Álvaro Henríquez: “Yo era como Carmela llegando a la ciudad y no podía creer la suerte de conocer a Roberto Parra”
El músico se encontró por primera vez con el folclorista en la casa de Nicanor Parra en La Reina en 1988. Fue el inicio de una relación que circuló entre la amistad y la mentoría. El miembro de Los Tres revisa esa historia con Culto a propósito de Me Robaste el Corazón, película que acaba de llegar a los cines del país y que tiene su dirección musical.
La mayor parte de la película Me robaste el corazón: El amor de Roberto Parra y la Negra Ester se dedica a narrar la juventud y adultez del cantor popular, entre viajes en tren, tocatas en cantinas y amores imposibles. Siempre en la piel del actor Daniel Muñoz, Parra Sandoval también aparece cada tanto alrededor de sus 70 años, cuando se reunía con frecuencia con un joven Álvaro Henríquez.
Guitarra en mano, el hermano de Violeta y Nicanor le relata anécdotas de sus duros primeros años en Chillán, le cuenta que fue lazarillo de una cantante ciega y le enfatiza que perdió decenas de instrumentos durante sus andanzas. Sus ojos brillan cuando recuerda el día en que conoció a una “sirena” de San Antonio que lo atrapó con sus “garras de perdición”, la prostituta a la que llamaban la Negra Ester.
El filme de Boris Quercia no sólo escenifica con entusiasmo esos encuentros entre ambos músicos (interpretados por Muñoz y Nicanor Henríquez, respectivamente), sino que incluye fragmentos de las conversaciones reales que mantuvieron después de conocerse en la trastienda de La Negra Ester a fines de los 80, registros de audio que Henríquez guardó en casette. Terminada la función, es legítimo argumentar que esa es la principal columna vertebral de la cinta.
“Casi todo lo que él me contó ocurre en esta película”, explica el músico de Los Tres a Culto a través de correo electrónico. “Está basada en los registros que yo tenía de don Roberto durante años y que finalmente hoy logran ver la luz. Es algo que me tiene muy contento. Creo que don Robert es como una religión, lo es todo. Yo lo venero”.
Me robaste el corazón: El amor de Roberto Parra y la Negra Ester, que acaba de debutar en las salas nacionales, materializa un anhelo de años. Para ser exactos, pasaron dos décadas desde que a Quercia se le ocurrió la idea de llevar al cine la verdadera historia detrás de La Negra Ester y del texto en el que se basa esa recordada obra de teatro, Décimas de la Negra Ester (1980). “Creo que hacer esta película recurrió de mucho coraje y saltar al vacío con este proyecto. Todo por don Robert”, subraya Henríquez.
Cineasta y músico tenían una especie de acuerdo no escrito: aunque el proyecto tardara tiempo en tomar forma, él se haría cargo del apartado musical. Su participación estaba ligada tanto a su amistad con el personaje real como a las mencionadas grabaciones de sus charlas con Parra.
“Yo sabía de esos audios, alguna vez me lo había comentado Álvaro. No recuerdo exactamente cuando decidí que fueran una de las columnas del relato, pero fue en las últimas versiones del guión, cuando necesité ir imaginando formas alternativas de contar la historia para que la película fuera viable con el presupuesto que teníamos”, detalla el realizador de Sexo con amor (2003).
El director cuenta que la inclusión en el elenco de Nicanor Henríquez, sobrino de Álvaro, surgió “de forma natural”. “Yo necesitaba que quien interpretara el rol supiera tocar guitarra, y Nicanor, además de tocar increíble. sabe todas las canciones que estaban en las secuencias y las tocaba desde siempre. En las escenas con Roberto está grabada la música en directo. Nicanor toca la guitarra, Daniel canta y hace la mímica de tocar, y frente a Daniel, detrás de cámara, hay otro guitarrista que dobla la guitarra de Daniel. Entonces lo que tocan ocurre en vivo y eso les da más potencia a las escenas”.
