El difícil año del cine chileno

Mis hermanos sueñan despiertos, Blanco en blanco y Bestia.

Pese a que Maite Alberdi hizo historia en los Oscar, al exitoso estreno del filme de Pablo Larraín sobre Lady Di y a los 46 premios internacionales que suman las películas locales en los últimos 12 meses, el 2021 fue de contrastes para el audiovisual chileno, marcado por la ausencia de los directores más reputados y donde la fuerza la hicieron realizadores ascendentes, además de una cifra preocupante: sólo dos cintas nacionales se exhibieron en multisalas en toda la temporada.


Tras los remezones y cambios de dirección que gatilló la pandemia, el cine aún atraviesa un periodo de cuidados. Las salas siguen presentando números propios de un periodo de recuperación, mientras que los realizadores continúan definiendo cómo filmar y estrenar bajo nuevos protocolos y métodos impensados antes del Covid. Pero de alguna manera el mundo de las películas respira. E incluso la foto de los últimos días del cine chileno en el extranjero sugiere un escenario alentador.

Blanco en blanco, elegida como la candidata chilena al Oscar a Mejor película internacional, se exhibe desde este viernes en complejos de Nueva York y Los Angeles, precedida de elogiosas críticas de medios estadounidenses. “Angustiosamente hermosa y sutilmente provocativa”, señaló The New York Times sobre la cinta dirigida por el chileno-español Théo Court y protagonizada por Alfredo Castro, en la piel de un fotógrafo que retrata el horror de Tierra del Fuego a fines del siglo XIX.

También anteayer, ahora en Cuba, el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana anunció como ganadora de dos reconocimientos a La Verónica, el filme con Mariana di Girolamo en el rol de la esposa influencer de un futbolista. El mayor respaldo hasta ahora para una película que dejó buenas sensaciones en su lanzamiento en septiembre de 2020 en San Sebastián, España, y que se ha visto en el país sólo a través de funciones online.

La Verónica

Desde el streaming, en tanto, se anunció este miércoles la llegada de Los huesos. El cortometraje de animación de la dupla de artistas conformada por Cristóbal León y Joaquín Cociña (La casa lobo), premiados en el último Festival de Venecia, se unió al catálogo global de Mubi, una de las plataformas más importantes consagradas al cine de autor.

Primer largometraje de la realizadora Francisca Alegría, la cinta La vaca que cantó hacia el futuro confirmó este jueves que tendrá su estreno mundial en enero en el próximo Festival de Sundance, donde competirá en la misma sección en la que antes triunfaron Sebastián Silva (La nana, 2009), Andrés Wood (Violeta se fue a los cielos, 2012) y Alejandro Fernández Almendras (Matar a un hombre, 2014).

“Cuando apareció La nana se hablaba del boom del cine chileno, pero ya no es un boom, porque demostramos que nos quedamos. Y sobrevivimos a la pandemia, donde hemos tenido muy buenos aciertos”, dice Giancarlo Nasi, productor de películas como Jesús y Lina de Lima, además de Blanco en blanco.

Esa cinta ahora enfrenta una ruda competencia por el Oscar ante 92 largometrajes que postulan por otros países del mundo, que se reducirán a 15 títulos una vez que la Academia libere la llamada short list el próximo martes 21. Cada filme y su carrera por los premios es un mundo diferente, pero el antecedente más fresco de Chile en esa liga es El agente topo, que fue incluida en las listas cortas por la estatuilla a Mejor película internacional y por el galardón a Mejor documental, quedando nominada en esta última categoría en marzo pasado.

En ese momento se selló el que se constituye como el mayor acontecimiento del cine chileno durante 2021: con el documental centrado en Sergio Chamy, Maite Alberdi y la productora Marcela Santibáñez se convirtieron en las primeras realizadoras nacionales en aspirar al máximo premio de Hollywood. También en la dimensión de los Oscar, las podría seguir en los próximos meses Pablo Larraín, que desde septiembre ha completado una campaña impecable con Spencer, su retrato sobre Lady Di, que pisa firme para obtener una nominación para la actriz Kristen Stewart.

Ambos hitos definen el último año de los cineastas locales, pero también es cierto que los últimos 12 meses estuvieron marcados por la ausencia de algunos de los directores chilenos de mayor renombre. Algunos de ellos, como Patricio Guzmán, Sebastián Lelio, Matías Bize, Fernando Guzzoni y Bettina Perut e Iván Osnovikoff, están preparando sus nuevos largometrajes. A vez, otros han dedicado la parte más reciente de su carrera a realizar series de televisión (Marcela Said, Alejandro Fernández Almendras). Dominga Sotomayor fue una excepción: en julio aterrizó en Cannes con un corto que filmó en pandemia y que formó parte de la antología The year of the everlasting storm. Pero, por la razón que fuera, no fue una temporada en que prevalecieron los pesos pesados.

