (clases online), ya que para las carreras que son de áreas más prácticas como la mía, se pierde parte de conocimiento, ya que no se pueden realizar los laboratorios o prácticas que son necesarias aprender dentro de la carrera”, señala.

Rodrigo Aljaro, gerente general de Grupo Gourmet, explica que si bien el 2020 para muchos es un año para olvidar, “para nosotros el primer trimestre comenzó particularmente muy bien, muy intenso durante los tres primeros meses, período en el que logramos cumplir con el 70% del presupuesto de ventas estimadas para el año”.

Para muchos estudiantes, este 2020, es considerado un año malo. Foto: Héctor Retamal Correa

Nicolás Moreno, gerente general de Hapital, empresa de administración de edificios, relata que “en nuestro caso ejecutamos habilidades disruptivas que nos permitieron llevar nuestro negocio al siguiente nivel digital entendiendo como estaba funcionando el entorno, las industrias y las reales necesidades del mercado”.

"Al llegar a finales de marzo el rubro gastronómico entró en pausa, lo mismo que algunos de nuestros proyectos que iniciaban la etapa de implementación, algunos de ellos no verán la luz y otros, dormirán por no sabemos cuánto tiempo”, añade Alijaro.

Si bien nuestro trabajo disminuyó muchísimo, “agosto fue el mes donde pudimos ver algo de reactivación, a la fecha contamos con cuatro nuevos restaurantes de clientes que ya se implementaron o que se encuentran en etapa de implementación; como también un número interesante de nuevos proyectos que entraron en etapa de diseño”, explica Alijaro.

“Aunque suena auspicioso, es muy probable que el gran golpe lo recibiremos a partir del primer trimestre de 2021, por lo que al igual que todas las empresas estamos primero reinventándonos y segundo, viendo cómo vamos a absorber lo que más podamos el impacto”, explica el gerente general de Grupo Gourmet.

“Creemos que la clave del éxito es ver el vaso siempre lleno, a pesar que solo una mitad tiene agua, recuerda que la otra está llena de aire. Con esto quiero decir que las oportunidades de crecimiento empresarial siempre estarán ahí, a veces no se observan ni se palpan. Pero existe la brecha para ser desarrollada", señala Moreno.

¿2020 el peor de todos?

Máximo Quitral, historiador y académico de la Universidad Tecnológica Metropolitana, establece que si bien 2020 ha sido complicado, con pandemia, “en Chile ha sido mucho más grave la situación producto de movilizaciones y el estallido social”.

Raúl La Torre, historiador del Museo del Carmen de Maipú, cree que es difícil comparar el 2020 con otros años de crisis. “Primero, porque estamos en los últimos meses del mismo. No sabemos si va a mejorar o, por el contrario, se va a poner peor. Por otro lado, el análisis podría ir en varias aristas, como son, por ejemplo, la economía, la salud, la paz mundial, la contaminación, etc”.

La Torre añade que “a nivel de pandemias, el Covid-19 es una pandemia del siglo XXI, a diferencias de otras. Todos los avances en relación a la comunicación o, directamente, globalización, han hecho que tengamos un virus a escala mundial, lo cual lo ubica en un lugar diferente de observación, con respecto a la fiebre española, por poner un ejemplo”.

"Y no logra superar a la crisis político, social y económica que se vivió en la Primera y Segunda Guerra Mundial. Fueron años muy conmocionados para el mundo, en sus distintas dimensiones y que ciertamente son superiores a lo que hemos vivido en 2020″, añade Quitral.

Británicos se sientan en mesas afuera de un restaurante en Covent Garden, en Londres. Foto: AP

“Han habido varias pandemias a lo largo de la historia de la humanidad. Las más conocida y quizá más estudiada es la Peste Negra, pero no podemos olvidar que a la llegada de los españoles a América, la población nativa sufrió los efectos de enfermedades no conocidas por ellos y que generaron una merma muy significativa en su población”, explica La Torre.

El académico de la Utem, explica que “si bien ha sido grave lo que hemos vivido, no hemos estado en esa situación a escala global donde murieron millones de personas en conflictos armados, superando incluso episodios de grandes terremotos. Entonces, equiparar este año con los conflictos anteriores resulta poco convincente, ya que no lo supera”.

El historiador del Museo del Carmen de Maipú señala que económicamente, “es probable que sea un año extraño de medir y comparar pues, si bien las Guerras Mundiales fueron un desastre económico para Europa, no olvidemos que aquello ocasionó un impulso tremendo en la economía estadounidense”.

Por tanto, los períodos de guerra, inestabilidad política, desastres naturales, “son medibles o estudiados según el territorio en que sucedan. Eso es lo complejo de esta situación, pues es global. No creo que sea el peor año, a pesar de todo lo que estamos presenciando, pero sí me parece que estamos ante un nuevo fenómeno, nuevamente, de carácter global, que cambiará la forma de comparar históricamente este año, con respecto a pandemias o desastres anteriores”, argumenta La Torre.

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