Planeta Roberto Parra
A fines de los 80, cuando aún no cumplía 20 años, Álvaro Henríquez llegó a Santiago desde Concepción y se encontró con un mundo de músicos y artistas al que no pertenecía. De a poco su círculo se fue expandiendo y luego, en buen chileno, una cosa llevó a la otra.
Junto a La Regia Orquesta, el trío compuesto por Henríquez, Cuti Aste y Jorge Lobos, se unió a Andrés Pérez y al equipo detrás del montaje de La Negra Ester. Además de dedicarse a la labor misma –preparar las interpretaciones de las canciones de Roberto Parra y componer música incidental–, el dramaturgo le encomendó conocer personalmente al folclorista. Su primer encuentro fue en 1988 en la casa de Nicanor Parra en La Reina.
“Me llevó Andrés Pérez, quien el día antes me dijo: tú eres el guitarrista de la obra, vas a tocar guitarra y Roberto es guitarrista, tienes que conocerlo. Fuimos en taxi, conversando y llegamos a la casa de don Nica. Subimos caminando porque no se podía subir en auto”, recuerda.
Henríquez no estaba al tanto de la obra de Parra. Mal que mal, El jazz guachaca, el compilado que popularizó su trabajo, fue editado por Alerce en 1990. Pero se presentó en el hogar del antipoeta en La Reina con un as bajo la manga: conocía a Django Reinhardt, quien pasó a la historia como el primer músico de jazz procedente de Europa. “Si yo no hubiera conocido a Django, don Robert me hubiera echado”, apunta entre risas.
Parra empezó a tocar el Jazz guachaca y Henríquez tuvo el arrojo de seguirlo. “Yo noté que se entusiasmó y seguimos tocando un ratito y de repente de la nada dice: ya, listo, volvamos al lugar donde estaba. Y don Robert antes de sentarse le dice a Andrés: tiene buen oído. Yo estaba mutis, pero nunca me puse nervioso. Su presencia me daba confianza. Fue un momento crucial en mi vida, personal y musical”.
Y agrega: “Yo era como Carmela llegando a la ciudad, como en la obra La pérgola de las flores. Para mí era un mundo totalmente nuevo conocer a verdaderos grandes poetas. En ese momento nació una férrea amistad que duró hasta que él falleció. Yo a don Robert lo recuerdo bastante serio pero esa seriedad se le quitó en pocos minutos. No podía creer que tuviera la suerte de conocer a don Robert. Así entendí muchas cosas. Era un poeta durante las 24 horas. Hablaba en poesía, además de ser de los mejores guitarristas del mundo”.
-¿Cómo era el tío Roberto en la esfera más íntima? ¿Cómo cambiaba su ánimo cuando había una guitarra en la habitación?
Don Robert era un ser humano muy dulce, muy noble y genio. Era un muy buen amigo, teníamos una cosa muy poderosa entre nosotros dos. Escuchábamos a Django, porque yo tenía discos de él y don Robert me decía: mira qué preciosura de melodía, Alvarito. Cuando había una guitarra le encantaba que tocáramos porque me decía que le gustaba que lo acompañara. Entonces tocábamos el Jazz guachaca, versiones que duraban 20 minutos. Él se ponía a hacer otras melodías y yo lo seguía. El dúo que hicimos en la gira de La Negra Ester por Chile el año 88 sonaba muy bien. Tocábamos muchas veces en lugares donde nos invitaban y don Robert siempre estaba muy entusiasmado de ensayar y tocar juntos. El sonido de guitarra de don Robert es de una dulzura sin igual. Cuando yo me equivocaba, se enojaba. Pero si él dice que es así, es así la weá nomás (se ríe). El nivel de corazón puesto en esos periodos era inmenso.