El agente topo

“Los cineastas también tienen sus recesos, no puede salir lo mejor a los mejores festivales todos los años, porque no somos una gran potencia cinematográfica. Dentro del volumen que tenemos, que no es menor para el tamaño de nuestro país, estamos cumpliendo un muy buen desempeño”, indica Constanza Arena, directora ejecutiva de CinemaChile, la agencia público-privada encargada de la promoción y difusión de la producción audiovisual chilena en el extranjero.

“Chile, así como es un país de poetas, también es un país de cineastas. El cine chileno llegó para quedarse en el circuito internacional. No es algo pasajero. Dentro de este fenómeno consolidado y estable, evidentemente –porque es una industria creativa, basada en subjetividades desde los creadores y desde los programadores de festivales– hay años mejores y otros más modestos”, agrega.

Arena detalla cifras que realzan el momento del audiovisual local: en 2021 las producciones nacionales acumularon 46 premios en festivales en el extranjero –la cuenta sigue sumando nuevos cada semana–, frente a los 30 galardones de 2020 y los 16 de 2019. Una cosecha que en esta oportunidad incluye desde Los huesos (Mejor cortometraje de la sección Orizzonti de Venecia) hasta los reconocimientos de Mis hermanos sueñan despiertos, de Claudia Huaiquimilla, y las últimas distinciones alcanzadas por El agente topo.

“Este ha sido un buen año en términos de presencia”, concluye la ejecutiva. “Esto no es solo prestigio. Esto se traduce en resultados económicos concretos: son puestos de trabajo, ganancias, inversiones extranjeras. Eso, en un país hundido por la pandemia, significa muchísimo”.

¿Digital o presencial?

Compuesto de un material de archivo obtenido de la carpeta judicial del caso, y sin apelar a entrevistas ni la figura de un narrador, El cielo está rojo se posicionó como uno de los mejores documentales recientes del país, abordando el incendio a la Cárcel de San Miguel que dejó 81 víctimas en diciembre de 2010.

Su directora, la debutante Francina Carbonell, acumuló premios en los festivales de Toulouse, Guadalajara y Mar del Plata, mientras que la semana pasada Fidocs le concedió dos galardones. Su estreno, el 11 de noviembre, la convirtió en el segundo lanzamiento de un filme chileno en las grandes cadenas de salas durante este año (Mis hermanos sueñan despiertos, en octubre, fue el primero). Sin embargo, al igual que ocurrió con el título que la precedió, la recepción fue más bien fría, abandonando la cartelera al par de semanas y manteniéndose solo en cines independientes.

El cielo está rojo

“Su nicho estaba en el circuito alternativo”, reconoce Gabriela Sandoval, productora ejecutiva y encargada de la distribución de El cielo está rojo a través de Storyboard Media. “Lo que nos deja (esa experiencia) es que obviamente no todas las películas son para las salas comerciales y que es bueno lograr hacer ciertos mix para conseguir llegar a otros públicos. Pero queríamos abrirnos un poco más para instalar la temática, porque el documental tiene el objetivo de reflexionar y poner en la palestra los derechos humanos y el incendio en la Cárcel de San Miguel”, añade.

Durante 2020, su compañía probó en múltiples ocasiones el estreno en formato online (El negro, Santiago, Italia, Piola) y este año ha apostado por lanzar de manera física en cines alternativos algunos filmes que ya se mostraron en el streaming. Uno de ellos es Blanco en blanco, que debutó de forma digital en mayo y luego saltó a la pantalla grande, donde podría estar circulando localmente hasta 2022, anticipa la productora.

“Lo presencial no se reemplaza con lo online, pero hay un público que va a consumir el contenido online y hay que ver cómo llegar a ellos. También hay otro que quiere la experiencia y poder ir a disfrutar en el cine. Ese ha sido el mayor desafío de este panorama”, explica Sandoval.

Pero, incluso después de una pandemia y que los hábitos parecen haber cambiado de manera irreversible, la fórmula de estrenar primero de manera digital y luego en formato físico no es algo que las multisalas vayan a aprobar. “Si al menos nos permitieran ir a la par, sería maravilloso”, dice la productora.

