40 años sin Rock Hudson: sus últimos días y cómo su muerte destapó el drama del sida
Conocido como el “Principe Encantador”, el actor fue una de las figuras más renombradas de mediados de siglo en Hollywood. Su trabajo en la pantalla grande quedó para siempre asociado al impacto que produjo su fallecimiento en 1985 y sus meses finales, en que se reveló que estaba enfermo. Elizabeth Taylor y Doris Day fueron dos de sus grandes confidentes.
Una fotografía de Roy Harold Fitzgerald bastó para convencer a Henry Willson, un cazatalentos de Hollywood de la época. Eso sí, su incipiente colaboración debía concretarse a cambio de algo: que pasara a llamarse Rock Hudson, un guiño al Peñón de Gibraltar y al río Hudson. Pese a que la idea no le gustó, el actor aceptó la propuesta y llegó con ese llamativo nombre a Los Angeles, la ciudad donde debía instalarse cualquier aspirante con deseo de triunfar en la pantalla grande.
A la larga, así es como lo conocería Estados Unidos y como aparecería en los créditos de filmes como Sublime obsesión (1954), Lo que el cielo nos da (1955) y Gigante (1956), largometrajes en los que compartió cartel con figuras de la talla de Jane Wyman, Elizabeth Taylor y James Dean. Tras irrumpir en los 50, se convirtió en un sex symbol, hizo más de 60 películas durante cuatro décadas y en la recta final de su trayectoria apareció en la serie Dinastía. En resumen, una carrera a la altura de pocos.
Ahora, ¿por qué muchas veces Hudson no aparece en la misma conversación que otras grandes figuras de las que fue contemporáneo? Stephen Kijak, director del documental Rock Hudson: All that heaven allowed (HBO Max), elaboró una posible explicación hace un par de años: “No lo sé. Creo que en parte se debe a que el legado acaba reduciéndose a: Rock Hudson fue aquel actor que murió de sida”.
Hudson mantuvo en secreto que estaba enfermo hasta 1985, el mismo año en que falleció. Consciente de su estrellato y de que le tocó vivir en una época conservadora, también fue absolutamente hermético respecto a su orientación sexual. Esa información únicamente era manejada por su círculo más íntimo, lo que incluía a su equipo y sus amigas Elizabeth Taylor y Doris Days.
Tras años de rumores, hubo un par de acontecimientos que pusieron a prueba su voluntad. Primero, en mayo de 1984, en la cena anual en la Casa Blanca, Nancy Regan notó que estaba muy delgado y le preguntó si estaba enfermo, pero él no le reveló la razón. Su aspecto también generó alerta entre los medios que asistieron a una conferencia de prensa que brindó en julio de 1985 junto a Doris Day, quien lo invitó a mantener una conversación para su programa Doris Day’s Best Friends.
Ese mismo mes circuló que el actor había colapsado en su habitación de hotel en París. Una noticia que rápidamente se difundió a nivel mundial y consternó a sus fans.
En un inicio su equipo comunicó que padecía un tipo de cáncer que no se podía operar y negó que padeciera sida. Días después, el 25 de julio de 1985, el panorama dio un vuelco. “El Sr. Rock Hudson padece el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, que le fue diagnosticado hace más de un año en Estados Unidos”, informó Yanou Collart, su publicista francesa, a la prensa agolpada en las afueras del Hospital Americano de París.
“¿Qué tan famoso era? Bastó con que una rueda de prensa se anunciara que Rock Hudson tenía sida, y en cuestión de cinco minutos la noticia se convirtiera en un tema de interés mundial. Apareció en todos los periódicos y en todos los noticieros. Era la noticia principal”, señaló Stephen Kijak.
La realidad es que el actor había viajado a Europa para recibir tratamiento con el antiviral HPA-23, que entonces no estaba disponible en Estados Unidos. Después, como había perdido más 30 kilos durante los últimos meses, no estaba en condiciones de tomar un vuelo comercial que lo llevara de vuelta a su país.
“Estaba demasiado débil como para hacer transbordos. Air France pedía US$ 250 mil por un (avión) 747 para llevarlo a casa, una cantidad enorme. Nos llamaron desde la losa para asegurarse de que se hubiera transferido el dinero antes de despegar. Finalmente, logramos que regresara a casa”, recordó Wallace Sheft, representante de Hudson, a People.
Ya de vuelta en Los Angeles, recibió visitas puntuales y las actualizaciones de su estado de salud fueron esporádicas. En ese instante, de manera disceta, se pensó y ejecutó un último gesto que ayudaría a consolidar su legado. Sus palabras finales fueron leídas por Burt Lancaster en Commitment to Life, un evento benéfico organizado por AIDS Project Los Angeles un par de semanas antes de su muerte.
“No me alegro de estar enfermo; no me alegro de tener sida. Pero si esto ayuda a otros, al menos puedo saber que mi desgracia ha tenido algún valor positivo”, indicó.
El actor falleció el 2 de octubre de 2025 en Beverly Hills, enlutando a los amantes del cine y a sus colegas. En medio del apogeo de la epidemia en Estados Unidos, su caso para muchos fue un punto de inflexión, el episodio en que sus efectos devastadores no pùdieron seguir ignorándose.
Su produjo un aumento de la concienciación sobre la enfermedad y se generó un movimiento en Hollywood para combatirla. El principal hito es que se creó la Fundación para la Investigación sobre el Sida (amfAR, por sus siglas en inglés), una institución de la que Elizabeth Taylor fue cofundadora antes de crear su propia organización sin fines de lucro. Nunca más la industria volvió a hablar de la misma forma de un tema que hasta ese momento era tabú.
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