Por qué cada vez hay menos parejas que quieren casarse
En Estados Unidos el matrimonio ha dejado de ser el punto de partida de la vida adulta de las personas.
Durante siglos, el matrimonio funcionó más como un contrato económico que como un acto romántico: era la promesa de estabilidad y de ascenso social en pareja.
Hoy, ese paradigma ha cambiado. Para muchos jóvenes estadounidenses, la seguridad financiera no se alcanza a través del matrimonio, sino que se exige como requisito previo antes del anillo, indica un reportaje de The Wall Street Journal.
Así lo vivieron Ryan y Amanda Dona, una pareja de Nueva York que se casó tras cumplir varios hitos: comprar una casa, consolidar sus carreras y adoptar un perro.
Para ellos, la boda fue más bien una señal hacia familiares y amigos de que habían alcanzado un nivel de vida estable.
“Cerró el capítulo de toda la locura de los últimos años”, dijo Amanda al medio estadounidense.
Cambio de paradigma
Ese cambio refleja un giro en la manera de entender la vida en pareja.
Antes, el matrimonio era la base sobre la que se construía una familia y un patrimonio; ahora, se percibe como la culminación de logros individuales como estudiar, tener una carrera y alcanzar cierta seguridad económica.
Las cifras muestran cómo esta mentalidad ha transformado el calendario de las relaciones.
En el censo más reciente de EE.UU. (2020), la edad promedio para casarse por primera vez fue de 30 años en los hombres y 29 en las mujeres, frente a 28 y 26 en 2008.
Además, entre 2008 y 2023, la tasa de primer matrimonio en personas de 22 a 45 años cayó un 9%, según datos analizados por la Universidad Estatal de Bowling Green.
“El matrimonio se ha convertido en un símbolo de estatus”, afirma Krista Westrick-Payne, del Centro Nacional de Investigación sobre el Matrimonio y la Familia.
“La gente no quiere casarse hasta tener una educación, un trabajo que les permita mantenerse y una casa, y además buscan una pareja que cumpla con todos esos requisitos”, agregó Westrick-Payne.
Desigualdad y el matrimonio
Este fenómeno también refleja desigualdades sociales. Los descensos en las tasas de matrimonio han sido mucho mayores en los sectores de menores ingresos y menor nivel educativo.
Un estudio citado por el diario estadounidense reveló que, en 2019, el 59% de los estadounidenses de 37 años con padres de altos ingresos estaba casado, frente al 30% de quienes provenían de familias con menores recursos.
Los economistas advierten que estas brechas pueden perpetuar desigualdades, ya que los matrimonios entre personas con mayor educación e ingresos consolidan patrimonios y amplían la distancia respecto de los demás.
“Las mujeres con educación tienen más oportunidades económicas y mayores ingresos que las generaciones anteriores”, señaló la economista Melissa Kearney.
“Mientras tanto, a los hombres con quienes suelen emparejarse les sigue yendo muy bien”, comentó.
Lo último
Lo más leído
1.
2.
3.
4.