En ese sentido, Rodrigo Bastidas representa un caso prácticamente único en el país: como director, productor y guionista, acumula dos largometrajes exhibidos de manera online desde la aparición del Covid. El primero, Consuegros, además tuvo funciones en un auto cine en 2020, mientras que el segundo, Un loco matrimonio en cuarentena, sólo registra un evento digital, en agosto pasado. Ambas las produjo bajo el alero de la compañía que creó para desarrollar proyectos cinematográficos, tras sus éxitos teatrales (Viejos de mierda).

“Me he metido en esto fundamentalmente para que se vean en la pantalla grande. Ese es mi deseo. Pero no ha ocurrido y es bastante frustrante, la verdad”, admite el actor. “Hacer películas para que las vean por la tele… No. Para eso hago teleseries”.

Aunque optó por la vía online para sus dos cintas, afirma que fue más una obligación del momento que una idea que lo convenciera. “Yo no tengo cultura digital y tampoco me interesa. Creo que se rompe el rito. Si todos los hechos culturales que son un rito –ir a la ópera, ir al cine, ir al teatro– se transforman en que yo todo lo veo en el celular en el Metro, no me gusta”, sostiene.

Un loco matrimonio en cuarentena

Leo Medel, director de La Verónica, descarta haber tenido esa aspiración para su filme, que salió online cuando las salas estaban cerradas y actualmente se mantiene disponible en Cinemark Online y Ondamedia. “Creo que estrenar una película siempre es algo que hay que volver a inventar. Y la realidad actual sólo es un énfasis de ese problema. Creo que es tiempo de pensar en formas de estreno híbridas y mientras dure el Covid hay que seguir pensando en el streaming”, opina.

En concreto, parece una posibilidad todavía remota que aparezca una producción nacional que se acerque a lo que logró en taquilla Pacto de fuga. Basado en la huida de presos desde la Cárcel Pública de Santiago en 1990, el thriller dirigido por David Albala y con producción ejecutiva de Storyboard Media alcanzó a reunir a 230 mil espectadores en el verano de 2020 (la mejor marca local en dos años), hasta que los cines cerraron por la emergencia sanitaria.

Por lo pronto, uno de los aspectos a revisar sería una actualización del convenio que rige entre las asociaciones gremiales y la CAEM, el ente que reúne a las multisalas del país. Este garantiza dos semanas en cartelera para cualquier título chileno en el circuito de las grandes cadenas, pero es considerado insuficiente por parte de los realizadores. “No asegura buenos horarios ni una muy buena promoción”, argumenta Sandoval.

“Creo que con un mejor convenio, con mucha difusión y marketing y un trabajo en conjunto con las salas comerciales, puede haber una explosión de público para películas nacionales”, apunta la también presidenta de la Asociación de Productores de Cine y Televisión (APCT). “Eso en complemento con las salas alternativas, que creo que han sido la gran ventana para el cine chileno y han resistido pese a la pandemia”.

El pulso de la animación y el documental

Apreciado por su variedad de temáticas y miradas, el cine local de no ficción ensayó diferentes apuestas durante los últimos 12 meses. Uno de los buenos documentales de 2021, Sergio Larraín: El instante eterno, de Sebastián Moreno, primero probó un debut online en junio y luego fue a la caza de festivales. Por el contrario, Nicolás Molina (Los castores) estrenó Gaucho americano en mayo en el festival Hot Docs –el más importante de Estados Unidos para los documentales–y planifica su lanzamiento nacional para el próximo año.

“Pocos festivales han podido hacerse presenciales o con presencia de Nicolás, porque sigue siendo complicado viajar. Confiamos en que la película hable por sí misma, pero nunca se podrá reemplazar la calidez de una sala de cine llena y un diálogo con los espectadores”, dice Joséphine Schroeder, productora de la cinta, un retrato de Víctor y Joaquín, dos gauchos de la Patagonia contratados como arrieros en la inmensidad del oeste de EE.UU.

Esos dos personajes aparecieron en el radar de Molina mientras daba sus primeros en la realización del que será su siguiente documental, Pirópolis, un filme que también produce Schroeder y que trata sobre un grupo de bomberos de Valparaíso enfrentados a los devastadores incendios forestales que azotan a la ciudad, al tiempo que opera como metáfora de la agitación social de 2019 y 2020. Estará listo para su estreno en 2022, aportando una perspectiva más oblicua a los hechos que han marcado el devenir reciente del país.

“Me encanta ver cómo películas como El agente topo o El cielo está rojo, tan distintas formalmente y ambas tan necesarias, son reconocidas a nivel internacional y nacional. Siento que el público abraza el género documental de una forma mucho más amplia que hace algunos años atrás”, comenta la productora, quien agrega que “habrá que seguir aprendiendo a trabajar de otra forma, con otros ritmos y muchas veces a distancia, lo que es extremadamente difícil para un medio que descansa totalmente en las relaciones humanas”.