“La gente no conocía a don Robert ni de su poesía ni de su música, solamente en circuitos reducidos. Yo me volví fanático de él, y entonces tomé consciencia de que estaba con una persona que era única. Ahí comencé a grabarlo, para poder hacer algo con eso. Entonces lo conocí a él como amigo. Era considerado, era generoso, siempre impecable y elegante en su manera de tocar. Esas melodías son un mundo fantástico. Don Robert es como un planeta: nosotros sólo giramos alrededor de él”.
-¿Hay alguna historia con el tío Roberto que quizá no haya contado y que quiera compartir ahora?
Recuerdo que cuando fuimos a Inglaterra estábamos en una especie de hogar de estudiantes. Estábamos con La Negra Ester, todas las entradas estaban vendidas y había cuadras de cientos de personas, era un éxito rotundo. Antes de que empezara la obra teníamos que hacer promoción, estábamos en una entrevista en la BBC y don Robert me pidió que les diera un mensaje a todos los periodistas. Andrés (Pérez) siempre me elegía cuando eran entrevistas en inglés. Andrés habló un poco, había un intérprete y yo dije un par de cosas musicales también. Cuando terminamos esa entrevista antes de levantarnos y salir dije: antes que se me olvide les tengo un mensaje del autor de la obra, don Roberto Parra, me lo pidió específicamente para ustedes. El mensaje era que Shakespeare iba segundo, porque él iba primero. Todos se rieron muchísimo, fue como si alguien hubiera metido un gol. Se murieron de la risa.
.¿Qué fue lo primero que hizo tras aceptar encargarse de la música de Me rompiste el corazón? ¿Buscó alguna canción en particular? ¿Descubrió alguna composición que no estaba en sus registros?
Lo primero que hice fue juntar a los amigos músicos Felipe Ortiz, Boris Ramírez, Nicanor Henríquez, Cristóbal Gómez, Gabriel Montt, Miguel Molina, Maximiliano Flynn y nos pusimos a grabar. Son grandes músicos y conocen la obra musical de don Roberto a la perfección. La canción que yo sentía que más interpretaba a don Robert para esta película es Lala, una canción instrumental. En ella me basé para hacer la música. Al grabar la música con los amigos había un ambiente absolutamente jazzguachaquero. Fue una sensación de felicidad muy grande, lo pasamos muy bien grabando. Yo quería grabar siempre lo más espontáneamente posible para captar el ambiente del sonido, ya que varios de ellos se hicieron en primera o segunda toma. Así de grande es el amor por Don Robert.
-Ud. trabajó con Boris Quercia en la música de Sexo con amor. ¿Hubo similitudes entre la colaboración que lograron en esa película y, dos décadas después, en Me rompiste el corazón?
Nos entendemos muy bien con Boris. Nos leemos muy bien y nuestra comunicación es rápida y directa. Ya sabemos a lo que el otro se refiere. Eso es una maravilla que ha perdurado durante décadas en mi gran amistad con él. Pero no encuentro muchas similitudes entre las películas; lo otro era eléctrico, esto es otro rollo. Estamos hablando del “planeta don Robert”, había que habitar ese planeta y poder reproducir su música de una manera más moderna. Se grabó todo muy rápido y yo creo que era una deuda que tenía con don Robert, al igual que Boris. Pasaron décadas para poder hacer una película y trabajar juntos.
-¿Cree que Daniel Muñoz logra representar las diferentes dimensiones del hombre que conoció?
Creo que hizo un gran trabajo y personifica muy bien a don Robert. Grabamos un par de cosas juntos. Creo que Daniel es un gran actor.
-¿Qué cree que hubiera pensado el tío Roberto de que se hubiera hecho una película sobre su vida?
Yo creo que le hubiera gustado. Tuvo el reconocimiento que se merecía a una edad tardía, (pero) don Robert es de talla mundial. Le hubiese gustado porque le gustaba mucho que se celebrara su obra. Estaría encantando de que se hable de su vida y de su obra de manera tan masiva.
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