Bestia

También conjugando el formato virtual con la presencialidad, Hugo Covarrubias fue uno de los directores chilenos que tuvo mayor actividad durante 2020. Aplicando la técnica de animación stop motion, en Bestia el realizador cuenta a través de 15 minutos la historia de una mujer que trabaja en la DINA, indagando en su perturbada mente y en la relación con su perro y su cuerpo. Su nombre es Ingrid y la inspiración del trabajo de ficción no es otra que la figura de la torturadora Ingrid Olderock.

Debido a ese origen local, el cineasta confiesa que en algún momento imaginó que podría resultar compleja la lectura desde el ojo extranjero. “Pero, en el sentido estético y narrativo, creo que terminó siendo una película bastante universal, porque podría haber ocurrido perfectamente tanto en Argentina como en España, Alemania o Italia”, expresa.

Su cinta inició un exitoso recorrido por festivales en el encuentro francés Annecy, la mayor cumbre de la animación mundial, y actualmente, tras ganar tres certámenes calificadores para los Oscar (uno de ellos, Chilemonos), se encuentra dentro de la lista de 84 filmes en carrera por la estatuilla a Mejor cortometraje animado, que luego bajará a 15 cuando la Academia anuncie una selección más acotada en dos semanas más.

Por ahora también aspiran al premio otras dos películas locales situadas en las antípodas: El niño y la montaña, inspirada en la infancia del coach empresarial y montañista osornino Hernán Leal, y Los huesos, la obra en que Cristóbal León y Joaquín León ejercitan un cruce de necromancia con la historia política del país.

¿Vive el cine chileno el despertar de una corriente de animación de mayor densidad y oscuridad? “Da la sensación de que sí podría haber una mini oleada de cortometrajes con un contenido algo más incisivo, político, psicológico, experimental”, señala Covarrubias. Él mismo planea crear otro filme en formato corto y técnica stop motion en que abordará “temas políticos más actuales”, adelanta.

Lo que traerá 2022

Entre el 20 y el 30 de enero de 2022 se desarrollará en Utah una nueva versión del Festival de Sundance. Esta semana se hizo oficial que Bestia participará en la sección que reúne a los cortometrajes de animación provenientes de fuera de Estados Unidos, pero también será el momento en que la directora Francisca Alegría muestre por primera vez su ópera prima, La vaca que cantó hacia el futuro, una mezcla de realismo mágico y drama familiar sobre una mujer (Leonor Varela) que vuelve a su casa de infancia para visitar a su padre.

La vaca que cantó hacia el futuro

Contando con un elenco mayoritariamente local (Alfredo Castro, Marcial Tagle, Enzo Ferrada), curiosamente es una coproducción con EE.UU., un paso que ya han dado recientemente títulos como Los huesos y El agente topo.

“Creo que sí estamos en una nueva etapa. Pienso que el cine chileno y las y los cineastas queremos llegar a más personas hoy en día y Estados Unidos representa eso. Por otro lado, lo que ofrece el sistema estadounidense es ahorrarse los años y años de postulaciones a fondos estatales latinoamericanos y europeos, que es un proceso extenuante y no remunerado”, plantea la realizadora, también convencida de que podrá mostrar su filme en salas del país. “Sería trágico que no se estrenara en pantalla grande así que haremos todo lo posible para que eso suceda y seguir fomentando (o quizás recuperando) ese espacio cultural”.

2021 también será el año en que debieran verse el documental de Patricio Guzmán sobre el proceso constituyente y la nueva película de Fernando Guzzoni, Blanquita, inspirada libremente en el caso de Gema Bueno, así como la nueva cinta de Sebastián Lelio en inglés (The wonder, para Netflix). Filmada originalmente entre 1972 y 1973, también debiera ser el momento en que aterrice en su forma definitiva El realismo socialista, el largometraje chileno de Raúl Ruiz que se encuentra siendo terminado y restaurado por parte de Valeria Sarmiento y la productora Poetastros.

“Ya se empieza a ver que cineastas muy promisorios y otros consagrados podrían tener fecha de salida para este año. Entre 2022 y 2023 yo espero grandes cosas”, asegura Constanza Arena.

También optimista es el balance de Giancarlo Nasi de cara a los meses que terminan. “Creo que lo que lograron Maite Alberdi, Pablo Larraín, Théo Court y otros, son hitos que van a quedar, para ellos y para el resto. En cambio, el problema de que las salas comerciales no han exhibido mucho cine chileno espero sea algo circunstancial y que ahora que todo está volviendo a la normalidad podamos sentarnos a conversar”.

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